Todos hemos oído la historia de los Reyes Magos que viajaron desde Oriente hasta Belén, siguiendo una estrella y portando obsequios para adorar al niño Dios. Sin embargo, la historia detrás de estos personajes y los rituales que giran entorno a ellos son mucho más enigmáticos. Aquí una lista de lo más reseñable:
No tres, sino cuatro Reyes Magos
En la versión que todos conocemos Melchor, Gaspar y Baltasar fueron los tres magos que rindieron tributo a Jesús. Sin embargo, un relato de hace medio siglo indica que habría existido un cuarto rey mago que no llegó a su destino.
Escrito a finales del siglo XIX, el relato del estadounidense Henry Van Dyke narra la historia de Artabán, quien habría dedicado 30 años de su vida a buscar al Mesías para darle tres preciosas joyas: un zafiro, un rubí y una perla, que no pudo ofrecerle el día de su nacimiento. Y es que este cuarto personaje se habría desorientado cuando iba solo hacia hacia la ciudad de Belén, según una teoría elaborada por el especialista Mark Kidger, del Centro Europeo de Astronomía Espacial (ESAC).
En su investigación, publicada en la revista Astronomía, Kidger considera que Arbatán, quien iba por su cuenta a Belén, pudo perder el punto de referencia porque una semana antes del nacimiento de Jesús la luna estuvo en conjunción con la estrella nova que seguía y se perdió la luz. A diferencia de él, Melchor, Gaspar y Baltasar, partieron antes guiados por la gran estrella de Navidad.
Por su parte, en los textos bíblicos, el único que habla de estos personajes es Mateo, quien les dedicó “tres líneas” para decir que “eran varios magos, visitaron a Herodes y adoraron al niño Jesús ofreciéndole presentes”, sin embargo, nunca especificó cuántos eran. Fue así que su número osciló entre los dos representados en las catacumbas de Roma y los doce de las tradiciones sirias y armenias, aunque se establecieron tres a razón del número de ofrendas.
¿De verdad eran reyes?
El Evangelio según Mateo no los señala como reyes, sino como “magos”, en referencia a personas sabias. En consecuencia, el uso de esta palabra sería una mala traducción de la palabra árabe “magusáioi”, que se usaba para nombrar a las personas que eran astrólogos seguidores de Zaratrustra, quien reunía una serie de talentos mágicos, astrológicos y adivinatorios en el antiguo mundo persa.
Hasta el siglo II habían sido considerados magos en el sentido de sabios astrólogos y representados “con el gorro frigio de los sacerdotes del dios persa Mitra”. Pero en el siglo III, el teólogo Tertuliano usó por primera vez el calificativo de rey para evitar el significado peyorativo que el concepto de “magia” había adquirido para la Iglesia.
Nombres y regiones de las que provenían
En el Evangelio Armenio de la infancia de Jesús, considerado apócrifo y no reconocido por la Iglesia católica, se habla de Melkon de Persia, Gaspar de la India y Baltasar de Arabia. Basado en este texto, fue en el siglo VII cuando San Beda el Venerable describió a los magos con la imagen que se conserva hasta hoy: Melchor el más viejo y el que portaba el oro, Gaspar el de mediana edad con incienso y el joven Baltasar con mirra.
Posteriormente, en el siglo XV la iconografía cristiana los representó encarnando a las tres razas conocidas en la Edad Media: Melchor personificando a Europa (un anciano de raza blanca), Gaspar a Asia (adulto de rasgos orientales) y Baltasar a África (joven y negro).
De acuerdo con el historiador italiano Franco Cardini, autor del libro Los Reyes Magos, historia y Leyenda, estos personajes acabaron convirtiéndose en “un símbolo de todos los paganos que se convierten al cristianismo sin pasar por la tradición judía”.
“Los tres Magos son los representantes de todos los pueblos de la Tierra y cada uno de ellos se convierte en rey de uno de los tres continentes conocidos y en encarnación de las razas humanas: hay un europeo, un asiático y un africano”, explicó el historiador.
Poner la carta en el zapato
La leyenda cuenta que dos compañeros de juegos de Jesús, al verlo siempre descalzo, le regalaron sus propios zapatos, que dejaron un día por la noche en la ventana de su casa. Al día siguiente, su calzado apareció de vuelta lleno de regalos en recompensa a su bondad.
Otra tradición explica que el motivo para colocar los zapatos en víspera de la llegada de los Reyes Magos, es para que ellos puedan conocer el número de personas que habitan en la casa, y por el tamaño del zapato, el tipo de regalo que deben dejar.
Una versión similar alude a que cada miembro de la familia debe dejar un zapato viejo con pasto para que los camellos en los que viajan los magos se alimenten. Estos deben colocarse a una distancia prudente para que los animales alcancen la comida a través de una ventana o algún otro lugar abierto. En recompensa, los magos dejarán un regalo.
Y hablando de animales, aunque se dice que era un dromedario, un caballo y un elefante, la historia señala que Melchor, Gaspar y Baltasar usaban camellos para seguir la estrella a Belén. Una vez cumplido su propósito, tardaron en volver a sus reinos 13 años, pues la estrella que los guiaba había desaparecido.
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