The Economist afirma en un amplio texto sin firma que el presidente Andrés Manuel López Obrador utiliza su campaña contra la corrupción para ir eliminando opositores o gente que no son de su agrado.
Bajo el título: “AMLO está usando su cruzada contra la corrupción para acumular poder e intimidar fuertemente a sus críticos”, la revista cuestiona la lucha anticorrupción del mandatario mexicano, tema que fue su bandera durante la campaña y que lo llevó al poder en la tercera ocasión que lo buscó.
The Economist cita los casos de Guillermo García Alcocer, ex titular de la Comisión Reguladora de Energía (CRE), quien renunció por presuntos conflictos de intereses, y de Eduardo Medina Mora, ex ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), acusado de lavado de dinero.
Según la revista británica, García Alcocer dimitió después de que se informó de que sería investigado por la Secretaría de la Función Pública debido a que el hermano de su esposa, Mario Barreiro Castellanos, labora en la empresa extranjera Vestas, dedicada a la fabricación, venta y mantenimiento de tecnología eólica para generar electricidad.
Además, Santiago García Castellanos, pariente en cuarto grado y primo hermano de su esposa, tiene el cargo de director general de la empresa Santa Fe Natural Gas, la cual es filial de una empresa mexicana permisionaria de la CRE denominada Fermaca.
Sobre el caso de Medina Mora, The Economist afirma que el presidente López Obrador siempre le ha guardado rencor. Renunció en octubre pasado después de que el jefe de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), Santiago Nieto, lo acusara de lavado de dinero.
El artículo afirma que “pronto surgieron informes de que las cuentas bancarias pertenecientes al ahora ex ministro y sus hermanos fueron congeladas horas antes de su renuncia, solo para ser descongeladas días después. Tales casos crean un clima de miedo y disidencia fría. Una nueva ley permite al Gobierno encarcelar a presuntos evasores de impuestos antes de ser juzgados, dándole otra herramienta para intimidar a los críticos”.
The Economist agrega: “parece que a los amigos de AMLO les va mejor. Tomemos a Manuel Bartlett, un aliado que encabeza la Comisión Federal de Electricidad (CFE). MCCI (Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad) afirmó que no declaró conflicto de interés en dos docenas de propiedades por un valor de 800 millones de pesos registradas a nombre de personas cercanas a él. AMLO calificó la acusación de ‘periodismo al servicio de los conservadores’”.
Y, sostiene: “cuatro quintos de los contratos gubernamentales no se otorgan a través de procedimientos transparentes de adquisición. Muchos contratos para construir los proyectos favoritos de AMLO se otorgan sin un proceso de licitación. El Gobierno invoca motivos de seguridad nacional. La administración de AMLO, como la mayoría de los jóvenes gobiernos, hasta ahora ha producido pocos escándalos de corrupción. A medida que estallan las rivalidades, tienden a surgir historias de malversación. Un informe del auditor federal (Secretaría de la Función Pública) sobre los gastos del Gobierno el próximo año pulirá o estropeará su reputación de rectitud. El manejo de la investigación de Bartlett puede mostrar si tomará en serio los alegatos hechos contra los leales a López Obrador. Es probable que nada de esto altere el enfoque del presidente sobre la corrupción. Prefiere repartir cheques grandes que fortalecer controles y equilibrios”.
La revista recordó que en junio López Obrador prometió 25.7 millones de pesos de una subasta de bienes mal adquiridos a dos pueblos indígenas pobres en el estado de Oaxaca. “En una conferencia de prensa televisada, el presidente entregó cheques gigantes a sus alcaldes”, dice.
De acuerdo con The Economist, ese episodio dice mucho sobre el mandato de López Obrador al que considera que tiene un talento para el teatro político.
“Muestra su dedicación a la lucha contra el saqueo, su talento para el teatro político, su indiferencia hacia las instituciones y su creencia en la virtud de la gente común, entre quienes se considera a sí mismo. Los mexicanos ‘son personas honestas’, dice el presidente. ‘La corrupción ocurre desde arriba, no de abajo hacia arriba’. Su manera popular de combatir la corrupción está funcionando para él. En un momento en que los ciudadanos de América Latina se rebelan contra sus líderes, AMLO tiene una tasa de aprobación de casi el 60%”, concluye la revista británica.
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