La novia que lo delató, la ex esposa en la cárcel y un hijo que se llama Uber: la caída del narco que era maestro rural

La Tuta, cabecilla del cártel de Los Caballeros Templarios, fue uno de los delincuentes más buscados en el país. Una de sus características era que le gustaba transmitir mensajes por YouTube

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"La Tuta" comenzó en el narcotráfico en 2001. Antes, se desempeñaba como profesor (Foto: Especial)
"La Tuta" comenzó en el narcotráfico en 2001. Antes, se desempeñaba como profesor (Foto: Especial)

El 27 de febrero de 2015 será un día que permanecerá por siempre en la cabeza de Servando Gómez Martínez “La Tuta”, uno de los fundadores y cabecillas del cártel de los Caballeros Templarios que sembró el terror en el estado de Michoacán.

Ese día, fue capturado por autoridades federales sin necesidad de que hubiera un solo tiro, después de haber aparecido en la lista de los más buscados del país.

“Me sorprendieron… unos chamacos”, dijo La Tuta durante sus primeras declaraciones que recupera un blog de la extinta Policía Federal (PF).

Uno de los escondites del ex líder de la Familia Michoacana, Servando Gómez Martínez, "La Tuta" (Foto: Cuartoscuro)
Uno de los escondites del ex líder de la Familia Michoacana, Servando Gómez Martínez, "La Tuta" (Foto: Cuartoscuro)

La pista que llevó a su captura fue el seguimiento que desde 2014 hicieron las autoridades de una ex novia del capo que los llevó hasta el criminal.

Uno de los hechos importantes que confirmar la ubicación de Gómez Martínez, ocurrió el 6 de febrero, fecha de su cumpleaños, pues al domicilio en el que fue detenido, en la Sierra del Aguililla, llegaron varias personas con pasteles, refrescos y comida, una de ellas era su novia.

El normalista que se integró a las filas del narcotráfico en el año 2000 vendiendo marihuana en Michoacán fue el principal generador de la violencia en aquella entidad entre 2010 y 2015, hecho que incluso derivó en el surgimiento de los grupos de autodefensas que eran civiles armados que ante la incompetencia del Estado para detener el avance del grupo criminal, decidieron hacerle frente.

A través de videograbaciones que difundía en YouTube se hizo una imagen de hombre mandón, controlador y dueño de la situación al saberse poderoso en su tierra natal, pues lo mismo mandaba mensajes a los presidentes que desafiaba al Ejército, Marina y Policía Federal.

La Tuta fue obligado a dejar la finca conocida como La Cucha, enclavada en el corazón de la zona de Tierra Caliente michoacana, donde el cabecilla de Los Caballeros Templarios se sentía seguro a pesar de las incomodidades.

Una pequeña cabaña de madera era el lugar preferido de La Tuta para pasar desapercibido en este lugar de difícil acceso al cual se llega por brechas, caminos de terracería o por aire.

A pesar de contar con recursos producto de su actividad criminal y un fuerte dispositivo de seguridad, Servando Gómez pasó sus últimos días en libertad apartado de la civilización, en una austeridad completa, a pesar de ciertos lujos, como la televisión satelital y bebidas caras, así como algunas de sus comidas preferidas a base de mariscos, que se localizaron en la cabaña de madera de tres por tres metros, donde aún se observan cables y conexiones eléctricas.

El cártel de Los Caballeros Templarios surgió en 2011 en Michoacán (Foto: archivo)
El cártel de Los Caballeros Templarios surgió en 2011 en Michoacán (Foto: archivo)

La Tuta intentó ganarle la partida a los policías federales que le seguían sus pasos de cerca y decidió mudarse a la zona urbana de la capital del estado en un intento por burlar los trabajos de inteligencia.

Sin embargo, con una ex esposa y dos hijos presos, las autoridades contaban con suficiente información para detener al capo.

En octubre de 2014 fue detenida Ana Patiño López, ex esposa de La Tuta con quien procreó a sus hijos procreó a sus hijos Luis Servando, Uber y Alejandra Sayonara, los dos primeros también presos.

Ana Patiño López (Foto: Twitter@PedroFerriz)
Ana Patiño López (Foto: Twitter@PedroFerriz)

Al momento de la detención, la mujer, entonces de 46 años, viajaba a bordo de un vehículo marca Volkswagen tipo Passat, unidad que presentaba irregularidades en su número de serie.

También le fueron asegurados 119 mil 600 pesos en moneda nacional y 6 mil 350 dólares americanos, así como equipo de cómputo y fotográfico, además de seis equipos de comunicación y cinco cajas de medicamento controlado denominado Rivotril, el cual es un ansiolítico o sedante.

La mujer fue acusada de adquisición o posesión de objetos robados o de procedencia ilegal, operaciones con recursos de procedencia ilícita, cohecho y por su probable responsabilidad en los delitos contra la salud, en su modalidad de posesión de psicotrópicos, con fines de suministro o comercio.

La Tuta cumple actualmente una condena de 55 años, lo que indica que saldrá de prisión al cumplir los 108 años. Su cártel es recordado por haber sembrado el pánico entre los habitantes, pero también por haberse envuelto en una ola de misticismo que mezclaba la delincuencia con el canibalismo y las creencias religiosas.

Era un narcotraficante singular. Había estudiado hasta un nivel equivalente a la licenciatura, en el Centro Regional de Educación Normal (CREN) de Arteaga. Primero fue maestro de primaria en el municipio de Quiroga y en 1985 consiguió su plaza permanente en la escuela primaria “Melchor Ocampo”, ubicada en una colonia semiurbana llamada El Ejidal.

Como docente, Gómez Martínez participó en el movimiento magisterial de izquierda en Michoacán y Guerrero (vecinos en la zona de Tierra Caliente), en su momento epicentros de movimientos guerrilleros que surgieron desde 1960.

De esa experiencia “La Tuta” aprendió “estrategias de penetración social, tácticas de lucha guerrillera y formas de sobrevivencia en la clandestinidad”.

En él además había otro rasgo de personalidad distintivo: su afición al esoterismo y la lectura del Tarot. Según la Procuraduría General de la República (PGR) las cartas eran su oráculo: a partir de su interpretación, tomaba decisiones como asesinar a supuestos traidores o elegir dónde esconderse.

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