Enemigo público número uno. Huchicolero millonario y sanguinario. El criminal más buscado de Guanajuato. José Antonio Yépez “El Marro”, diseñó todo un pueblo para cometer sus crímenes, sembrar el terror en la región, vivir rodeado de lujos con su familia y huir de la policía mexicana.
La comunidad de Santa Rosa de Lima (en el municipio de Villagrán, Guanajuato) que lleva el nombre del cártel liderado por “El Marro”, se convirtió en la propiedad de éste, no sólo por la red de inmuebles que creó para operar y sobrevivir, sino por la lealtad de todo el pueblo.
El poderío de José Antonio Yépez comienza en la calle Leandro Valle, donde se localiza uno de los inmuebles de lujo, donde solía descansar el líder huachicolero.
A unos cuantos pasos, en la dirección México 45 D, Torrecilla, Gto., se esconde una casa verde con un patio frontal detrás de una malla cubierta con plásticos negros, blancos y verdes. Según Milenio, en dicho inmueble los sicarios del Cártel de Santa Rosa de Lima fabricaban explosivos caseros y los almacenaban.
En marzo pasado, los artefactos ahí elaborados sirvieron para que los habitantes se abastecieran y ayudaran a que las autoridades no capturaran a “El Marro”.
A 150 metros de ese lugar, fue construida una vivienda de tres pisos, que en su momento fue utilizada como casa de seguridad. Hoy, ocupa un pequeño negocio en la planta baja.
En la acera de enfrente está ubicada la residencia conocida como “La Casa Rosa”, un inmueble de ese color y barandal blanco, donde el Cártel de Santa Rosa de Lima realizaba sus actos más sanguinarios, pues según las autoridades, ahí descuartizaba y disolvía en ácido a sus víctimas.
En la calle Leandro Valle esquina con Miguel Hidalgo, se observa un monumento de arcos presuntamente construido por el criminal. En todos los ángulos forma una "M", la inicial de su apodo.
La logística del líder criminal llegó hasta la construcción de una “prisión”, para encerrar a las piezas clave que pudieran darle información privilegiada.
La cárcel localizada en una camino de terracería fue incautada a mediados del año pasado. Según consignaron las autoridades, la celdas tenían puertas de abarrotes, cerrojos y candados, como cualquier prisión.
En esa comunidad fue decomisada también la residencia más grande perteneciente a “El Marro”. En este lugar con un gran jardín, alberca, habitaciones, cantina, y zona de juegos, descansaba José Antonio Yépez después de martirizar a sus víctimas.
“La Casa de las Albercas” fue otro de los domicilios incautados a “El Marro”. Su nombre se debe a la piscina de siete secciones, con barra a nivel del agua y un puente con la que fue construida.
Ésta contaba con dos salidas, la primera a una calle desolada que en pocos minutos podría llevar a José Antonio Yépez a la carretera Salamanca-Celaya o al aeropuerto de dicho municipio, y la otra ruta de evacuación daba a la bodega “Logística López”, cuya función era ser una empresa fachada.
Al momento de ser decomisada, se encontraron algunas relaciones de contabilidad en las que el cártel registraba gastos por medio millón de pesos en el traslado de vehículos y mercancía robada a Tijuana y Sonora, principalmente. Las ganancias documentadas superaban los 1,000 millones de pesos.
La bodega tenía una oficina con pisos movedizos en los que escondía drogas y armas, así como un sistema de vigilancia. En la planta alta había una sala, una recámara y un baño con spa.
Aproximadamente a 3,5 kilómetros de la bodega, las autoridades ubicaron la residencia donde “El Marro” vivió un tiempo con su familia.
Se trataba de un inmueble ubicado en el fraccionamiento Álamo Country Club, conocido por albergar casas vanguardistas, cocheras con autos último modelo, una escuela primaria dentro y amplios jardines.
El líder criminal tenía el domicilio 134, con interiores en amarillo, una chimenea azul y acabados de aluminio y madera. Amplias recámaras, sala, cocina, comedir, zona de recepción , una parte trasera con juegos y un cuarto.
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