Bikram Choudhury inició en la década de los 70 la construcción de todo un emporio en torno al yoga. En Beverly Hills logró concentrar a fervientes seguidores de la clase política y del mundo del espectáculo. La yoga caliente estaba oficialmente de moda.
Durante más de 40 años, el gurú del yoga no sólo acumuló riquezas materiales también habría coleccionado episodios de agresiones sexuales y violaciones contra decenas de sus seguidoras.
Un documental de Netflix exhibe los testimonios, con la intención de que la justicia de EEUU reabra el caso y castigue los abusos presuntamente cometidos por un hombre que está prófugo de la justicia, reside en México y disfruta de una vida en libertad.
Tenemos un gran gobernador en California, Gavin Newsom, estoy segura de que lo ve todo en Netflix. Esperemos que vea esta película, llame al [Fiscal de Distrito de Los Ángeles] Jackie Lacey y le diga que vuelva a abrir el caso, que lo persiga criminalmente, lo extradite y tenga que afrontar las consecuencias de sus actos: Eva Orner a Variety
El negocio de Bikram Choudhury creció rápidamente. Llegó a poseer 650 estudios de yoga sólo en Estados Unidos (EEUU) y las franquicias se expandieron por Europa, Asia y Australia. El costo de los derechos para usar el nombre y la técnica del hombre nacido en la India superó los USD 10,000 y sus ingresos se multiplicaron porque cada estudio le pagaba un porcentaje por facturación, más 5% de los ingresos brutos y un 2% adicional para el fondo de publicidad.
Su fama explotó entre las celebridades de la farándula, quienes asistían sin recato a retiros y campamentos. Sólo por sentarse en un escenario con el cuerpo desnudo, apenas cubierto por un Rolex dorado y unos calzoncillos negros y diminutos, cobró hasta USD 16,000 por persona.
Inició el nuevo milenio y la lujosa fachada de Bikram Choudhury empezó a resquebrajarse. El silencio se rompió cuando mujeres, homosexuales y afroamericanos alzaron la voz para denunciar las agresiones sexuales, discriminación, acoso y encarcelamiento del que fueron víctimas.
En marzo de 2013, Sarah Baughn -una de las maestras de Choudhury- lo denunció por acoso sexual. Dos meses después, una Jane Doe -el nombre ficticio utilizado para proteger la verdadera identidad de víctimas y testigos- lo acusó de violación. Explicó que el yogui logró crear una atmósfera de culto y devoción, en el que los miembros de su círculo más íntimo lo ayudaban a encontrar a las mujeres que se convertirían en víctimas de sus ataques.
En julio del mismo año, Minakshi “Micki” Jafa-Bodden acudió al Tribunal Superior de California para denunciar que fue “despedida abrupta e ilegalmente” por Bikram y contó detalles de la “conducta severa, continua, dominante y ofensiva” del maestro del yoga hacia las mujeres, los homosexuales, los afroamericanos y todas las demás minorías.
En diciembre de 2015, Rajashree Choudhury, esposa de Bikram, presentó una demanda de divorcio. Con la repartición de bienes, el gurú perdió las casas de Beverly Hills y Los Ángeles, así como algunos de los autos de lujo. Bikram sólo conservó el apartamento en Hawai.
En enero de 2016, cuando la justicia estadounidense resolvió el asunto de la demanda laboral, obligó a Choudhury a indemnizar a Jafa-Bodden con USD 924,500, por daños reales, más USD 6,4 millones en daños punitivos.
Fue entonces cuando Bikram Choudhury huyó de la justicia de Estados Unidos sin pagar un céntimo de la demanda; regresó a la India y luego cambió su residencia a México, donde los estudios de yoga también se han expandido. Sólo en la Ciudad de México hay estudios lujosamente establecidos en las colonias Condesa, San Ángel y Las Lomas.
¿Por qué tendría que acosar a las mujeres? La gente gasta un millón de dólares por una gota de mi esperma: Bikram Choudhury
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