Arqueólogos encontraron una nueva ofrenda en el Templo Mayor, el recinto sagrado más importante de Tenochtitlán, la capital azteca. El hallazgo esta vez se produjo en la base de una edificación, por lo que pronto podrían dar con los restos de los gobernantes de la antigua ciudad.
Lo que queda de la urbe azteca, Tenochtitlán, está en el costado oeste de la Catedral Metropolitana de Ciudad de México. Ahí desde hace más de 40 años los arqueólogos excavan para encontrar los objetos depositados bajo los cimientos de lo que antiguamente fue un templo.
El último tesoro encontrado a principios de noviembre fueron dos aves de presa vestidas y adornadas con pequeños aros y collares de oro, además de una lanza del mismo material, escudos e insignias. Está dedicado a Huitzilopochtli, el dios de la guerra mexica, como se autodenominaba el pueblo azteca.
Suman varias ofrendas encontradas en lo que actualmente es el sitio arqueológico del Templo Mayor. El hallazgo previo al de este mes ocurrió en julio. Se trató de una bóveda de piedra, una especie de puerta subterránea, que cubría 22 piezas de oro labrado, el esqueleto de un lobo que murió a los ocho meses de vida y varios cuchillos, conchas, caracoles, así como la mandíbula de un pez sierra.
El esqueleto de un jaguar vestido de guerrero fue descubierto en marzo de este mismo año. El animal también tenía un disco de madera tallada en la espalda, que se reconoce como emblema de Huitzilopochtli.
De hecho, los arqueólogos han atribuido todas las ofrendas encontradas hasta el momento al dios mexica de la guerra, fundamental para este pueblo porque gracias a las contiendas armadas con otras ciudades lograron expandir su dominio y conformar su imperio, que se extendía por buena parte del centro del actual México y el sur del país.
Leonardo López Luján, director del proyecto Templo Mayor, dijo en entrevista al periódico español El País que las tres ofrendas son de una riqueza y variedad “excepcionales”. Los animales y objetos hallados provenían de todas las regiones del imperio mexica e incluso más lejos, por eso hablan de la capacidad de intercambio comercial de la época.
Las tres consagraciones a Huitzilopochtli estaban acomodadas en una línea recta imaginaria, que si fuera trazada cortaría en dos un edificio aledaño al Templo Mayor, explicó el periodista Pablo Ferri. Cuauhxicalco, como se conoce a la estructura, es una plataforma circular de 16 metros de diámetro y más de dos de altura.
En los 40 años de trabajo en el sitio se han encontrado 12 águilas reales, siete lobos, siete pumas, dos jaguares y dos halcones en más de 200 ofrendas. Los descubrimientos también incluyen dos trozos de coral provenientes del océano Pacífico y Atlántico, conchas madreperla, estrellas de mar, peces globo y caracolas. Estos últimos sugieren prácticas de comunicación con el supramundo.
López Luján y Eduardo Matos Moctezuma, quien en el pasado estuvo a cargo del proyecto, tienen la hipótesis que ahí se encuentran los restos de los tlatoani Ahuítztol, Axayácatl o Tízoc. Esta idea se fundamenta en crónicas de la conquista, como la escrita por Bernal Díaz del Castillo o la de fray Diego Durán, donde se menciona que los mexicas enterraban a sus gobernantes en el Cuauhxicalco, explicó el actual director del proyecto Templo Mayor.
Nunca se ha encontrado la osamenta de algún tlatoani mexica, por lo que un descubrimiento de esta magnitud sería un parteaguas para la arqueología. Sin embargo, los especialistas no ven una fecha pronta para este hallazgo, ya que el trabajo en cada ofrenda requiere de meses e incluso años.
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