Los hermanos Beltrán Leyva —Marcos Arturo, Alfredo, Héctor y Carlos— no siempre fueron autónomos. Según varias versiones, el clan comenzó su carrera criminal en Sinaloa, su lugar de origen, trabajando con los pequeños cultivadores de amapola.
En el bastión del narcotráfico, los Beltrán Leyva estaban al mando de Amando Carrillo Fuentes, quien los empleó como sicarios y transportistas.
Alias “El Señor de los Cielos”, lideraba el poderoso Cártel de Juárez, que había establecido rutas de narcotráfico que se extendían hacia el sur hasta Colombia y al norte hasta EEUU.
Al igual que su jefe, los Beltrán Leyva eran despiadados y ambiciosos, razón por la cual lograron posicionarse en los escalones más altos del crimen organizado.
Mientras el grupo criminal de los Beltrán Leyva comenzó a dejar su huella, en Badiraguato, Sinaloa, tierra donde nació Joaquín “El Chapo” Guzmán, había evidencias de que en algún momento el entonces Cártel de Guadalajara, ahora de Sinaloa, y los hermanos Leyva trabajaron juntos como sicarios.
Esta conexión fue decisiva cuando Guzmán fue encarcelado en 1993. Entonces, el clan Beltrán Leyva ayudó a Arturo, hermano del Chapo, a mantener el negocio a flote, además de planear el escape de Guzmán Loera en 2001.
Todo parecía en ascenso hasta que en enero de 2008, Alfredo Beltrán Leyva, “El Mochomo” fue capturado por elementos del Ejército Mexicano, en la ciudad de Culiacán.
Tras la detención del criminal, los hermanos que quedaron en libertad, acusaron al Chapo de traición e iniciaron una guerra por el poder de Sinaloa que aportó muchas muertes a la guerra contra el narcotráfico.
Una de las primeras víctimas fue Edgar Guzmán, hijo de Joaquín Guzmán, quien fue asesinado cuando salía de un centro comercial en Sinaloa con sus guardespaldas.
Para afianzar su poder, los Beltrán Leyva sellaron un pacto de colaboración con el grupo criminal de Los Zetas y extendieron su campo de acción a varios estados del país: Guerrero, Chiapas, Quintana Roo, Tamaulipas y hasta la propia Ciudad de México.
Mientras tanto, el cártel de Sinaloa llegó a acuerdos de trabajo con el Cártel del Golfo y la Familia Michoacana, un despiadado grupo que había irrumpido en la escena en 2006. Sin embargo, fue su relación con funcionarios del gobierno federal lo que mantuvo al cártel alineado en contra de los Beltrán Leyva.
Ésta última organización familiar fue muy influyente, pero fue víctima de su propio orgullo desmesurado. Su perfil público aumentó constantemente, al igual que sus apariciones en fiestas extravagantes en lugares como Cuernavaca, donde su dominio era indiscutible.
En 2009 decenas de sus sicarios fueron arrestados o asesinados. A finales de ese año, la Marina dio de baja a Arturo Beltrán Leyva en un apartamento ubicado en un lujoso barrio de Cuernavaca.
El siguiente ciclo fue aún peor para el clan Beltrán Leyva. Tras la muerte de Arturo, su hermano Héctor reagrupó lo que quedaba de la organización criminal y cambió su nombre a Cártel del Pacífico Sur; no obstante, las batallas entre dos facciones dejó al grupo criminal vulnerable. Asimismo, Carlos Beltrán Leyva fue detenido en enero de 2010.
Lo que queda de los Beltrán Leyva ha sido fortalecido por las diferentes células criminales que se dividieron su poder.
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