En 1895 llegó el cine a México; quince años después estalló la Revolución Mexicana. Fue el 20 de noviembre de 1910 cuando Francisco I. Madero publicó el Tratado de San Luis, donde desconoció la legitimidad del entonces presidente Porfirio Díaz e hizo un llamado al pueblo mexicano a levantarse en armas.
El conflicto armado que se desencadenó produjo una corriente cinematográfica en el país volcada a retratar la realidad nacional. Filmes cuyo escenario era esencialmente bélico y político, con ninguna otra intención que cuestionar la eficacia del proceso revolucionario y de los nuevos gobiernos. En poco tiempo, el cine nómada evolucionó a los largometrajes argumentales, con una combinación de elementos ficticios e históricos sobre la Revolución.
“El automóvil gris” es una de estas joyas de la cinematografía de la primera mitad del siglo XX que aún se conserva. El largometraje, considerado una de las 100 mejores películas nacionales de todos los tiempos, narra los atracos que desde 1915 una banda de delincuentes cometió en la Ciudad de México, así como su terrible desenlace.
Los miembros de la banda aprovecharon el caos y la confusión desatada por la Revolución para cometer los robos. Portaban uniformes oficiales del ejército carrancista y entraban a las casas de las familias más ricas de la metrópoli para despojarlas de todas sus pertenencias.
En esa época, la ciudad fue controlada por zapatistas y carrancistas (en referencia al movimiento armado y político-social que lideraron Emiliano Zapata y Venustiano Carranza, respectivamente). Los historiadores sospechan que las autoridades estaban coludidas con la banda, y que incluso algunos de sus miembros habrían sido aprehendidos y liberados en distintas ocasiones gracias al caos generado por la lucha armada.
Fue justo uno de estos generales “sospechosos”, al frente del gobierno de Carranza, quien los capturó y ejecutó. Su fusilamiento tuvo lugar en la capital del país, el 20 de diciembre de 1915. La escena fue capturada por la cámara de Enrique Rosas, quien las integró a su película sin ningún tipo de censura.
Con estas imágenes, el director apostó por un realismo extremo en una época en la que el cine nacional se alimentaba de la convulsión social y política que existía; es por ello que se considera un retrato del México revolucionario y post-revolucionario. Así lo explicó Hugo Villa Smythe, director general de la Filmoteca de la UNAM, en entrevista para Infobae México.
“Lo que el director filmó tiene que ver muchísimo con la cercanía de la población, sobretodo en la Ciudad de México, que entendía muy bien los episodios tanto de robo como de sangre que habían protagonizado los miembros de la banda del automóvil gris”, señaló.
Rosas tomó la oportunidad sobre un tema que estaba vivo en la memoria de la gente, ofreciendo lo que Smythe describió como “un retrato muy acabado de esas clase aristócrata porfirista que todavía después de la Revolución había y que en el proceso de estabilización se mantuvo como la misma oligarquía”.
Las casas que la banda atracaba seguían siendo las mismas que en época del Porfiriato. "Familias acomodadas en la colonia Roma, Juárez y Cuauhtémoc; que en aquellos tiempo vivían de forma desproporcionadamente lujosa para una ciudad en la que mayoría de sus habitantes tenían acceso a muy pocos satisfactores físicos. Y ahí se tiene una lectura del país que era y el país que somos”.
Para el director de la Filmoteca, el director de “El automóvil gris” fue un genio, adelantado a su tiempo, que sin tener la claridad teórica del neorealismo italiano y de la nueva ola en Francia después de la II Guerra Mundial, hizo una combinación maravillosa entre la realidad y la ficción. La fusión de ambas en un tema tan vigente como las clases oligárquicas y la convulsión social la han mantenido vigente.
Temática y ejecución la hicieron una película coyuntural, que ofrece un retrato muy acabado de la realidad revolucionaria en México. Donde se retratan esas grandes diferencias sociales, con desigualdades de oportunidades. La banda del automóvil gris fue resultado de esa realidad nacional, que se tradujo en una violencia activa donde hubo gente que se reveló al orden establecido.
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