Hasta hace unos años, Genaro García Luna era un ícaro de altos vuelos en el mundo del espionaje y la seguridad. Hoy, el estratega de la guerra contra el narcotráfico en el sexenio de Felipe Calderón (2006-2012) enfrenta tres cargos por crimen organizado.
El poderoso golpe que cortó las alas a García Luna fue asestado por las mismas manos que muchos años lo habrían alimentado: los cárteles de la droga.
El pasado 19 de febrero, el fiscal de Nueva York, Ryan Harris, aseguró que existe un arsenal que inculpa a Genaro García Luna de recibir sobornos del Cártel de Sinaloa.
Entre las pruebas potenciales del gobierno de EEUU se encuentra el testimonio de Jesús Reynaldo “El Rey” Zambada García, quien se convirtió en cooperante de la justicia estadounidense en la causa de Joaquín “El Chapo” Guzmán.
“El Rey", hermano de Ismael “El Mayo” Zambada, fundador del Cártel de Sinaloa, aseguró durante un interrogatorio en 2018 que hizo pagos millonarios al ex secretario de Seguridad.
Detalló que el primer soborno, que se produjo en un restaurante en 2005, ascendía a USD 3.000.000. García Luna estaba al mando de la agencia federal de investigaciones.
A este siguió un pago de entre tres y cinco millones de dólares en 2007, cuando el ex funcionario ya era titular de la Secretaría de Seguridad Pública.
—"¿Se reunió con García Luna?", preguntó el abogado William Purpura
“Sí”, respondió Jesús Zambada García.
El dinero iba en un maletín y tenía como propósito conseguir que se nombrara como jefe de Policía en Culiacán a una persona de confianza del cártel para así tenerla en su bolsillo.
Zambada trató que la agencia de seguridad no interfiriera en la operación del narcotráfico de la organización criminal ni en su arresto. Además advirtió que García Luna tenía un compromiso firme con el clan integrado por los hermanos Beltrán Leyva. Para garantizar la protección del grupo delictivo, entre 2006 y 2007, juntaron con sus socios USD 50.000.000.
Las señales del vinculo entre el crimen organizado y García Luna siempre estuvieron allí para quienes quisieran verlas. En 2009, la revista Proceso publicó que Genaro García Luna fue emboscado en Tepoztlán, Morelos, por una célula encabezada por los hermanos Beltrán Leyva, que retuvo por horas al entonces secretario de Seguridad Pública.
El clan advirtió al funcionario que tenía que cumplir con los acuerdos que, naturalmente se sabía, eran por dinero.
Precisamente un líder de este cártel se convertiría más tarde en la voz en contra del “súper policía”: Sergio Enrique Barragán Villarreal.
Alias “El Grande”, operador del Cártel de los Beltrán Lyeva, embarró a cuanto mando pudo, luego de su extradición a EEUU en 2012.
El testimonio del narco aludió a contactos con el ex presidente Felipe Calderón y con otros funcionarios mexicanos como García Luna y el ex diputado panista, Guillermo Anaya.
Sergio Enrique Barragán fue detenido en Puebla en 2010, desde entonces se comprometió a declarar todo lo que sabía sobre las redes de corrupción en las corporaciones policíacas y proporcionar los nombres de los funcionarios vinculados al crimen organizado.
El 8 de noviembre de 2018 en una Corte de Distrito Norte de Chicago, Illinois, Barragán confirmó que Genaro García y su compadre, Luis Cárdenas Palomino, colaboraban para el Cártel de Sinaloa y los Beltrán Leyva, cuando ambos estaban en la Secretaría de Seguridad Pública.
Su acusación tuvo lugar el juicio contra el ex comandante de la Policía Federal de México, Iván Reyes Arzate, arrestado por las autoridades americanas en abril de 2017 e incriminado de pasar información de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos al Cártel de los Beltrán Leyva.
Reyes Arzate —quien mantiene tratos con el gobierno estadounidense— se convertiría también en uno de los testigos clave para hundir a Genaro García Luna.
La DEA llegó a Reyes en el contexto de una investigación sobre narcotráfico de drogas en el área de Chicago, centrada en el narcotraficante llamado Ángel Domínguez y otras dos personas no identificadas en la denuncia, que operaban como distribuidores de droga en EEUU para los cárteles Beltrán Leyva y Sinaloa.
Los teléfonos de los tres capos estaban intervenidos y en una de las conversaciones aparece un “soplón” que les dice que están siendo investigados. Ese “soplón” sería Reyes Arzate bajo el nombre de “Ayala”.
En aquel entonces, el dato más difícil de digerir para las autoridades fue que Reyes llegó a ser el máximo responsable de las llamadas unidades de investigación especial, que son departamentos donde se comparte información sensible de las investigaciones contra las grandes bandas criminales.
Evalúan un próximo testigo estelar
El papel de Dámaso López Núñez, “El Licenciado”, fue tan prominente en el Cártel de Sinaloa que sus declaraciones hundieron al capo Joaquín Guzmán Loera.
Ahora, la justicia en Estados Unidos no descarta invitar al ex socio y compadre de “El Chapo” para testificar en la causa del máximo jefe de la policía mexicana, Genaro García Luna.
Los destinos de García Luna y “El Licenciado” estuvieron enlazados desde que este último tenía el control de las nóminas del Cártel de Sinaloa.
Los tratos de “El Licenciado” con el gobierno de Estados Unidos se reanudaron el 7 de febrero, en una Corte del Distrito Este de Virginia, donde se dijo, tocaron temas sobre la reducción de su sentencia a cadena perpetua.
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