El gobierno mexicano aceptó este lunes el pedido de asilo del ex presidente de Bolivia Evo Morales, que renunció el domingo, por “razones” humanitarias y citando la “tradición del país de protección de los perseguidos políticos”.
Pero, ¿cuál es esa historia? El canciller Marcelo Ebrard, el encargado de anunciar la postura de México, recordó que “el primer ordenamiento en materia de asilo data de 1853”, cuando México y Colombia suscribieron un tratado de no extradición por delitos políticos.
“Nuestra tradición siempre ha sido por la protección de los perseguidos políticos, la tradición a la que me refiero tiene como base el artículo 15 de la Constitución mexicana”, añadió el titular de la secretaría de Relaciones Exteriores (SRE).
Dicho apartado enuncia que “no se autoriza la celebración de tratados de extradición de reos políticos, ni para la de aquellos delincuentes del orden común que hayan tenido en el país donde cometieron el delito” ni de “convenios o tratados en virtud de los que se alteren los derechos humanos reconocidos por esta Constitución y en los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte".
Ebrard, por su parte, recordó que “el otorgamiento de asilo es un derecho soberano del estado mexicano que va acorde con sus principios normativos en política exterior para proteger los derechos humanos y respetar la autodeterminación de los pueblos, la solución pacífica de las controversias y la no intervención”.
A continuación, los casos más representativos de la tradición mexicana que Ebrard, y antes el presidente Andrés Manuel López Obrador, usaron como argumento para tomar su decisión.
José Martí
En febrero de 1875, a bordo del City of Mérida, el político y poeta cubano José Martí llegó a México para pasar su primer exilio, después de un viaje que, después de varias escalas, llegó al puerto de Veracruz. Posteriormente, quien sería llamado el “apóstol de la independencia de Cuba" llegó a la capital del país en tren.
De acuerdo con los expertos Wilfredo Padrón Iglesias y Yakelín Hernández Estrada, el poeta llegó a una nación “referente en Latinoamérica por haberse emancipado del colonialismo español y enfrentado de manera exitosa los intentos colonizadores europeos, sobre todo de Francia”.
El país al que llegaba el también filósofo y periodista había pasado también por una etapa conocida como Reforma, donde el gobierno se separó de de la iglesia, que inspiró a Martí, quien ya había mostrado su postura independentista con respecto a su país natal.
Y es que Martí había dejado España deportado por la Corona, acusado de apostasía y por sus posturas contra el régimen colonialista que representaba. En esta estancia, Martí pasó en México dos años, hasta 1977. En aquella etapa se casó con su compatriota Carmen Zayas Bazán. En 1878 viajó a Guatemala.
Víctor Raúl Haya de la Torre
Ebrard también se refirió a Víctor Raúl Haya de la Torre, un político peruano que, después de oponerse a la dictadura de Augusto Leguía, fue encarcelado. Tras una huelga de hambre, pudo salir de prisión y se exilió en México entre 1923 y 1930.
En territorio mexicano, Haya de la Torre, que se educó en universidades de Lima y Londres, se desempeñó como secretario de José Vasconcelos, quien entre 1921 y 1924 fue secretario de educación y encabezó una ambiciosa reforma educativa inédita en el país.
En México, Haya de la Torre además vivió uno de los momentos más importantes de su carrera política: fundó la Alianza Popular Revolucionaria (APRA), un partido político fundamental en las próximas décadas en Perú. La ideología del APRA impulsaba el nacionalismo y el antiimperialismo, aunque aseguraban que era diferente al comunismo.
A inicios de la década de los 30 del siglo pasado, Haya de la Torre regresó a su país, donde volvería a ser encarcelado y libraría diversas luchas políticas hasta que, en 1978, se convirtió en el presidente del Parlamento peruano, aunque murió poco después.
El APRA llegaría al poder en 1985 con Alan García, que volvería a ganar las elecciones presidenciales en 2006.
Exiliados españoles de la Guerra Civil
En junio de 1939, el entonces presidente mexicano Lázaro Cárdenas, abrió las puertas del país a miles de españoles exiliados por la Guerra Civil que había explotado en el país ibérico en 1936.
Cárdenas apoyaba la causa de la República Española ante los embates del golpista Francisco Franco, a la postre triunfador del conflicto y que gobernaría el país durante las siguientes tres décadas con puño de hierro. Ante la inminente derrota del bando republicano, el mandatario mexicano permitió la llegada de aquellos que huían desde el otro lado del Atlántico.
A México llegaron pues miles de exiliados españoles, incluidos poetas como Luis Cernuda o filósofas como María Zambrano. El exilio español en México impulsaría en los siguientes años un movimiento cultural importante que impulsó al país el resto del Siglo XX y permitió la creación de instituciones como el Colegio de México.
De acuerdo con el historiador Pietro Rinaldo Fanesi, “entre las décadas del 30 y 40, México es uno de los países que acogerá el mayor número de refugiados de Europa”. De acuerdo con el especialista, las distintas olas inmigratorias elevarían el número de refugiados de España y de Europa por encima de las 25,000 personas.
Además, hay que recordar que México también recibió, en la segunda mitad del Siglo XX, exiliados de diferentes partes de Centroamérica y Sudamérica, sobre todo cuando ocurrieron golpes de estado en países como Chile, Argentina y otros.
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