El 18 de diciembre de 1951, los vecinos de la calle Palenque, en la colonia Narvarte, escucharon un estruendo en el número 425.
Los pequeños Carlos (4), Raúl Salinas (5) y Gustavo Rodolfo Zapata (8) habían acabado de asesinar a la sirvienta de la casa.
Mientras los tres jugaban a “la guerra”, fusilaron a una joven de 12 años de orígen indígena identificada como Manuela. Le dispararon con un rifle calibre 22. El proyectil le perforó el pómulo izquierdo y se alojó en su cabeza. Los niños no tenían una idea exacta de lo que había acabado de suceder.
Cuando la otra sirvienta de la casa, María Torres Garrido, les preguntó qué habían hecho, ellos contestaron, llenos de satisfacción:
—¡Ya matamos a Manuela!
El rifle calibre 22, fue encontrado por las autoridades dentro de la casa y por la trayectoria que siguió la bala se presumieron que los disparos fueron hechos desde el hall de la casa.
En su declaración, la señora Margarita, madre de Carlos y Raúl, dijo que a eso de las 11:00 horas tuvo la necesidad de salir a la calle a realizar algunas compras, dejando en el hogar a los niños bajo el cuidado de su sirvienta Manuela.
El diario Excélsior informó en México del caso
Cuando regresó, una hora y media después, se enteró por los vecinos que algo grave había ocurrido. La policía no le permitió el paso a su propia casa. Más tarde dijo que el rifle con el que asesinaron a su sirvienta, lo tenía su esposo, el licenciado Raúl Salinas Lozano, en un clóset de donde debieron haberlo tomado imprudentemente sus hijos.
Carlos, cuando se le preguntó lo que había ocurrido, dijo: “yo la maté de un balazo, soy un héroe”, explicando después que jugaban al “fusilamiento” con su sirvienta que en esos momentos se dedicaba a hacer el aseo de la casa.
También se tomó declaración a María Torres Garrido, la cual dijo no haberse dada cuenta de la forma como ocurrió el accidente, pues estaba en esos momentos entregada a sus labores. Dijo que siempre tenía por costumbre vigilar a Manuela—que tenía apenas mes y medio de haber comenzado a trabajar en aquella casa—, y que al asomarse a ver qué hacía, la encontró ya sin vida, diciéndole los niños que ellos la habían matado.
Carlos, el más pequeño de los niños, se terminaría convirtiendo en el presidente de México en el período de 1988 a 1994. Su mandato estuvo marcado por la sombra de un fraude electoral en los comicios de 1998.
El candidato izquierdista, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, acusó al gobierno priísta de modificar los resultados de las elecciones. En el conteo de votos, Cárdenas iba a la delantera cuando ocurrió un “fallo en el sistema”, que al normalizarse, dio por ganador a Carlos Salinas.
Su administración también se vio marcada por la privatización de paraestatales como Pemex, CFE, Telmex y la banca mexicana.
Fue el mandatario que negoció el Tratado de Libre Comercio en 1993, a pesar de la inconformidad de miles de pequeños empresarios.
Ese mismo año asesinaron al precandidato a la presidencia del PRI, Luis Donaldo Colosio; y la vox populi señaló a Carlos Salinas como el autor intelectual.
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