Era delgada, atractiva, solía asistir a un gimnasio llamado “24 hours” en la fronteriza ciudad de Tijuana, en el estado de Baja California, se trataba de Nancy Michelle Mendoza Moreno, una joven que trabajaba como asistente del secretario de Gobierno Municipal, Raúl Corona Sesma, en su despacho particular, mientras estudiaba para ser abogada.
Sin embargo, tenía una vida oculta relacionada con el narco en la que era integrante de “Los Palillos”, una de las bandas de secuestradores más sanguinarias, misma que operaba entre México y Estados Unidos en la primera mitad del siglo.
Nancy se distinguía por ser temeraria y por atreverse a secuestrar a integrantes de peligrosos cárteles de la droga como el de los Arellano Félix (CAF), organización criminal a la que pertenecía en un principio la banda.
La célula de “Los Palillos” cometió nueve asesinatos violentos en Chula Vista y Bonita, California, entre 2005 y 2007. Dos cuerpos disueltos en ácido convirtieron a la banda en el principal blanco de la Policía de San Diego y agencias federales de investigación.
Según evidencias de la fiscalía estatal de California la joven desde los 19 años se involucró en el secuestro de integrantes del crimen organizado que se escondían legal e ilegalmente en California.
Uno de ellos fue Jorge García Velázquez reconocido en el mundo criminal como el cuñado de “Don Chuy Labra”, quien por años se desempeñó como cerebro financiero de la organización Arellano.
Uno de los secuestros en los que participó Nancy fue el de Eduardo González Tostado, dueño de dos lotes de autos de lujo en Buena Vista, además de restaurantes en Tijuana. Era identificado por convivir con los hermanos Arellano Félix.
El 8 de junio de 2007, González Tostado se citó con Nancy y pensó, como lo revelaría después ante un juzgado en Estados Unidos, que sería fácil llevarla a la cama.
Ambos se conocieron a través de David Valencia, un amigo de Nancy que buscaba comprar un Jaguar, para lo cual contactó a Eduardo a quien encontraron en un café, posteriormente llamó a Nancy a quien iba a recoger para llevarla a un lugar llamado “La Cantina de los Remedios”, en Tijuana.
Como en ese momento estaban en Chula Vista -EEUU-, le pidió pasar primero a la casa de su tía para cambiarse de ropa y recoger su pasaporte, Eduardo la alcanzaría un par de horas más tarde.
Al volver por ella, notó que mientras la esperaba afuera una camioneta transitaba de velocidad muy lenta y de manera sospechosa, entonces llamó a Nancy para preguntar si esperaba a alguien más.
La joven lo tranquilizó y lo invitó a pasar a su casa, pero en cuanto cerró la puerta, un hombre salió detrás y lo golpeó en la cabeza, mientras que alguien más lo agarró de las piernas. Los dos vestían uniformes de policía, gorras negras y llevaban la cara tapada.
Lo dejaron inmovilizado.
Recordó ante la corte estatal de California: “defequé y me oriné”. Lo cubrieron con cinta y le pusieron una toalla en la cabeza. Estuvo secuestrado nueve noches en una pequeña bodega detrás de las escaleras en el domicilio marcado con el número 1539 de la calle Point Dume en Chula Vista.
Fue liberado y, aunque actualmente es testigo protegido de Estados Unidos, en Baja California ha sido uno de los criminales más buscados al estar ligado con el cártel de los Arellano Félix.
Nancy fue capturada el 13 de agosto del 2010 en la colonia Buenavista, de Tijuana y después extraditada a Estados Unidos.
En julio de 2012 fue sentenciada en California a dos cadenas perpetuas, sin la posibilidad de obtener libertad, a pesar de que sus defensores alegaron que a la edad en la que cometió los crímenes -19 años- pudo haber actuado sin conocer las consecuencias de sus actos.
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