Ingresar al Museo del Carmen es un viaje al pasado, se puede apreciar su belleza arquitectónica barroca, las antiguas estatuas religiosas e imponentes altares, la colorida talavera poblana, y las icónicas momias, que son las únicas en exhibición de la Ciudad de México.
Los muros gruesos evitan que ingresen ruidos del exterior y perturben la paz cuando se transita por sus silenciosos pasillos, donde se puede acceder a las habitaciones que fueron usadas por generaciones de estudiantes y religiosos, que una alguna vez los habitaron desde la creación del inmueble carmelita y posterior colegio desde hace más de 400 años, desde 1615.
La directora del Museo, Eva María Ayala Canseco, detalló a Infobae México que hace 90 años, en 1909, el Estado le otorgó a la entonces delegación Álvaro Obregón el sitio para habilitarlo como museo con la misión de realizar actividades culturales y alojar exposiciones de obra de arte.
En la Revolución, un grupo de zapatistas se alojó en el lugar y los religiosos carmelitas se fueron temporalmente a otras sedes. Dos años después, a su regreso, encontraron 12 momias en el entonces convento.
“No supimos si fueron desenterradas de aquí, ya que los carmelitas enterraban a sus muertos en el sitio, así como a algunos lugareños, pero tampoco se supo si las trajeron con ellos los zapatistas. Pensamos que son cuerpos que pueden ser de finales del siglo 19,” relató la directora del inmueble.
Entre la docena de cuerpos hay mujeres y hombres con particulares vestimentas de la época, incluso una de las momias se cree que pertenece a un asiático, debido a su vestimenta y rasgos faciales característicos.
Algunos cuerpos fueron hallados desnudos por lo que fueron vestidos con ropa de la época, y aunque un fraile alguna vez quiso inhumarlos para darles cristiana sepultura, los vecinos protestaron ya que las momias eran parte fundamental del museo y “habitantes” de éste, por lo que no lo permitieron.
"Las momias generan una fascinación a nuestros visitantes, en encuestas a visitantes es lo que más recuerdan del Museo, además por supuesto, del inmueble en sí pero las momias se les quedan grabadas a todos los que nos visitan", agregó.
Estos perpetuos habitantes son especialmente cuidados para que continúen en buen estado de conservación, por lo que especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) han mandado aparatos para controlar la humedad y temperatura del lugar.
“Incluso tenemos purificadores de aire para evitar los patógenos que puedan traer los visitantes, también hace unos meses se hicieron estudios para ver si las momias tenían microorganismos que pudieran ser dañinos para los visitantes o viceversa, si los visitantes pudieran traer algunos dañinos para las propias momias. Sin embargo descartamos ambas situaciones”, detalló Eva María Ayala.
El Museo exhibe además pinturas y colección de arte novohispano, artistas como Miguel Cabrera, Cristobal de Villalpando, Juan Correa y algunos anónimos, que a través de sus cuadros de paisajes, transportan en la imaginación en un viaje de espacio-tiempo a ese momento determinado de la historia que se nos muestra.
“Nosotros recibimos familias, niños y adultos y todos quedan fascinados por las momias. Se quedan en la memoria de la gente, nunca se ha desmayado alguien. De lo que nos han contado, sé que en algún momento se han percibido cosas pero yo he estado sola hasta las nueve de la noche y no he visto nada, será que las momias me aprecian, pero una ex directora sintió un aire frío que venía de las criptas, fuera de eso nada más nos han comentado”, contó Ayala Canseco.
“Nosotros hacemos visitas nocturnas y contamos leyendas de San Ángel. Estos días los invitamos a que vengan al altar de muertos, tenemos también una exhibición de cartonería de calaveras y catrinas, pueden visitar nuestra página de Facebook y enterarse continuamente de nuestras diversas actividades”, concluyó la directora.
(Con información de Juan Vicente Manrique).
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