El sábado el presidente López Obrador informó sobre la diferencia en las pensiones de adultos mayores entre indígenas y mestizos, con una diferencia de tres años para dar preferencia a los primeros. Esta decisión encendió las redes, sectores políticos y sociales centraron el tema en un debate que ha permanecido toda la semana, sin embargo esto forma parte de un trasfondo más amplio.
Incluso antes del inicio de la gestión de la 4T, ya existía una tendencia de identidad ideológica, comenzó con los “chairos” (filosofía de izquierda) y “fifís” (filosofía de derecha), parecía que estar en medio era un signo de falta de convicción.
Andrés Manuel López Obrador ganó los comicios con el 53.17% de aceptación en los votos emitidos, una cifra muy significativa sobre que marcaría meses después la polarización mostrada en elogios y las críticas a las políticas de “austeridad republicana” y sus sustanciales cambios.
Informó que el gobierno pagará la deuda que se tiene con los pueblos indígenas durante su encuentro de este sábado con las comunidades Cira, Wixarica, Mexicanero y Tepehuano del sur del estado de Nayarit. Enfatizó que en tan sólo un año, los adultos mayores han visto duplicado los apoyos que reciben de parte del gobierno federal.
“Los adultos mayores ya están recibiendo entre 1,160 pesos a 2,550 pesos, la mayoría. ¿Saben cuántos hay en el país? 8 millones de ancianos respetables. Los mestizos (reciben este apoyo), desde los 68 años, los indígenas desde los 65 años”, aseguró.
Las poblaciones indígenas viven hasta 20 años menos: ONU
Andrés Manuel ha explicado en diversas ocasiones que esta decisión se basa en estudios que se han llevado a cabo sobre las poblaciones indígenas.
El Foro Permanente de Asuntos Indígena de la ONU publicó en 2010 los resultados de un estudio realizado por un grupo de investigadores en África, América Latina, Ártico, Asia, Norteamérica, El Pacífico y Rusia, sobre el acceso de la población indígena a los servicios de salud, con el cual descubrieron que tienen un promedio de vida de hasta 20 años menos a otros sectores.
En México, cifras del Consejo Nacional de Población (Conapo) muestran que los hombres indígenas viven 1.8 años menos que los no indígenas, mientras que las mujeres 1.4, asimismo el analfabetismo entre este sector de la población afecta a cinco de cada diez.
Ocho de cada diez personas que hablan una lengua indígenas se encuentran en pobreza y más de un tercio en pobreza extrema.
La drástica cifra es sólo una muestra de las desigualdades que enfrentan y que afectan sectores sociales, culturales, educativos, económicos y políticos, aunados a su ubicación geográfica, que los suma en un contexto de pobreza.
Este jueves en su conferencia matutina, el primer mandatario volvió a tocar el tema y dijo que no se debe “ser hipócrita” y que sí hay racismo. “No debemos olvidar la historia. ¿Qué querían los neoliberales? que no se hablara de lo que fuera la Revolución o Independencia, lo que hizo Morelos, Hidalgo, el pueblo de México, borrar todo. Es primordial el intercambio de ideas aunque sean distintas, siempre y cuando con respeto, las diferencias son necesarias, pero quiero insistir que más que tolerancia, que requiere resistencia, debe existir un respeto a las ideas del otro”.
¿Somos racistas?
En México 11 millones de personas (más del 10% de la población) se consideran indígenas, adscritos a 68 pueblos originarios, según datos de la Secretaría de Cultura.
Los ciudadanos indígenas triplican la media en tasas de analfabetismo, las carencias en servicios médicos y solo un 13% cuenta con un contrato laboral, según la última encuesta nacional sobre discriminación del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred).
Según las encuestas, uno de cada dos mexicanos reconoce que en el país se sufre discriminación por el color de la piel, y las personas de piel morena oscura tienen un 51% menos de potencial de riqueza que las blancas.
Hace dos años, el instituto de estadística (INEGI) publicó un estudio que partía de una gama de 11 tonalidades. Cuanto más moreno, menos posibilidades de alcanzar un puesto alto de trabajo o estudios superiores. Un 30% de los directores o jefes de área son blancos y el mismo porcentaje de morenos se dedica al campo. De acuerdo al mismo patrón de estudio, el informe del Conapred, también de 2017, arrojó que casi 60% de los mexicanos identifican su tono de piel como perteneciente a los tonos intermedios. Solo el 11% señaló que corresponde a los tonos más oscuros.
