Conforme a la información provista por el Wilson Center de Washington D.C., a raíz del aumento del uso del fentanilo, la demanda de la heroína en México ha disminuido, afectando a los productores de opio.
Esto impulsa a que la población comience a migrar, pues dejan de percibir las ganancias que solían recibir por el tráfico de heroína, que oscilan entre los 6 mil y los 8 mil pesos (es decir, entre los 315 a 415 dólares).
El mismo centro señala que estados como Guerrero, Nayarit y Oaxaca, así como zonas como el del Triángulo Dorado a las que pertenecen Sinaloa, Durango y Chihuahua dependen económicamente de este tipo de actividades ilícitas, a las que el opio aportó un incremento en 2017 de aproximadamente 19 mil millones de pesos (mil millones de dólares), casi el triple de la producción agrícola legal de todo el estado de Guerrero.
Sin embargo, el crimen organizado es adaptable y de prevalecer la venta del fentanilo, podrían incrementar su incidencia en otros mercados como el de la explotación forestal ilegal, la minería ilegal e incluso el de la producción de drogas sintéticas.
Un reporte encabezado por el Instituto Nacional de Psiquiatría de México y Prevencasa publicado en la revista científica Addiction al cierre de 2019, analizó el uso ilícito del fentanilo, reportándolo como una adicción mortal.
Los usuarios que lo compran no tienen idea de que, al ser una droga de corte sintético, cuando se inyecta en las venas, está pasando por ellas un opioide mucho más fuerte que la heroína.
Sin embargo, los cárteles de drogas han descubierto que es más económica y más fácil de producir, a diferencia de la amapola que conlleva un proceso que implica mayor mano de obra en materia de cultivo y de procesamiento para convertirla en heroína. Por ello, el estudio publicado en Addiction reveló que los usuarios que consumen heroína, no saben que 94% de ese polvo blanco en realidad contiene fentanilo.
Lo anterior apunta al alto índice de sobredosis que se han dado en periodos de tan sólo seis meses en ciudades fronterizas como Tijuana. Sobre la materia, una investigación hecha por Univisión Investiga documentó recientemente la existencia de laboratorios clandestinos en los que se produce fentanilo, los cuales se han asentado en sitios que suponen una vida tranquila y libre de problemas relacionados al crimen organizado.
El equipo de investigación de dicha cadena de televisión reportó que en suma, cada uno de esos laboratorios produce a la semana un aproximado de 20 mil dosis de fentanilo que a su vez, se dirige hacia el mercado estadounidense.
En su trasiego, los distribuidores de dicho opioide sintético han encontrado diversas maneras de ocultarlo de las autoridades, operación que raya entre lo novedoso y lo tradicional pues los grupos delictivos aseguran que siempre usan guantes a fin de que no detecten sus huellas en caso de que la droga sea descubierta por las autoridades.
A ello suman capas de plástico y de detergente a las que les dan cierto tiempo para ocultar el olor y después les añaden café en polvo, con el objetivo de que los paquetes no puedan ser identificados por los perros.
También se usa grasa de automóvil, lo emplean para cuando viajan en carretera y que éste confunda los paquetes con el aroma de los compartimentos. Después de todas esas capas, los traficantes empacan la droga en cinta canela. Las autoridades han confiscado el fentanilo en diferentes tipos de presentaciones que el crimen organizado ha empleado para enmascararlo, como lo ha sido a través de muñecos de peluche y de dulces.
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