Vivir con VIH en México todavía suele ser motivo de discriminación para los pacientes que padecen esta enfermedad debido a los prejuicios sobre su actividad sexual y la poca información de cómo se contagia este padecimiento, coincidieron pacientes.
"En la preparatoria recibía burlas, indirectas. Me han llegado a negar trabajos por mi activismo, saben que colaboré en organizaciones de apoyo a VIH y simplemente no me contratan", dijo a Efe José Miranda, un joven que vive con el virus en el marco del Día Mundial de la Lucha contra esta enfermedad que se conmemora el 1 de diciembre.
Luis Adrián Quiroz, miembro de la organización Derechohabientes Viviendo con VIH/SIDA del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), explicó que este tipo de discriminación principalmente ocurre en hospitales y centros de trabajo.
Señaló que algunas empresas siguen realizando pruebas, sin consentimiento de las personas para descartar que sean portadores del virus, pese a que está prohibido.
Además, dijo, se sigue teniendo la creencia de que son personas enfermizas y por ello son ausentes laboralmente y poco productivos.
"Sin embargo, si están bien medicados y controlados pueden llevar una vida normal como cualquier otra persona", argumentó Quiroz.
Esto lo confirmó José, quien rememoró que en alguna de las empresas a las que acudió a solicitar empleo le recomendaron que "tratara de esconderlo porque si no ninguna empresa" le iba a contratar.
Del mismo modo, en algunos hospitales suelen tratar a los pacientes con VIH de manera diferente.
"Pese a ser profesionales de la salud, persiste la idea de que pueden infectar a otros enfermos o a los mismos médicos", señaló Quiroz.
Esto fue lo que le ocurrió a José Antonio Arteaga, quien acudió a atención por una tos persistente y cuando fue diagnosticado con VIH le informaron a su familia que tenía "cierto problema" que no podían atender ahí.
"Me canalizaron a la clínica Condesa, ahí si me dieron atención, medicamentos y ahora tengo el virus controlado", afirmó.
Este tipo de pensamientos incide en que exista aún alta estigmatización sobre la enfermedad y que muchas personas opten por ocultar que padecen VIH, lamentó Quiroz.
Aunque José Miranda reconoce que ahora es más abierto para hablar de su enfermedad, hace unos meses todavía solía esconder que estaba infectado.
"Cuando se enteraron en la preparatoria (nivel medio superior en México) recibía burlas de todo tipo, tenía que aguantar, pero llegó un momento en que preferí ocultarlo", aseveró.
Mientras que José Antonio aseguró que no suele ser muy abierto con su vida personal, por lo que solo su pequeño círculo familiar y las parejas ocasionales que tiene saben de su condición.
Para Luis Adrián Quiroz, es fundamental que se mejore el acceso a la información sobre cómo prevenir esta enfermedad.
"Es necesario que en las escuelas se informe y se eliminen los juicios que provocan la exclusión, así como que la sociedad cambie su manera de ver la enfermedad y se revierta la discriminación", dijo.
Aunque José Miranda reconoció que el diagnóstico fue difícil, pues llegó a pensar que iba a morir, hoy se ha enfocado en mantener controlada su enfermedad y en ayudar a otros jóvenes que están contagiados a través de su experiencia para mantener el padecimiento bajo control.
"Apoyo en algunos colectivos, platicó con los jóvenes para que aprendan de mi experiencia y que sepan que a cualquiera le puede pasar si no tiene medidas de protección efectivas", concluyó.
En México, según el Centro Nacional para la Prevención y Control del VIH y el Sida (Censida), hasta el segundo trimestre de 2019 había 4.830 nuevos casos de infección por VIH y 2.838 de Sida.
EFE
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