Lucio Yáñez García, de 74 años de edad, está preso en Chiconautla, uno de los penales más peligrosos del Estado de México. Llegó a ese lugar por lesionar a un hombre que lo asaltó y le quitó su única fuente de trabajo: su violín.
A pesar de que no fue un delito tipificado como grave, le pedían menos de 5,000 pesos para obtener su libertad, sin embargo no tiene familia ni recursos para pagarlos y tuvo que seguir preso.
El 13 de febrero de 2019 caminaba por una calle del municipio de Ecatepec, Estado de México y un hombre se le acercó por detrás.
“Me jaló mi violín y como no se lo quería yo dejar, sacó la pistola, me dio un cachazo en mi oreja, yo lo tengo reventado el oído y mi oreja”, explicó Lucio Yáñez García.
Lucio explicó que en su desesperación tomó un cuchillo de un puesto de tacos y lesionó al hombre que lo agredió.
"Lo alcancé a picar, fue un momento, un momento repentino que pues yo con el coraje. Yo considero que me defendí, por lo mío, porque se llevó mi violín”, dijo el hombre a Noticieros Televisa.
Lucio fue sentenciado a dos años por el delito de lesiones también se le impuso una fianza, que le fue imposible pagar.
“Pues a lo que me dijo la defensora que me andaba ayudando, te van a poner dos años, pero vas a dar 4,666, es lo que me puso de mi fianza, pero como no tengo quién me apoye pues me quedé”, abundó el preso del violín.
Lucio es indígena otomí tepehua de la Huasteca Hidalguense; llegó a la zona metropolitana del Valle de México hace 22 años, para buscar trabajo y se estableció en el municipio de Ecatepec.
Pero como es analfabeta, solo consiguió trabajo de ayudante de albañil, cuando se le acabaron las fuerzas se compró un violín, para pedir monedas a cambio de sus sones huastecos.
Lucio Yáñez García, contó: “Pues ya está uno grande, ya no le dan a uno ‘chamba’(trabajo) como quiera, pues andaba ahí con mi violincito”.
En la colonia donde ocurrió el incidente, los vecinos dicen que tienen más de 15 años de conocer a Lucio.
Aseguran que vivía solo y que nunca tuvo problemas, ni se metió con nadie.
“Él se ayudaba aquí de sus propinitas de que le daban de la cantada, porque de otra forma no, nadie le echaba la mano”, relató Daniel Ramos Vargas, vecino de Lucio.
Por su parte, Clara García, vecina de Lucio, destacó: “Siempre con su violín, yo lo encontraba y pues ya le decía ándele, tóquele a mi mamá unas canciones, pero pues no, no nunca era problemas el señor”.
Una de sus vecinas, Adela Alvarado García, es la única persona que ha tratado de ayudar al adulto mayor.
“Cuando yo fui a quererlo sacar me pidieron una cantidad que no la tengo, yo apenas estoy empezando así con mi negocio, así pequeñito y ahí voy apenas empezando”, relató la mujer.
Lo más que ha logrado Adela es hacerle llegar al interior del penal, otro violín a Lucio que es lo que le alegra sus días y mantiene su esperanza de que pueda salir pronto.
Raúl Espinola, abogado penalista, consideró que la culpabilidad de Lucio no estuvo demostrada plenamente.
“Simplemente fue un acto, reflejo de defensa de su patrimonio, de defensa de su modo de vida y de comer. Estamos en presencia de lo que podemos llamar la legítima defensa”, declaró Espinola.
“Las cárceles están llenas de personas pobres, porque son las que no se pueden defender. Los derechos humanos fueron violentados en el caso de este señor más tratándose de un indígena, de un indigente y de una persona de la tercera edad”, agregó.
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