Verónica Gerber Bicecci es una autora peculiar. La mexicana de recién cumplidos 38 años se describe a sí misma como “artista visual que escribe” y considera que, más que solamente lectores, su público está conformado por “lectoespectadores”; uno de los libros que publicó en este año, además, es una reescritura de un autor canónico de la literatura mexicana, en el que intenta actualizar la problemática ambiental y el advenimiento del fin del mundo.
“Varios de los últimos proyectos que he hecho están relacionados con esa idea del fin del mundo, pero sobre todo la idea de tratar de entenderlo desde otras perspectivas, no necesariamente desde las más catastróficas”, expresó en una entrevista con Infobae México, realizada en su casa en el centro de la capital mexicana.
“Hay mucha gente pensando en eso, en cómo deshacernos de la reflexión catastrófica que lo único que hace es prohibirnos mentalmente la posibilidad de pensar en un futuro, imaginar que aunque no estemos nosotros como seres humanos en el futuro del planeta, habrá otros futuros y hay que pensar en ellos, es lo que nos toca antes de desaparecer”, explicó.
Gerber Bicecci precisó que ya hay “muchos autores que relacionan la idea del fin del mundo con el capitalismo o el neoliberalismo”. “La idea del fin del mundo le conviene al capitalismo: esa sensación de que no hay futuro y por tanto aprovechas al máximo el día de hoy y te autoexplotas, por citar un ejemplo plano”, aseveró.
La “copia tergiversada” de José Juan Tablada
La mexicana ha tenido un 2019 intenso en cuanto a publicaciones se refiere. Además de su libro experimental “La compañía” (Almadía, 2019) y de “Palabras Migrantes” (Impronta, 2019), una crónica con emojis que busca narrar la experiencia de niños y jóvenes migrantes en Estados Unidos, Gerber también publicó “Otro día... (poemas sintéticos)” (Almadía, 2019).
Éste último, precisamente, es una “reescritura” de otro libro publicado exactamente hace 100 años por José Juan Tablada (Un día... poemas sintéticos), uno de los grandes exponentes del modernismo en el país.
“Eso no quita que se pueda leer como homenaje o no, pero en el ejercicio de reescribir hay una idea de mirar lo mismo desde otro lugar”, explicó Gerber. “Conservo la estructura”, señaló, en referencia a los haikús (una forma de poesía breve creada en Japón) que componen el texto original", “conservo los títulos de sus poemas, toda la estructura visual también”, añadió.
Sin embargo, el contenido “está actualizado por completo”. “En algún sentido, intento actualizar la problemática medioambiental en que estamos sumergidos hoy en día y que hace 100 años, cuando él escribió su libro, tenía una posición distinta, por ejemplo frente al paisaje, que era visto de manera mucho más romántico”, detalló.
“En este caso, subrayo lo de la reescritura porque me apropio de muchas cosas, es muy reconocible esa calidad casi como de copia que tiene mi libro con el de Tablada, es un poco una copia tergiversada", precisó.
El fin del mundo y los futuros conjeturales
Es precisamente el futuro en medio de la crisis climática que vive el mundo en los últimos años lo que empujó a Gerber Bicecci a “actualizar” a Tablada. Pero, para la artista, uno de esos futuros “tiene y debe ser feminista”.
Todas las discusiones de la crisis climática están íntimamente ligadas al feminismo, hay una relación allí entre lo que significa paisaje, tierra, cuerpo, y el tipo de cosas que está exigiendo el feminismo, que están íntimamente relacionadas. No hay manera de pensar en el futuro tanto ecológicamente hablando sin un pensamiento feminista
Para Gerber, “este año ha sido particularmente convulso y transformador” y de “muchísimos cambios sutiles” en el campo cultural". Sin embargo, resaltó que “hay otros espacios en los que no sé si ha cambiado tanto la situación, y eso es preocupante”.
“En el medio cultural, que es al que pertenezco, ha habido una sacudida fuerte, grande e importante, que tiene que seguir, que no puede parar. Pero más importante es el resto (de la sociedad), que algo de esto se filtre poco a poco, pero no sé muy bien cómo va a funcionar eso”, concluyó.
La artista ya lo vivió en la Feria Internacional del Libro de Oaxaca (FILO), que para su 39° edición este año decidió incorporar a un comité de cinco escritoras (Yásnaya Aguilar, Tanya Huntington, Yolanda Segura, Isabel Zapata, Jazmina Barrera y Gerber Bicecci) para diseñar el programa del evento y “darle una nueva identidad”.
