La debilidad los convierte en un blanco fácil de sus enemigos. El pasado 28 de noviembre, criminales secuestraron, a punta de pistola, a cuatro hombres de un hospital comunitario en Juventino Rosas, Guanajuato.
Los sujetos estaban en la clínica tras ser víctimas de un asalto a un negocio ubicado en la zona centro del municipio.
Convalecientes y con graves heridas, los heridos fueron sustraídas por un grupo armado que se los llevó con rumbo desconocido.
Al tiempo, en Apaseo El Grande se informó que un comando ingresó a la fuerza a un hospital comunitario. Aproximadamente a las 23:00 horas del miércoles, varias personas llegaron abordo de una camioneta y tumbaron la reja de entrada.
Enseguida bajaron varios de los tripulantes y se dirigieron al interior del hospital en donde dispararon y asesinaron a un hombre que era atendido de una herida de bala.
Los ataques letales contra los pacientes de los hospitales se han convertido en una constante que no es ni investigada ni castigada por las autoridades.
En un ejemplo, en Salvatierra, Guanajuato, hombres armados ingresaron a un hospital de la comunidad para rematar a una persona que había resultado lesionada en un ataque en el que fueron ejecutadas cinco personas.
Las cámaras de seguridad del hospital, mostraron cómo tres sujetos acompañados por otra persona —al parecer, un trabajador de la clínica —, ingresan al lugar cubiertos con armas largas.
Mientras el supuesto empleado les señala la habitación de la víctima, uno de los agresores entra al cuarto a ultimar a su objetivo. Los dos restantes se quedan protegiendo la puerta de entrada.
Además del asesinato de la persona que se encontraba en la clínica, los delincuentes asesinaron al policía que lo custodiaba y lesionaron a una familiar de la víctima. Todo transcurrió en 13 segundos.
En otro incidente, del 21 de noviembre, en el Hospital General de Salvatierra, se reportó al sistema de emergencias que sujetos armados irrumpieron en el edificio del nosocomio para extraer a un individuo que estaba siendo atendido por el personal médico.
Los reportes indican que los guardias de seguridad del lugar, así como doctores y enfermeras fueron amagados por los presuntos criminales, para que no alertaran a las autoridades.
Una vez con el objetivo asegurado, el grupo salió y abordó un vehículo en el que huyeron rápidamente. El cadáver de la víctima fue localizado destazado y con un narcomensaje.
En varios casos, las autoridades indicaron que los agresores lograron burlar a las autoridades haciéndose pasar por familiares de la víctima.
Durante abril pasado, se registró el caso de un hombre que se encontraba internado en una clínica del Instituto Mexicano del Seguro Social de Matías Romero, en Oaxaca.
Según la Policía Estatal, la víctima era perseguida por sujetos desconocidos, quienes al darle alcance impactaron su vehículo dejándolo herido.
Minutos más tarde, los sicarios llegaron al lugar donde fue hospitalizada la víctima y se identificaron como sus familiares para acceder a verlo. Sacaron sus armas y lo asesinaron de varios balazos.
En la lista de muertos del Cártel Jalisco Nueva Generación pesa la muerte de Juan Cancino, alias “El Apa”, segundo al mando de la Familia Michoacana.
“El Apá" fue asesinado en un hospital de la ciudad de Morelia, donde recibía atención luego de haber sobrevivido a un atentado en Querétaro.
En esta ocasión no hubo amabilidad ni mentiras: el grupo armado ingresó a la clínica y sometió al personal de seguridad. Llegaron hasta el cuarto donde estaba el presunto sicario y le dispararon en la cabeza, lo que le provocó una muerte instantánea.
En ninguno de los casos se habría procesado penalmente a personas por su rol en estos ataques, de los cuales la mayoría se trató de una pugna entre grupos criminales.
Además, en las agresiones en hospitales no sólo se atenta contra los objetivos, también el personal ha sido víctima. Por estos casos, el gobierno debe exigir que haya investigaciones y medidas de justicia.
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