Dinastías criminales durante el último par de generaciones han cambiado el atuendo que solían tener, el cual se caracterizaba por la sencillez en la ropa y, si acaso, por las ostentación de relojes y cadenas de gran tamaño de quilates de oro.
“Bajo perfil” fue lo que dejaron atrás para dar paso a una gran vida, casi pública en su totalidad, como lo fue en el caso de los tres hijos de Ismael “El Mayo” Zambada y los dos hijos de Nemesio Oseguera “El Mencho”, todos ellos ahora bajo la tutela del gobierno de EEUU gracias a los cargos criminales que pesaban sobre ellos.
Fue el viernes 20 de diciembre que Ismael Zambada-Imperial hizo su primera aparición en la corte federal de San Diego, audiencia en la que se declaró no culpable. Previo a ello no temía a mostrarse en las redes sociales en las que no perdía oportunidad de exhibir los lujos de los que gozaba como autos de edición limitada, mujeres con las que salía, ropa de diseñador y viajes al extranjero.
Evidentemente estas publicaciones fueron vistas por todos sus familiares, amigos, conocidos y claro, or los agentes antinarcóticos de Estados Unidos. Mientras su padre, “El Mayo” Zambada, además de ser un adulto mayor de 72 años que vive libre y además es el líder supremo de la principal facción del Cártel de Sinaloa, Ismael fue detenido el pasado diciembre y extraditado a California a fin de que se hiciera responsable de los cargos que se le han hecho en materia de narcotráfico.
Tampoco su hermano Serafín Zambada Ortíz se quedó atrás, pues sin problema alguno pasaba por la garita de Arizona hasta que fue detenido en 2013. Las autoridades lo habían identificado como el líder de la célula de una banda que se dedicaba al trasiego de cocaína y marihuana. De eso, no tenía la menor idea,;sin embargo, jamás pensó que el compartir su gran vida en Twitter, le jugaría en contra.
El tercer hermano de los Zambada “El Vicentillo” o Vicente Zambada Niebla fue capturado en 2009 y, al siguiente año fue extraditado cuando fue uno de los principales operadores del cártel de Sinaloa; en contraste, el gobierno de EEUU lo tomó como delator, hecho que la periodista Anabel Hernández ha revelado en su libro “El Traidor” como una escena del narco en la que “El Vicentillo” se convirtió en una carta de intercambio para las agencias de seguridad internacionales proporcionando información en la que por supuesto soltó datos de gran relevancia, pero que jamás comprometieron a su padre que, como se mencionó antes, sigue en libertad.
Lo mismo ocurrió con los hijos de Nemesio Oseguera “El Mencho”, pues mientras él sigue libre, éstos se encuentran bajo la vigilancia de EEUU. Tanto Rubén Oseguera González como su hermana Jessica Johanna fueron arrestados en febrero del presente año, siendo Rubén extraditado por enfrentar varios cargos por importar droga a dicho país, así como por el uso de armas de fuego. Jessica estaba bajo la mira de las autoridades de Washington D.C. gracias al descubrimiento que éstas habían hecho de cinco empresas de lavado de dinero para el Cártel de Jalisco. Fue detenida seis días después de Rubén .
A la fecha, autoridades y expertos en la materia consideran que “El Mencho” sigue los pasos de “El Mayo” Zambada, en el sentido de que es un tipo mesurado, que ha sabido cuidar de sus espaldas al no exponerse a los medios ni se ha dejado tomar por la tentación de presumir todo lo que posee gracias a sus nexos y liderazgo en el crimen organizado.
También suele esconderse en regiones serranas como Colima, Jalisco y Michoacán, razón por la que difícilmente “baja” a las ciudades e incluso a la cabeceras municipales. A lo máximo que llegó a exponerse fue a las peleas de gallos y a las carreras de caballos de las que es asiduo seguidor, aunque parece que ya abandonó ese pasatiempo, al menos de manera pública.
En contraste, los narco juniors conforme al punto de vista de expertos, no han tomado las precauciones necesarias y su pasión por los lujos es más grande que el tiento por contar con mejores filtros de seguridad, pues disfrutan de lucir sus lujosos autos y toda ornamenta que los hago lucir el poder que detentan en la carrera del crimen organizado.
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