Dos de las víctimas tenían 11 meses. Murieron junto con sus dos hermanos, dos niños y tres mujeres adultas.
La masacre ocurrió el 4 de noviembre en los límites de Sonora y Chihuahua, al noreste de México.
El Gobierno federal dijo que fueron asesinados por una confusión de una banda del narcotráfico. Pero lo que encendió las alertas es que se trató de una serie de matanzas similares, ocurridas durante 2019 en distintas partes del país.
En todos los casos, los agresores han sido vinculados a bandas de la delincuencia organizada, y la forma como se cometieron los crímenes fue brutal, según las autoridades.
Masacrar a inocentes es una estrategia que va en aumento en cárteles mexicanos en su lucha por controlar zonas de tráfico.
El terror como estrategia les resulta útil, pues representa poderío ante sus rivales, se intimida a la población civil y se genera pánico en las autoridades.
Aunque hasta hace unas décadas una regla respetada era no involucrar a familias en las disputas con sus rivales, después de 2006 —cuando el ex mandatario Felipe Calderón inició la guerra contra el narco— la situación cambió.
Dos de los ataques a familias se cometieron en Chihuahua. Una de ellas ocurrió en Ciudad Juárez, donde tres niñas de 4,13 y 14 años, así como un hombre, de 25, fueron ultimados una madrugada de agosto. Los hechos ocurrieron a finales de ese mes en el interior del domicilio de las víctimas, en el rancho de la colonia Riberas del Bravo, entre las calles Ribera Piedras negras y Puente Yáñez.
La cruel matanza de las menores Lindsay, Sherlyn y Artleth Sánchez Gordill mostró otra faceta en la disputa por territorios y zonas de tráfico.
En un principio, el multihomicidio se atribuyó a Los Mexicles, brazo armado del Cártel de Sinaloa; sin embargo, el grupo delictivo se deslindó de la masacre.
Se presume que la saña del homicidio fue parte de una venganza contra el padre de las niñas, quien fue levantado ese mismo día.
La entidad fronteriza fue escenario de otra matanza: la de los LeBarón. El pasado 4 de noviembre, tres camionetas con 15 personas salieron de la comunidad de La Mora, Sonora y Galeana, Chihuahua. Nunca llegaron a su destino, a plena luz del día y en un camino conocido, fueron acribillados.
Los miembros de la familia LeBarón viajaban en tres camionetas tipo SUV, que conducían Rhonita María Miller, acompañada por sus cuatro hijos; Dawna LeBarón y sus siete pequeños; y Christina Langford, con su bebé.
El convoy se trasladaba de Sonora a Chihuahua, cuando una de las unidades —donde se desplazaba Rhonita — sufrió un pinchazo, por lo que esperó en el camino a que las otras consiguieran un repuesto.
Al parecer, fue durante la espera cuando se inició el ataque. Las primeras versiones de la familia indicaron que Rhonita y sus hijos fueron baleados por sicarios que irrumpieron en el sitio y luego provocaron un incendio, donde fallecieron todos los pasajeros de la camioneta.
Una hora y 20 minutos después, Dawna y Christina se aproximaron al lugar, cuando vieron el incendio. Las mujeres avanzaron 18 kilómetros en busca de ayuda, no obstante, fueron atacadas por el mismo grupo de sicarios.
El ejército mexicano atribuyó el ataque a una confusión del grupo criminal La Línea, escisión del Cártel de Juárez en Chihuahua, y quienes esperaban a sus rivales de la célula delictiva Los Salazar.
Las masacres contra familias completas se ha extendido a territorios como Sonora, donde recientemente miembros de una familia fueron atacados en la comunidad de Matarachi, municipio de Sahuaripa.
Las víctimas viajaban en una camioneta tipo pick up negra cuando en medio del camino de terracería que conduce del Ejido El Trigo a la mina La India fueron emboscadas por los presuntos criminales.
En los sanguinarios hechos perdió la vida una mujer, y un hombre resultó gravemente herido. Con ellos viajaba otra persona de la que se dijo que se encontraba ilesa y que llamó a urgencias para que atendieran a su hermano.
El hombre herido de bala fue llevado en ambulancia al municipio de Moctezuma. La Secretaría de Salud de Sonora informó que lo trasladaron en helicóptero al Hospital General en Hermosillo.
El lugar de los hechos se ubica a seis horas de La Mora, donde fue masacrada la familia LeBarón.
Sonora también lloró la muerte de un niño, de su madre y de su tío. La situación ocurrió el viernes, en un inmueble ubicado en el Boulevard 16 de septiembre y calle 20, en el sector Libertad. Ahí se encontraban los niños Dayron, de 8 años, Keyla, de 2, sus padres, Perla Verónica, de 31, José de Jesús, de 23, así como su tío, Christian Abel, de 25, cuando supuestos sicarios de Los Salazar, asaltaron la vivienda.
Los asaltantes entraron de forma violenta y arrastraron a José de Jesús Luna, alias el Pelón de la Luna. Posteriormente, los asaltantes volvieron a la residencia y la prendieron fuego con bombas molotov, atrapando a los niños y a los dos adultos.
Tras el crimen, vecinos del lugar reportaron un incendio al número de emergencia 911, por lo que elementos del Departamento de Bomberos rescataron a las personas de la casa en llamas.
La única sobreviviente de la cobarde agresión fue Keyla, quien resultó con el 90 por ciento de su cuerpo quemado.
Dichos escenarios explican las nuevas condiciones en que se disputan los territorios para el tráfico de drogas: “Tú me matas a uno, yo te mato a tres. Me matas a un primo, yo mato a tu hijo”.
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