La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), había llegado a un punto límite. En 1999, cientos de estudiantes, sociedad civil y académicos, decidieron tomar las instalaciones de la institución y realizar paro de labores como protesta contra la modificación al Reglamento General de Pagos, en el que se establecían cuotas altas para que los estudiantes pudieran inscribirse y realizar otros trámites de la institución.
Durante diez meses los activistas intentaron luchar y resistir. Con el tiempo los ánimos bajaron, pero aún había grupos que en Ciudad Universitario (CU) continuaban manteniendo la contención y reuniéndose para discutir sus demandas. Eso hacían el domino 6 de febrero del año 2000, cuando el movimiento fue detenido en seco.
Como un acto inaudito, más de dos millares de agentes de la Policía Federal Preventiva, acompañados de un par de helicópteros, irrumpieron en el campus central. Arrestaron a 700 estudiantes esperando disolver los grupos que protestaban.
El número de elementos, su fuerza y escudos superó por mucho a la resistencia de los activistas que se rehusaban a ceder ante las autoridades.
Pero después de acabado el movimiento, los grupos de jóvenes organizados no se extinguieron. Cuando los enfrentamientos terminaron, los colectivos tomaron como suyos salones de clases de escuelas de la institución para continuar ejerciendo su ideología. A 20 años de la huelga más grande que ha vivido la UNAM la mayoría de estas aulas siguen siendo usadas por ellos. Según el periódico la Crónica, en total se trata de 40 salones y tres auditorios.
Uno de esos planteles es la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS). Según Comité Cerezo, organización defensora de derechos humanos, en la escuela se reúnen 12 grupos activistas, de los cuáles cuatro de ellos utilizan espacios físicos para realizar sus actividades. En algunos, incluso se establecieron comercios.
Estos grupos se han identificado como: Conciencia y Libertad, Frente de Lucha Estudiantil Julio Antonio Mella (FLE-JAM), Ché Guevara, Rebeldía y Camilo Cienfuegos.
El primero fue fundado por Alejandro Echeverría, alías “El Mosh”, quien fuera integrante del Consejo General de Huelga (CGH) y uno de los activistas más presentes en el movimiento. Después de las manifestaciones en CU fue encarcelado por cuatro meses debido a daños en la nación, pero no dejó de militar. En el 2018 fue detenido en Morelia, Michoacán, por haber tomado instalaciones del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). El grupo todavía opera en la FCPyS en el SALÓN B-008 bajo su dirección, según Comité Cerezo.
Mientras que el FLE-JAM fue creado por Jorge Alberto Martínez Valero, conocido como “El Mega”. También era parte del CGH y ahora es enfermero salubrista. Aún participa de manera activa en conferencias y foros organizados por estudiantes de la UNAM. El fundador fue detenido en 2004 por haber roto ventanas, muebles, cámaras y otros objetos de la institución.
Ambos pertenecía al grupo de Los Ultra, quienes tenían posturas más radicales durante la huelga.
En cuanto a la organización Ché Guevara, quienes están establecidos en el salón B-2010. Según el Colectivo Cerezo, el fundador del grupo es Iván Galíndez Ortegón, quien en la actualidad es coordinador de Servicios Estudiantiles de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM).
La organización Rebeldía, ubicada en los salones A-109 y A-110, fue creada por Juan García Pérez, mientras que el colectivo Camilo Cienfuegos por Olinka Áviles Flores. De ambos fundadores se tiene poca información.
Durante años se ha intentado recuperar las aulas que deberían servir para dar clases, sin embargo, ninguna gestión de la universidad lo ha logrado. El último intento de negociación fue en febrero de este año cuando se inició un diálogo entre grupos feministas, que mantienen en paro de labores la Facultad de Filosofía y Letras, y las autoridades del plantel. Los profesores quisieron solicitar que el Auditorio Justo Sierra, nombrado Ché Guevara, fuera desocupado. Sin embargo, las alumnas reclamaron aprovecharse del movimiento que busca erradicar la violencia contra las mujeres, para realizar acciones ajenas al movimiento.
El paro de labores de la UNAM en 2020
Dos décadas después aun proliferan los problemas en la institución. Desde noviembre del 2019 en la universidad han habido paro de actividades, protestas y manifestaciones, para que las autoridades tomen medidas efectivas para eliminar la violencia de género dentro de la universidad.
Al 6 de febrero de este año hay 14 planteles sin clases: la Escuela Nacional Preparatoria (ENP) 3, 5, 6, 9, el Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) planteles Naucalpan, Vallejo, Sur y Azcapotzalco, así como la Facultad de Folosofía y Letras, Ciencias Políticas y Sociales, Arquitectura, Artes y Diseño, Trabajo Social y Psicología.
Según El Universal, han sido afectados 161 mil 544 estudiantes por la suspensión de las clases por lo que académicos han buscado soluciones para no perder el semestre, como las clases extramuros o evaluaciones electrónicas.
Desde que comenzaron las protestas, se iniciaron 17 procedimientos de investigación contra presuntos agresores de mujeres, se separaron temporalmente de sus planteles nueve profesores denunciados por acoso sexual y se acompañó a denunciar a un estudiante acusado de grabar en el baño a una estudiante, según la Oficina de la abogada General de la UNAM.
Sin embargo, las alumnas consideran que no ha sido suficiente. En tres años han habido casi mil quejas por violencia de género y 366 agresores sancionados.
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