Si 2019 fue el año de la caída de Joaquín “El Chapo” Guzmán, 2020 podría ser el año de la debacle de Nemesio Oseguera Cervantes, alias “El Mencho”.
El pasado 5 de diciembre, al interior de Palacio Nacional, se llevó a cabo una reunión que podría marcar un precedente en las futuras relaciones entre México y Estados Unidos, en materia de seguridad y narcotráfico.
El fiscal general norteamericano, William P. Barr -uno de los políticos más leales a Donald Trump-, se reunió con el presidente Andrés Manuel López Obrador para sentar las bases de lo que será una nueva cooperación bilateral en el combate al crimen y la inseguridad en todos sus niveles.
El primer punto que se tocó fue la decisión de Trump de abandonar la propuesta de designar a los cárteles como organizaciones terroristas. Luego se tocó el tema del arresto de Genaro García Luna, el ex secretario de Seguridad Pública -en el período de Felipe Calderón Hinojosa- que fue arrestado el pasado 17 de diciembre por tener vínculos con la mafia, particularmente con el Cártel de Sinaloa.
Sin embargo, el punto más importante fue la mención de una intervención más activa de la justicia norteamericana en el combate a los cárteles, así como el fortalecimiento de la inteligencia en México, incluyendo el ámbito financiero.
Según fuentes citadas por Eduardo Guerrero Gutiérrez, consultor en seguridad pública y analista político, también se habló de la conformación de un grupo de élite binacional compuesto por elementos de la Secretaría de Marina (Semar), pero con asesoría, armamento e inteligencia norteamericana.
Pero sobretodo, lo más probable es que el fiscal haya sido el mensajero de un aviso prioritario que concierne particularmente a Nemesio Oseguera Cervantes, capo por el que la DEA pide USD 10,000,000 de recompensa y que además es considerado como el objetivo principal de los criminales mexicanos a cazar por Estados Unidos.
La tarea no será nada sencilla. Cabe recordar que en la administración pasada ya hubo un intento de desarticularlo, cuando el secretario de Gobernación, Alfonso Navarrete Prida, anunció que iría tras “El Mencho” y que el CJNG sería “el objetivo prioritario del gobierno federal”.
Unos meses después, cuando terminó el sexenio, “El Mencho” seguía libre y el CJNG seguía operando impunemente.
La organización de Oseguera Cervantes es un enemigo formidable. Por un lado, es un cártel de cuello blanco, con cientos de funcionarios -entre ellos del más alto nivel- en su lista de nómina. Por el otro, el CJNG tiene una base de formación militar y en todo el país cuenta con unas 36 células armadas que operan en prácticamente todas las entidades federativas. La semana pasada, por ejemplo, se supo que tomaron el control de Villagrán, Guanajuato, donde los sicarios asesinaron a siete policías (cinco hombres y dos mujeres).
Como ya lo hizo en mayo de 2015, “El Mencho” podría derribar aeronaves del ejército y paralizar por completo a Guadalajara, una de las tres urbes más importantes del país. Luego podría replicar esos ataques en varias ciudades, carreteras e instalaciones de Pemex (el CJNG no sólo se dedica al narcotráfico, también controla buena parte del mercado de combustible robado).
Además, si “El Mencho” es detenido, serán inevitables los posteriores conflictos entre quienes busquen quedarse con sus negocios. Los grupos locales que han sido desplazados por el CJNG en Guanajuato, Michoacán, Quintana Roo, Veracruz y otros estados seguramente intentarán vengarse. Todos estos escenarios deben contemplarse antes de lanzar cualquier tipo de embestida militar entre ambos países.
Antes de caer, el líder del CJNG podría hacer mucho daño.
MÁS SOBRE ESTE TEMA: