Michoacan, Jalisco, Sinaloa, Colima y Guerrero, estos son algunos de los estados que un día fueron paraísos turísticos y hoy se han convertido en estados plenamente controlados por los cárteles mexicanos. Tijuana, Acapulco, Ciudad Victoria, Ciudad Juárez e Irapuato están consideradas dentro de las 50 ciudades más peligrosas del mundo, de acuerdo con un informe del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal de México.
Acapulco, antigua playa en la que los famosos tenían sus casas de veraneo, vive una de sus épocas más oscuras. Ejecuciones, multihomocidios, ataques a bares, secuestros, son algunas de las cosas que se viven en aquella ciudad guerrerense.
El pasado 9 de octubre, sujetos incendiaron un camión urbano de pasajeros en plena avenida Costera Miguel Alemán, la principal vía de Acapulco y una de las más vigiladas. Una semana después, una familia completa desapareció a manos de una organización criminal. Un mes antes, en el mismo día, se registraron ejecuciones y persecuciones en aguas del paradisíaco puerto.
Acapulco entró en un proceso de declive. La contaminación de sus mares, la basura de sus playas dejada por los turistas y la violencia generalizada en el estado ha dado como resultado su abandono, al menos del sector turístico internacional.
En respuesta, emergió otra joya del turismo: Cancún. Las ruinas mayas a su alrededor y la cadena de playas que lo rodean, entre ellas Playa del Carmen y Tulum, se habían convertido en atractivos destinos. Sin embargo, el narcotráfico también ha terminado por ahuyentar a los visitantes. De abril a septiembre de este año, Cancún registró 41.3 homicidios por cada 100,000 habitantes.
Una investigación hecha por El Universal muestra que, al menos ocho “paraísos” en México registraron tasas de homicidio por cada 100,000 habitantes tan altas que se contabilizaban entre las primeras 50 de todo el territorio nacional.
Los destinos se ubican en el litoral del oceáno Pacífico y el Caribe mexicano. Entre ellas está Playas de Rosarito, destino ubicado en costas de Baja California; Manzanillo, en Colima; Tijuana, en el estado de Baja California; Zihuatanejo, en Guerrero; así como Playa del Carmen y Cancún, en Quintana Roo.
En los primeros 10 meses de la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador, ocho municipios con destinos de playa concentraron 3,352 homicidios, más del 11% del total de estos delitos registrados en el país.
Playa del Carmen, un sitio que se había convertido para miles de turistas en el “mejor destino turístico de México”, también ha perdido su esplendor. En 2017, cinco personas murieran en un tiroteo dentro del bar Blue-Parrot, un incidente que se adjudicó una célula del Cártel de Los Zetas que quiere parte de las ganancias que aquí se generan. Desde ese año, ha ido disminuyendo su esplendor y actualmente ocupa un deshonroso décimo séptimo lugar entre los municipios más violentos en 2019.
Actualmente el país enfrenta una crisis que no sólo afecta a las playas paradisíacas de la Rivera Maya. Con 6.000 asesinatos en el primer bimestre de 2019, México tuvo su inicio de año más sangriento en la historia.
En el caso concreto de Quintana Roo, los homicidios dolosos se duplicaron al pasar de 359 casos en 2017 a 763 reportes en el 2018, lo que representó un aumento del 112%, de acuerdo con las estadísticas del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP).
Esta tendencia a la baja del turismo internacional también está confirmada para otros destinos del país, como Huatulco, Mérida, Tapachula y Villahermosa.
La violencia del narco ha irrumpido en el mundo de lujo, de playas vírgenes, campos de golf, y tesoros naturales que parecían estar fuera del radar de sangre que actualmente padece casi todo el territorio mexicano. Los homicidios dolosos son perpetrados en su gran mayoría por ajustes de cuentas del narco, que controla el tráfico de drogas, armas, personas, secuestro y cobro de piso en el país.
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