El acceso a la higiene íntima es una realidad poco alcanzable para las mujeres presas en las cárceles mexicanas. Poder adquirir una toalla sanitaria durante su periodo no es sencillo. Por lo que durante años han tenido que recurrir a usar playeras, trapos y otras prendas de ropa, aumentando así el riesgo de sufrir infecciones.
El Sistema Penitenciario Mexicano no las provee de esta ni de otros insumos para la menstruación. Los familiares de las reclusas deben llevárselos durante las visitas o ellas tienen que trabajar extra para comprarlas en aproximadamente 80 pesos, cuando en supermercados regulares el costo es de alrededor de 40 pesos, informó el diario El Universal.
“En el Cefereso (Centro Federal de Readaptación Social) de Morelos yo tenía hemorragias por mala alimentación y pérdida de peso. Primero perdí la regla, pero cuando volvió era muy abundante. Yo tenía tienda, porque no tenía depósito. ¿Qué podía hacer? Usar calcetines como toallas”, relató Viridiana, quien salió de prisión en el 2019. Ella tenía que recurrir a colocarse calcetines para evitar ensuciar su uniforme cuando reglaba en prisión.
Los gobiernos federales y locales, además de las administraciones de las cárceles en México, no cuentan con presupuesto que se destine a estas cuestiones. La Secretaría de Salud (SSA), dijo a través de los órganos de transparencia que no tiene información sobre compras de toallas femeninas destinadas a los centros de readaptación, según el medio mexicano.
Sucede lo mismo con las dependencias de los estados. En 2017, durante el Día de la Higiene Íntima Femenina, Armando Ahued Ortega, secretario de Salud de la Ciudad de México, anunció que había recibido un donativo de un millón de toallas femeninas de la empresa Saba. Declaró que serían utilizadas para hospitales, el programa Médico en Tu Casa y reclusorios. Sin embargo, durante la actual administración la dependencia informó a El Universal que no hay registro alguno de la donación.
También indicó que no se brinda este insumo a las prisiones de mujeres de la capital del país. Además, la Unidad Departamental de Compras y Control de Materiales de la Subsecretaría del Sistema Penitenciario de la Ciudad de México dijo que no tiene ni contratos ni dinero destinado para comprar toallas femeninas.
Lo mismo sucede en los estados. “No se proporcionan toallas sanitarias por adquisición mensual para las personas privadas de la libertad. El centro tiene un control de autorización de productos de higiene personal que las mismas personas privadas de la libertad del sexo femenino adquieren con sus propios recursos”, informaron las autoridades de Zacatecas a través de recursos de transparencia.
Ahí hay 156 mujeres que viven en el Centro de Reinserción Social de Cieneguillas. Isabel, una de las reclusas, dijo en entrevista al medio mexicano que le ha tocado menstruar cuando no hay agua, por lo que se aísla ya que se siente incómoda.
En esa penitenciaría hay un área de atenciones ginecológicas. Cuentan con anticonceptivos, medicinas para infecciones vaginales y un paquete con apósitos cuadrados, los cuáles dicen que entregan a las mujeres cuando tienen la regla, aunque están etiquetados como material de curación para heridas.
“Sus familiares, en gran parte, cubren esta necesidad. Es cierto que el gobierno del estado nos suministra estos artículos y que afortunadamente hay labor social, grupos religiosos o voluntariados que apoyan con despensas o artículos de primera necesidad”, declaró Isabel Valadez, jefa del área jurídica del penal de Cieneguillas.
Derecho a la higiene menstrual
Organizaciones como Human Rights Watch y Wash United argumentan que tener acceso a insumos para la higiene durante el periodo es fundamental para garantizar la equidad de género. Afirman que las mujeres que no pueden manejar la sanidad durante la regla puede afectar de manera negativa su derecho a la educación, trabajo y salud.
“La falta de higiene menstrual afecta la autoestima de mujeres en cárceles y en otros lugares, están expuestas a tener una mancha de sangre en el uniforme o la sangre corriendo por sus piernas cuando esto es considerado algo pecaminoso”, dijo Diana Sierra, emprendedora social y parte de Wash United y Be Girl.
En la actualidad, este tipo de organizaciones y mujeres que salieron de las prisiones se organizan para llevar kits de higiene personal cada semana. Juntas formaron Red de Mujeres por la Libertad, que ayuda a las reclusas para que tengan una vida digna dentro de los Centros de Rehabilitación Social, y para ayudarlas cuando salen de ellos.
“Seguimos perpetuando esta idea de que las personas privadas de la libertad son de segunda clase y que únicamente reciben presupuesto si sobra, cuando en realidad las mujeres privadas de la libertad no deberían estar sujetas nada más a una campaña de salud. Las autoridades médicas deberían estar ahí todo el año”, dijo Layla Almaraz, coordinadora del área jurídica de la organización Así Legal.
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