El nombre de Laisha Oseguera González, la presunta tercera hija del Nemesio Oseguera Cervantes, cabecilla del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) es un ejemplo de que cuando los familiares de los narcotraficantes no quieren ser ubicados, nadie los puede encontrar.
Y es que de Laisha no existe foto alguna, a diferencia de sus dos hermanos, sino que nadie ha podido comprobar su existencia, muchos menos se sabe a qué se dedica o de qué vive.
Aunque discretos, las familias de los narcotraficantes también tienen negocios y algunos han optado por vivir en ciudades en las que puedan pasar casi desapercibidos, en donde los hijos puedan ir a la escuela sin estar en el ojo de las organizaciones rivales y donde las esposas y las hijas puedan hacer vida social.
En 2017 Infobae publicó una lista de cinco ciudades que se perfilaban como los nuevos santuarios para las familias del narco: Querétaro, Puebla, Cancún, Cuernavaca y el corredor León-Celaya, sin embargo, dos años después, tanto Cancún como el corredor León-Celaya se han convertido en centros de operaciones de las mafias del tráfico de drogas y combustibles.
Y aunque en algunas ocasiones sus negocios sean públicos, se desconoce dónde viven, como es el caso de Emma Coronel Aispuro, la esposa de Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera que ahora se dedica al negocio del diseño de modas y apariciones en reality shows.
Alejandrina Giselle Guzmán Salazar, hija de “El Chapo”, afirma que estudió medicina y recientemente incursionó en el mundo de la moda con el lanzamiento de la marca “Chapo 701” compuesta por ropa y accesorios con la figura de su padre, quien cumple una pena de cadena perpetua en Estados Unidos.
A otras no les interesa salir del anonimato, como es el caso de Melissa Plancarte, hija de Enrique “Quique” Placarte, del extinto Cártel de los Caballeros Templarios, en Michoacán, quien falleció en Querétaro en 2014 en medio de un enfrentamiento con fuerzas del Estado.
Hace 5 años comenzó su carrera musical sin presumir que era hija de uno de los fundadores del cártel Los Caballeros Templarios, pues Melissa Plancarte quería convertirse en un referente del género musical regional mexicano.
Pero cuando su padre fue abatido, se confirmó que “La Barbie Grupera”, como se hacía llamar, era descendiente del narcotraficante.
La joven aseguró en una entrevista con la cadena Univisión que ella no tenía contacto con su padre desde que tenía 15 años, por lo que se deslindaba de él. Sin embargo, en 2014 publicó su video musical “Si no soy nada”, con locaciones que fueron reconocidas como parte de la mansión del narcotraficante.
Su carrera musical también se vio manchada por otro escándalo, debido a que para el video del tema "Desde que te fuiste", la también llamada "Princesa de la banda" grabó en los pasillos de la que fue sede del Supremo Tribunal de Justicia de Michoacán, y que en ese momento, era el Museo del Poder Judicial del estado.
Rafael Caro Quintero, uno de los fundadores del cártel de Guadalajara y actualmente prófugo de la justicia de México y Estados Unidos, tiene dos hijos que hasta ahora han mantenido bajo perfil: Roxana Caro Elenes, quien se sabe que estudió en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), en Jalisco. Mientras que Héctor Caro practica equitación y formó parte del equipo mexicano que ganó medalla de oro en los Juegos Centroamericanos de 2006.
El Departamento del Tesoro de Estados Unidos ha señalado que los hijos del narcotraficante son propietarios de conjuntos inmobiliarios, restaurantes, hoteles y estéticas, por lo que la familia fue incluida en la lista de la Oficina de Control de Bienes Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés), donde se incluye a los personajes vinculados con delincuencia o terrorismo con quienes se prohíbe a los estadounidenses hacer negocios.
Diana Espinoza Aguilar, esposa de Caro Quintero, también señalada por el el gobierno de EEUU como parte de la organización, aseguró en una entrevista en 2018 que su única ocupación es el hogar y que vive con una ayuda mensual de su suegra de 30.000 pesos (USD 1.669).
Sin embargo, desde el 2017, Espinoza Aguilar ha buscado obtener la certificación de marca registrada del nombre Rafael Caro Quintero, como consta en la Base Mundial de Datos sobre Marcas (OMPI).
Sus dos solicitudes, una realizada en mayo de 2017 y otra un mes después, permanecen en el estatus de pendiente.
En las fichas consta que la solicitud se refiere al registro de marca para productos de imprenta, fotografías, publicaciones impresas, revistas, papelería, material para artistas y de dibujo, entre otros.
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