“Mejorar la raza”
En México quién no ha escuchado la frase “hay que mejorar la raza”, de forma generacional y desde el inconsciente suelen emerger este tipo de comentarios en diversos ámbitos.
En 2012 un experimento social sobre muñecos que fueron enseñados a niños mexicanos evidenció la educación que permea en lo más recóndito de los hogares y las ideologías a los que están expuestos, que les hacen considerar que entre más clara sea la piel se da una connotación de belleza y bondad:
El antropólogo Roger Bartra considera que el racismo existe en todos los sectores: “Lo hay dondequiera que mires. En los estratos ricos, en las capas acomodadas, en la clase media. Hasta en los sectores más pobres, incluso entre indígenas; es dramático, cuando tienen un hijo más blanquito creen que es mejor”.
“El desprecio a lo indígena es generalizado y antiquísimo, una herencia colonial que sigue permeando a la sociedad tanto en la cúspide como en la base. Eso es lo más trágico. Es un racismo transversal”, dijo Bartra al portal de El País.
Quién no recuerda el casting del 2013 para un anuncio de Aeroméxico que requería “Todos look Polanco (barrio económicamente activo de la Ciudad de México). Nadie moreno”.
Eugenia Iturriaga, de la Universidad Autónoma de Yucatán explicó a UNAM Global que los medios y el cine juegan un papel crucial en difuminar el concepto de la palabra racismo, “pues dicha palabra nos remite a películas como Mississippi en llamas, al apartheid en Sudáfrica o al genocidio nazi, pero poco reparamos en nuestro trato hacia los indígenas y afromexicanos, o hacia los inmigrantes centroamericanos o personas de tez morena”.
“La publicidad es un buen termómetro de esto, como demostró un artista regiomontano al intervenir un cartón de leche y, en vez de poner a una familia rubia, como se estila, eligió a una morena. Al acomodar el producto en la estantería y pese a costar lo mismo que la competencia, los clientes imaginaban que se trataba de un producto para gente pobre”, detalló.
Según explica la antropóloga Iturriaga Acevedo, la negación a que somos racistas tiene que ver con la idea del mestizaje y con cómo México se construyó como nación a mediados del siglo XIX y, después, con el proyecto posrevolucionario que enarbola al mexicano como producto de dos sangres: la española y la indígena. Por ello aún nos preguntamos, ¿cómo podemos practicar el racismo si tenemos dos raíces?".
“La respuesta no asombraría si consideramos que este discurso ha borrado la presencia de los afrodescendientes mexicanos al grado de que estos pueblos parecen inexistentes y ello ha dado pie a casos bochornosos, como el de deportaciones de oaxaqueños de la Costa Chica, quienes son enviados a Nicaragua o el Salvador bajo el argumento de que son afros y en nuestro país no hay gente negra”.
Para la autora del libro Las élites de la ciudad blanca, recién publicado por la UNAM, los orígenes de este proceder pueden rastrearse en personajes como Andrés Molina Enríquez, quien en 1909 postulaba: “La patria no puede existir sin la raza, ya que la unificación racial genera cohesión unitaria. Bastará con que el elemento mestizo predomine y con que se eleve en número hasta anegar a los otros, para que todos se confundan en él”.
Como caso representativo describió uno registrado en octubre de 2012, cuando un automovilista de Guadalajara, al pasar por el cruce de avenida Vallarta y Niño Obrero, encontró a una niña rubia (de nombre Alondra) vendiendo chicles. El hombre de inmediato acudió a las redes sociales y acusó a sus padres de haberla secuestrado bajo un único argumento: ambos eran morenos y de cabello oscuro.
La noticia tuvo repercusión nacional y al final las pruebas de ADN demostraron que los adultos sí eran los padres biológicos de la niña, pero quien los acusó en redes, según su lógica, estos sujetos debían ser un delincuente.
Para Iturriaga, el racismo ubica a las personas con ciertas características físicas en un lugar definido del que no pueden salirse porque les es natural y consustancial, y esta idea ha sido asimilada históricamente por los mexicanos, por lo que estudiar el fenómeno resulta clave. “Esto no debería ser definitivo, pues a medida que entendamos cómo se arraiga este pensamiento podremos hacer algo para combatirlo, cambiarlo y, al final, desinstalarlo”.
El debate sobre si somos o no racistas o hasta dónde no debería ser motivo de escándalo, sino de centrar un tema que podría ser revisado y abordado de forma constante, porque no mencionarlo no hace que no exista.
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