El “necroestado” mexicano
Sin embargo, cualquier pregunta por el panorama literario o de otra índole se encuentra de frente con la realidad mexicana: 2019 ha sido uno de los años más violentos desde que se tienen registros, y los feminicidios podrían superar el máximo histórico cuando termine diciembre. ¿Cómo escribir literatura en un país así?
Es muy difícil de contestar, supongo que se sigue adelante por festejar la vida en el sentido de que es un acto de resistencia ante el horror, eso por un lado, para contrarrestar el miedo y el terror que también nos mueven y nos hacen reaccionar de ciertas maneras
Gerber Bicecci también aseguró que, a pesar de que no hay una respuesta clara al tema, “es muy útil leer a otras autoras que se preguntan por eso”, como Cristina Rivera Garza y Yolanda Segura. “Nos toca construir entre todas ese relato posible de qué es lo que nos toca hacer, porque una persona sola con su libro no lo va a descubrir nunca, es entre todas y toda la comunidad tiene que construir la respuesta", expuso.
Gerber y su obra
La artista persiste, a pesar de todo. Y sus libros no son libros comunes. Gerber Bicecci asegura que, para ella, “las imágenes, además de mirarse, también se leen”, y del mismo modo “asumimos que los textos se leen, pero también se miran, visualmente aportan capas de interpretación”. Por ello, considera que no tiene lectores, sino “lectoespectadores”.
“Creo que mi trabajo tiene la intención de destruir límites, pero no necesariamente los limites entre los géneros, creo que esa es más bien una consecuencia de la intención de destruirlos en otros términos. Quiero destruir límites del lenguaje, en todo caso, aunque igual suena un poco exagerado, pero digamos que hacia allá mira (su obra), no digo que llegue ahí, pero mis proyectos y piezas buscan eso”, explicó.
Sin embargo, la mexicana se niega a considerar que su obra sea vanguardista. “fueron importantísimas a principios del Siglo XX, pero también tenían sus fallas, eran un poco imperativas, con sus manifiestos de cómo hacer las cosas, a mí eso me provoca cierta incomodidad al miso tiempo que admiro el trabajo que hacían”, explicó.
Yo no diría que hago algo vanguardista, aunque es algo que uno puede usar para definir mi trabajo. Por suerte a mí no me toca definir lo que hago, pero si me tocara esa definición, no usaría esa palabra. Me gustaría pensar que ya estamos en el año 19 del Siglo XXI y que las cosas se están haciendo de otro modo
Para la artista, “tendríamos que haber avanzado en algún sentido, no en el sentido de mejorar o empeorar, sino de transformar, cambiar, algo que se adapte más a nuestro tiempo”.
Para Gerber Bicecci, hay varias mujeres que están construyendo una obra muy interesante en el panorama literario mexicano. Una de ellas es Sara Uribe, que presentará en Guadalajara su nuevo poemario, “Un montón de escritura para nada”, además de Carla Faesler, Anaclara Muro y la joven Iveth Luna Flores, que con “Comunidad terapéutica” consiguió el Premio Nacional de Poesía joven Francisco Cervantes Vidal en 2016.
La artista también citó a Vivian Abenshushan por su “Permanente Obra Negra” y en el terreno internacional a la colombiana Carolina Sanin, particularmente por su libro “Somos luces abismales”.
Conexión Abenshushan
Es precisamente la ensayista mexicana a quien Gerber Bicecci cita como una de las escritoras cuyo trabajo está “emparentado” con el suyo. “Hay un diálogo allí, tanto en voz alta como en silencio, entre su trabajo y el mío”, remarca Gerber.
Tan afines son sus proyectos que, en las vísperas de la FIlL de Guadalajara una pensó en la otra para presentar sus respectivos libros. Abenshushan presentará “La compañía” y “Otro día (poemas sintéticos)” y Gerber hará lo propio con “Permanente Obra Negra”.
“Vivian empezó siendo mi profesora, comencé tomando un taller con ella que fue iluminador. Después me invitó a colaborar en Tumbona Ediciones (una editorial independiente) como editora, donde pasé muchos años. Ahí trabajamos y discutimos muchísimas cosas con todos los integrantes de la cooperativa, y el diálogo se ha mantenido, a veces sin decirnos nada, a veces conversando en persona y otras veces entre lo que escribimos”, describió.
Para Gerber Bicecci, la particularidad de su relación artística nace en parte el interés de Abenshushan por el arte contemporáneo. “No sucede mucho eso, yo me formé como artista visual pero me interesaba la literatura y ahí estaba ella”, comentó.
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