El arte del escultor Roberto Ruiz fue conocido en todo el mundo, incluso gratamente apreciado por la monarca británica Isabel II. Sus manos impresionaron a millones de mexicanos del siglo XX y miles de extranjeros que reconocieron la cultura mexicana representada, incluso con la misma muerte, tan conmemorada en el país.
Don Roberto Ruiz falleció hace algunos años, en 2008, pero su legado continúa en su sangre, a través de sus hijos Abraham y José Manuel.
Si bien el talento no se hereda, sí se crea, con trabajo duro, viendo, escuchando y practicando. Así fue como los hermanos Ruiz comenzaron a hacer sus primeras piezas, jugando a imitar a su padre desde que apenas comenzaron a caminar, posteriormente crearon su propia cosmogonía.
Los restos mortales de animales pueden tener una segunda “vida”. Los ancestros milenarios también solían manipular las osamentas de sus seres queridos para hacer esculturas, flautas o marcar algún mensaje y mantenerlos cerca a pesar de su partida.
En México, la muerte nos intriga, nos representa un enigma, hemos tratado de representarla constantemente tal vez con la idea de mirar nuestra propia fragilidad y efímera existencia. O tal vez de no temerle o retarla para que no amenace a nuestros seres queridos.
Los hermanos Ruiz tienen su propios motivos para usar hueso como material de trabajo y lograr el nacimiento de un concepto plasmado en un pedazo que alguna vez tuvo vida.
“Este material orgánico, es muy noble, tratamos de llevarlo a la máxima expresión con personajes y dándoles ‘vida’ nuevamente”, dijo Abraham.
“Es como se dice, la vida da paso a la muerte, pero la muerte da paso a la vida. El objetivo es trascender, para nosotros simboliza eso”, dijo por su parte José Manuel.
El famoso crítico de arte, Carlos Mosiváis (q.e.p.d.), fue uno de los grandes admiradores de Don Roberto Ruiz y posteriormente del trabajo de sus hijos, logró comprar una gran parte de las obras de escultor y ahora permanecen exhibidas en el Museo del Estanquillo, ubicado en el corazón central de la Ciudad de México.
“Curiosamente tenemos más éxito en el extranjero, nuestras piezas han llegado a Francia, Alemania, Rusia, España, Filipinas, Dubái, Marruecos, India, infinidad de lugares porque hemos tenido la valiosa oportunidad de visitar algunas ferias internacionales. El año pasado un coleccionista francés nos felicitó y le sorprendió que en México se sigan realizando piezas con las manos, ya que dijo que allá practicamente todo lo hacían las máquinas”, explicó José Manuel Ruiz.
Actualmente los hermanos Ruiz tienen diversas piezas expuestas en Antiguo Palacio de Iturbide, ubicado en la calle de Madero, en el Centro Histórico, en la Ciudad de México, estarán expuestas hasta mayo de 2020.
La reina Isabel II condecoró sus piezas como joyas de la Corona
Existe una gran anécdota de Don Robertro Ruiz. En 1980 fue convocado por funcionarios de Gran Bretaña para un exposición de los grandes maestros del arte popular mexicano, solicitó al séquito de la Reina dos fotografías y mandó montar un óvalo de marfil en plata antigua: hizo un fino y hermoso camafeo donde representaba el rostro de lsabel II a los 17 años, el cual se lo obsequió cuando fueron recibidos en 1981.
La Reina quedó tan impresionada y fascinada por el trabajo, que en la ceremonia de inauguración nombró sus piezas como joyas de la corona. El camafeo fue y las diecisiete piezas fueron trasladadas al Palacio de Buckingham en donde se exhibieron de forma permanente durante veintiocho años. Posteriormente fueron resguardadas en la bóveda real cuando la Reina se enteró de la muerte de Don Roberto, en 2008.
Otros coleccionistas de sus obras han sido el escritor Carlos Monsiváis, la maestra Teresa Pomar y los presidentes José López Portillo, Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo. Algunas otras de sus piezas se encuentran en el Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías, en el Fondo Cultural Banamex y en el Museo de Culturas Populares del Instituto Mexiquense de Cultura.
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