Tranquilina Hernández Lagunas lleva cinco años buscando a su hija, Mireya Montiel Hernández, una joven que tenía escasos 18 años de edad cuando desapareció. La última vez que la vio estaba saliendo de su casa con quien en ese entonces era su novio, un chico de 22 años, que podría estar detrás del crimen.
Esa tarde del 13 de septiembre de 2014, Mireya tenía que llevar a su hermana menor a la Iglesia para sus habituales clases de catecismo. Se suponía que haría una salida breve, de máximo 15 minutos, en los que acompañaría a su novio a casa de su abuela para dejar una lista de útiles. Ese cuarto de hora se ha convertido en un tormento para su madre, quien sigue en la búsqueda de su hija sin tener la menor pista de lo que ocurrió con ella.
Tranquilina recuerda ese momento en el que el novio de su hija, cuya identidad ha preferido no revelar, le pidió permiso para que su hija lo acompañara. Llevaban casi dos años de novios, así que confiaba en él. Fue la peor decisión que pudo tomar.
Una hora después de que su hija se había ausentado de casa, Tranquilina se encontró a este joven sentado en la banqueta. “'¿Dónde está Mireya?', le pregunté. ‘No sé’, me dijo. Entonces yo me sorprendí; le dije ‘¿Cómo que no sabes si tú fuiste y la sacaste de mi casa?'".
La respuesta que recibió Tranquilina fue el inicio de su pesadilla. Él aseguró que Mireya no había querido entrar a casa de su abuela, y que al salir ella simplemente se había desvanecido. La angustia inundó a su madre; llevaba una hora llamándole sin que ella respondiera. Sin embargo, aún esperaba encontrarla a salvo en el domicilio de otro de sus familiares, que vive en la misma colonia que ellos. Esta esperanza se desvaneció cuando arribó con ellos y escuchó que Mireya no había pasado por ahí esa sábado.
Volvió a su casa, ubicada en la colonia Antonio Barona en Cuernavaca, Morelos. De camino se encontró por segunda ocasión con quien era el novio de su hija. Estaba en una cabina telefónica llamando a su padre y le dijo a Tranquilina que, justo ese día, le había prestado un celular a su hija y que por eso no traía consigo su número habitual.
Lo último que recuerda de esa tarde es que caminó varios kilómetros por la autopista sin tener rastro de su hija. Y en todos estos años, las autoridades no le han ayudado y no tienen el menor indicio de dónde puede estar su hija.
“Yo llame a urgencias de inmediato pero me dijeron que debía esperar 72 horas. Llame al padre de mi hija, porque no vivimos juntos, y él me acompañó a la Fiscalía para presentar la denuncia. Después de tenerme tres horas esperando, en vez de tomar la denuncia me mandaron a buscar a la Semefo (Servicio Médico Forense), a la Cruz Roja, al resto de hospitales y a buscar una foto de mi hija”, recordó.
Fue hasta la una de la mañana que un agente se decidió a tomarle la denuncia. Pero, según cuenta Tranquilina, no sirvió de nada. Tuvo que hacerlo una segunda vez para que los policías fueran a la Colonia e iniciaran la correspondiente averiguación.
Este y otros sucesos le han hecho creer a Tranquilina que las autoridades están implicadas de alguna manera en el caso. “Los policías de Cuernavaca están coludidos con esta familia. Yo estoy segura que el muchacho tuvo que ver con al desaparición de mi hija”, dijo.
Unos días después de la desaparición de Mireya su novio se amparó y denunció a Tranquilina por amenazas. Esto y la inactividad del gobierno local han permitido que hasta el día de hoy “el muchacho se siga paseando en la colonia” mientras ella busca a su hija.
La búsqueda la ha llevado a convertirse en una reconocida activista y buscadora; ha participado en la exhumación de cadáveres en fosas clandestinas en Morelos y otros estados de la República, y ahora forma parte del colectivo de Búsqueda Nacional en Vida por Nuestros Desaparecidos.
Las madres que lo conforman se sienten ignoradas por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, quien según ellas, sólo escucha a colectivos grandes y víctimas mediáticas. Para Tranquilina, este gobierno no sabe qué hacer con las miles de personas desaparecidas en México. “Es un tema que se les sale de las manos”.
Lo único que pide es justicia y verdad. “Yo no he tenido la fortuna o desfortuna de ser recibida por el presidente. Hemos tenido algunas reuniones en Palacio Nacional pero han sido muy generales. Y aunque él ha dicho que no hay ningún tope en el presupuesto para las búsquedas de desaparecidos, cuando se llevan a cabo las brigadas resulta que sí hay”.
Durante el gobierno de Obrador, la madre de Mireya ha participado en más de 5 brigadas de búsqueda, y en ninguna ha habido seguridad. “Todo el tiempo nos falta (la seguridad) y las familias nos estamos arriesgando porque el gobierno no nos responde”, concluyó.
MÁS SOBRE ESTE TEMA