En México, los enfrentamientos entre narcos y comunidades indígenas son noticia sólo entre los pobladores. Cada comunidad o familia recoge a sus muertos y siguen articulando mecanismos de defensa.
En los últimos años, los cárteles del narcotráfico en México han emprendido una guerra directa contra las comunidades originarias, sobre todo aquellas en las que encuentran resistencias organizadas como la del Congreso Nacional Indígena (CNI).
En la geografía nacional, los sicarios buscan territorios ricos en minerales y maderas preciosas, que también pretenden usar como lugares de siembra, producción, trasiego de drogas y como rutas para el control de personas y armas.
El Cártel de Jalisco Nueva Generación, el de Sinaloa, del Golfo, las reminiscensias de los Beltrán Leyva, Tijuana, Los Zetas , los Caballeros Templarios, La familia Michoacana y otros grupos de la delincuencia organizada encabezan las agresiones contra las comunidades del CNI.
En el municipio Los Reyes en Michoacán, habitantes de cuatro comunidades indígenas se han organizado para no aceptar extorsiones de grupos criminales.
La mayoría son hombres y mujeres —no mayores de 30 años—, quienes se agruparon en el Consejo de Seguridad Comunal y armaron las rondas comunitarias. Los habitantes prefieren no ser llamados autodefensas, pues no salen a otros territorios, sólo defienden lo suyo.
Los entrenamientos son con fusiles de asalto, que previamente fueron dados de alta en la Secretaría de Seguridad de Michoacán.
Actualmente, las rondas comunales de Los Reyes enfrentan el acecho del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y se preparan para no permitir la incursión de dicho grupo criminal.
La vigilancia comunitaria nació en enero de 2013, tras la desaparición y muerte de Roberto Serrano Cervantes, un capitán retirado del Ejército Mexicano y que fungía como encargado del orden de los pueblos originarios enclavados en la sierra de Los Reyes.
Según un integrante de la ronda comunitaria, entrevistado por Imagen Noticias, la muerte del líder estaría relacionada con la negativa de pagar una cuota de 2,000 pesos por hectárea al grupo criminal los Caballeros Templarios.
El asesinato de Serrano Cervantes y otros habitantes de la comunidad no detuvo a los vigilantes y confrontaron al entonces cártel hegemónico de Michoacán.
El 21 de octubre un grupo de sicarios del CJNG realizó al menos dos bloqueos en dos puntos de la carretera estatal que une a los municipio de Tocumbo y Los Reyes.
Según testigos, los criminales obligaron a los pasajeros a bajar de un autobús y luego quemaron la unidad en la tenencia de Santa Inés, bloqueando el camino.
Los miembros del CJNG vestían ropa tipo militar, estaban encapuchados y portaban fusiles Barret calibre .50 milímetros, además de rifles AR-15 y AK-47.
El fin de semana, en Morelia, Michoacán, murieron un policía y cuatro presuntos criminales, durante una balacera. El enfrentamiento se llevó a cabo cuando los agentes se disponían a cateo un sector del municipio. Sin embargo, un elemento de la institución recibió un dispar o de arma de fuego.
En menos de 48 horas, en Michoacán se contabilizaron ocho decesos más relacionados con cárteles de las drogas.
En Presa de Los Reyes y Villas del Real, cuatro personas fueron torturadas y asesinadas a balazos. En dos de los casos, el CJNG dejó narcomensajes.
En Uruapan, Michoacán, una de las ciudades más importantes de la entidad, cuatro cadáveres fueron abandonados. Éstos presentaban impactos de bala.
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