Antes de que Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera fuera detenido por el gobierno mexicano por tercer y última vez, y antes de que fuera extraditado a Estados Unidos, donde cumple una condena de cadena perpetua, el narcotraficante tenía un deseo: que un artista realizara un retrato para la posteridad.
El elegido fue el pintor Hugo Zúñiga. Hasta la ciudad de Taxco, en el estado sureño de Guerrero, fueron los emisarios de Guzmán Loera. Con su venia, el artista fue trasladado hasta una locación remota para encontrarse con el que sería su cliente.
“No supe a dónde me llevaron, porque todo (el camino) me llevaron con la cabeza cubierta”, relató Zúñiga a la cadena Telemundo. “Se abrió una puerta eléctrica y avanzamos con linternas. Estaba todo oscuro, entonces otra puerta se abrió y dije ‘ay, cabron, qué es esto, el tunel del tiempo'”, añadió.
Zúñiga probablemente se refería a uno de los sistemas de túneles que hicieron legendario a Guzmán Loera. El narcotraficante se volvió un experto en desarrollar este tipo de caminos subterráneos para evadir a la policía y también para fugarse de la prisión de alta seguridad del Altiplano.
"Avanzamos y después había una segunda puerta. Me dijeron ‘Zúñiga, tranquilo’, y desde el otro lado de esa puerta, todo oscuro, se escuchó una voz, ‘pásele, Zúñiga’, relató el pintor, que no reveló la fecha en la que ocurrió este encuentro.
Al otro lado se encontraba Guzmán Loera, una de las personas más buscadas del mundo, por autoridades de todos los niveles. Ahí, en un cuarto, el artista y el narcotraficante conversaron y tomaron whisky. Después de una “buena plática”, El Chapo le pidió entonces un retrato, de unos 89 centímetros de largo por 68,5 centímetros de alto.
“'Te van a dar unas fotos', me dijo, y le dije ‘cómo no, con mucho gusto’”, expresó Zúñiga. Además, después de acordar el precio del trabajo, que de acuerdo con el pintor fue de poco menos de USD 4.000, (más de 76.000 pesos mexicanos según la cotización actual), el capo le dio un regalo al artista.
“Una pistola de calibre 45, ‘pa’ ti’, me dijo, ‘pero guárdala, no la vayas a empeñar’", contó Zúñiga. El pintor detalló que el arma tenía las cachas y el cañón chapados en oro.
Después de aquel encuentro, nunca se volvieron a ver. Guzmán fue detenido por tercera y última vez en 2016. Zúñiga, por su parte, reveló que, tras aquel acercamiento, otros narcotraficantes se acercaron para pedirle trabajos parecidos.
Guzmán Loera, tras un juicio de varios meses, recibió la cadena perpetua en julio pasado en una corte de Brooklyn, en Nueva York. “El largo camino que trajo a ‘El Chapo’ Guzmán a una corte de los Estados Unidos está lleno de drogas, muerte y destrucción, pero terminó hoy con justicia”, estableció el Fiscal General Brian Benczkowski.
Serio, vestido con un traje gris y por primera vez luciendo un espeso mostacho en la corte, el Chapo se dirigió al juez Brian Cogan y le dijo en español: “Ya que el gobierno de Estados Unidos va a enviarme a una prisión donde nunca más van a escuchar mi nombre, aprovecho para decirles: aquí no hubo justicia”.
Sin embargo, la relación entre la familia de Guzmán Loera y Zúñiga persiste. De acuerdo con José Luis González Meza, uno de los abogados de los parientes del narcotraficante, será el artista encarado de pintar los murales que tendrá la universidad que construirán, con dinero de El Chapo, en la comunidad de Badiraguato, donde todavía vive la madre del capo.
“'Vamos a hacer murales en las 20 hectáreas de la universidad, pero falta saber los temas’, me dijo el abogado", contó Zúñiga al diario Milenio, que se resiste a las críticas sobre la ética de trabajar para un narcotraficante, pues dice que, si el dinero servirá para preparar a personas que de otra manera no podrían hacerlo, será por el bien del país. “Es que ya no sabes, a veces, quienes son los buenos y quienes los malos”, concluyó.
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