El presidente de México está revolcando un sistema para alentar el desarrollo de energía renovable, en otro golpe a los esfuerzos para atraer inversiones privadas al sector energético del país.
El gobierno de Andrés Manuel López Obrador está cambiando las reglas para los créditos de energía limpia, de modo que las represas hidroeléctricas envejecidas operadas por la empresa estatal de México califiquen. La medida, dicen los críticos, diluye el valor de los créditos inicialmente destinados a nuevos parques eólicos y solares.
Es el último paso de la administración izquierdista de López Obrador en crear incertidumbre para los inversionistas que presionan para hacer negocios en México. En febrero, el gobierno canceló una subasta de energía que se esperaba atrajera a titanes del sector, incluidas la italiana Enel SpA y la francesa Engie SA. Durante meses, la administración estuvo enfrentada con la compañía del multimillonario Carlos Slim por las tuberías de gas natural.
Los cambios en los créditos de energía limpia son “un duro golpe para las perspectivas de inversión privada en lo que hasta hace poco era el mercado de energía renovable más atractivo de América Latina”, asegura James Ellis, analista de Bloomberg New Energy Finance.
Julio Valle, de la Asociación Mexicana de Energía Eólica, afirma que permitir a las plantas viejas operadas por la Comisión Federal de Electricidad (CFE) calificar para créditos podría obstaculizar los esfuerzos para crear mercados competitivos y promover la energía limpia. La organización está considerando acciones legales, dijo Valle.
En un comunicado, la Secretaría de Energía de México dijo que el cambio tenía la intención de “establecer un campo de juego nivelado al incluir la energía hidroeléctrica”. Un portavoz no respondió a una pregunta sobre si el movimiento dañaría el desarrollo eólico y solar.
Las empresas que podrían verse afectadas por el cambio incluyen filiales de Enel, Engie y la española Iberdrola SA, que obtienen créditos bajo el programa.
El programa de energía limpia de México otorga créditos a las centrales eléctricas por cada megavatio-hora que producen. Se pueden vender a grandes usuarios de electricidad a los que el gobierno exige comprar una cierta cantidad de energía renovable, creando un flujo de ingresos adicional para los parques eólicos y solares.
La concesión de créditos a las antiguas plantas hidroeléctricas inundará tanto el mercado que serán prácticamente inútiles para estimular el desarrollo, dicen los críticos.
“Estaban destinados solo para nuevos proyectos. Entonces, si vas a otorgarlos retroactivamente a proyectos antiguos, ¿cuál es realmente el propósito?”, explica Lisa Viscidi, directora de energía, cambio climático e industrias extractivas en el Diálogo Interamericano en Washington.
Parece que una razón clave para el cambio es que López Obrador quiere usar los créditos para ayudar a rescatar a la empresa de servicios públicos, dice Viscidi. Si bien el presidente ha dicho que quiere reducir la dependencia de México del gas estadounidense, eso está pasando a un segundo plano para apuntalar a CFE, asegura.
“Ha habido un retroceso progresivo de la parte de la reforma energética que favoreció a las energías renovables”, dice Viscidi. “Poco a poco, ha estado minando el sector de las energías renovables”.
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