El Cártel de Sinaloa diversifica el negocio y ya también trafica con migrantes

El Cártel de Sinaloa ya también se dedica al tráfico de migrantes a lo largo de 600 kilómetros de los 3,200 km de frontera entre México y Estados Unidos, según testimonio de un presunto operador financiero de esa organización criminal, quien dijo que el negocio les reporta ganancias de alrededor de USD 1,000,000 mensuales (cerca de 20 millones de pesos mexicanos).

En declaraciones a la agencia AP, a la que pide ser Identificado sólo con el nombre de Manuel, este hombre de mediana edad y que administra las ganancias obtenidas por el tráfico de migrantes afirma: “controlamos toda la frontera” de Sonora con Arizona. Este gestor financiero también regentea un club nocturno en la ciudad de Hermosillo a 300 kilómetros de la frontera.

Aunque no lo menciona explícitamente, todos saben que es operador del Cártel de Sinaloa. El endurecimiento de la política migratoria de Estados Unidos y México se ha traducido en más fuerzas de seguridad en la frontera y “dificultado” el negocio, pero Manuel no está preocupado: “puede haber menos cruces y se gasta más, pero también se cobra más, lo que quiere decir que el dinero sigue fluyendo”.

Y es que en un año en el que ha habido grandes cambios en ambos lados de la frontera, se registra una combinación de nuevas maneras con viejas técnicas: precios más altos para los viajes, pagos por entregarse a las autoridades, nuevas “ofertas”, pero también el uso de rutas tradicionales y los sobornos a funcionarios de los dos países.

The Associate Press recogió decenas de testimonios de migrantes y de algunos “coyotes” o “polleros” en varios puntos de las rutas en Centroamérica y México que muestran que el tráfico de migrantes es un negocio próspero que ha sabido adaptarse a las nuevas necesidades.

En el territorio que Manuel administra, dice, ganan USD 1,000,000 al mes, lo que representa una mínima parte de un negocio multimillonario que la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito estima en USD 4,000 millones, mientras el gobierno mexicano eleva la cifra a USD 6,000 millones.

Aunque las medidas iniciadas por los dos países parecen haber desalentado a algunos a emigrar, también han convencido a otros de que su viaje sólo podrá tener éxito de la mano de un profesional: “es un negocio que no va a parar”, afirmó Manuel.

Pero dichas acciones también tuvieron otro efecto: los migrantes volvieron a quedar “en manos de la mafia”, conscientes de que sólo con ayuda llegarían “al otro lado”, dijo a AP Guillermo Valdés, ex director de inteligencia de México: El Instituto Nacional de Migración (INM) dice tener identificadas a 18 redes de esas mafias que operan en nueve ciudades del país.

El precio del cruce comenzó a incrementarse, superando incluso los USD 10,000 (alrededor de 200 mil pesos mexicanos) desde Centroamérica. Pero la oferta estrella del año esa región fue la que se conoció como “el paquete”, que consiste en llevar a un adulto y un menor hasta las manos de la Patrulla Fronteriza por un costo de entre USD 3,000 y 6,000 (entre 60,000 y 120,000 pesos mexicanos). La esperanza de las familias era que poco después de entregarse pudieran seguir su proceso de asilo en suelo estadounidense.

La frontera entre México y Estados Unidos tiene dueño

Con la excepción de contados lugares, como las garitas oficiales, el crimen organizado controla cada kilómetro que separa ambos países y decide qué, quién, cuándo y cómo cruza y por cuánto dinero por cada lugar, dice en el reportaje AP.

Agrega que la gestión y las reglas varían según el cártel dominante, pero hay un denominador común: un migrante tal vez pueda eludir la sofisticada red de tráfico para entrar o atravesar México, aunque casi nunca al cruzar a Estados Unidos.

Los “coyotes”, que antes eran vistos como gente de confianza de los migrantes, desde hace más de una década tienen que pagar a las mafias por permisos que les autorizan, por ejemplo, a cruzar a migrantes de una determinada nacionalidad o a usar cierto paso o cambiar a otro si por el primero está cruzando otra “mercancía”, como la droga.

“Es como las manecillas del reloj”, afirma Manuel. “Tienen que funcionar todas las piezas para que esto funcione y ahorita con todos tienes que arreglar”.

El operador financiero dice que la “empresa” (el cartel) renta la “plaza” o territorio a las bandas locales para poder utilizarla y administrar lo que trafique, y paga a los cuerpos de seguridad para que les dejen operar.

Pone el ejemplo de Nogales, donde la “cuota” a cada corporación “para que no moleste” es de 25,000 dólares mensuales (alrededor de medio millón de pesos). Según dice, se paga a todos: policía local, estatal, federal, incluida la Guardia Nacional. La excepción es el Ejército que, asegura, opta por mirar para otro lado, aunque “de una u otra forma se benefician, con un favor o algo”.

Las ofertas para el cruce varían. En la frontera donde opera Manuel, la flexibilidad es máxima. El costo tiene que ver con la nacionalidad y con la modalidad elegida: caminar siete días por el desierto, sólo tres, apenas dos horas o incluso unos pocos minutos a través de la garita, éste última la opción más cara.

“Hay manejo de visas rentadas”, explica Manuel sobre esta última modalidad. “Buscas un parecido” del migrante con el que se renta el documento, pagas al que lo presta y esperas a que el truco funcione o a que esté trabajando un agente estadounidense dispuesto a recibir un soborno. “Hay gente que jala (coopera) y gente que no”.

En el lado estadounidense también operan casas de seguridad desde donde los traficantes, generalmente ciudadanos o mexicanos con visas legales, distribuyen a la gente hacia el interior del país. A veces los migrantes son utilizados como carnada por los traficantes para que entretengan a los agentes fronterizos, mientras por otro lado pasan al grupo que pagó más y quiere llegar hasta dentro de Estados Unidos.

El flujo de migrantes hacia Estados Unidos continuó bajando en noviembre, cuando hubo un 5% menos detenciones que en octubre y un 70% menos que en mayo, el mes con el mayor registro del año, según los datos divulgados por la Patrulla Fronteriza. Tanto México como Estados Unidos celebran el éxito de sus políticas, pero quienes viven del tráfico de migrantes ni se inmutan.

Del lado estadounidense “hay puntos en los que tenemos arreglos y otros en los que tienes que jugarte el pellejo. Pero de este lado (el mexicano) no es nada que no puedas resolver”, dice Manuel, el operador del Cártel de Sinaloa.

Para él, una clave es mantener el control de puntos estratégicos, como Altar, un pueblo de temperaturas extremas en la zona desértica de Sonora, donde la mayoría de sus 10,000 habitantes vive directa o indirectamente del tráfico de migrantes. Es, además, un lugar vital para la distribución droga, concluye Manuel.

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