Narcocorridos en la tierra del Chapo: qué hay detrás de las canciones que alaban al crimen y se burlan del gobierno

En entrevista con Infobae México, especialistas explicaron si existe relación entre dicho subgénero y la violencia generada en el país

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(Fotoarte: Jovani Silva, Infobae)
(Fotoarte: Jovani Silva, Infobae)

Al norte de México, en el estado de Sinaloa, tierra de Joaquín “El Chapo” Guzman, donde las vidas de los traficantes se convierten en leyenda popular con banda sonora, en 2016 el gobierno local decidió cortar con el culto musical al crimen organizado: los narcocorridos y loas al poder de los capos fueron prohibidos.

Sin embargo, en pleno 2019 los narcojuglares mexicanos han empezado a glosar las últimas aventuras de la dinastía Guzmán. Por primera vez, el pasado 17 de octubre, Ovidio Guzmán, hijo del que fue el narcotraficante más poderoso del mundo, fue detenido y soltado por las Fuerzas federales el mismo día.

Los componentes de la liberación, propios de una película, se convirtieron de inmediato en carne de narcocorrido, un subgénero de la música popular mexicana que exalta las andanzas de los narcotraficantes casi como si fueran héroes clásicos.

Las primeras canciones empezaron a brotar por internet desde el día siguiente. “Saben a lo que se atienen, más no saben lo que viene. Es de ahuevo que lo sueltan, Culiacán tiene sus reglas”, dice la estrofa de un tema colgado en YouTube. Su autor, Héctor Guerrero, relata un poco de lo que se vivió aquél día en la ciudad fronteriza.

Esas odas al hampa, son una desviación de los corridos, un género de la música tradicional de los estados del norte, que alcanzó su pico de popularidad a comienzos del siglo XX, narrando los episodios de la revolución mexicana a modo de gestas épicas. Las primeras mutaciones empezaron en los 70, cuando grupos como Los Tigres del Norte recrearon las peripecias de los narcos que pasaban droga al otro lado de la frontera, retratando su estilo de vida.

(Video: YouTube)

Gracias a un sonido folclórico de melodías repetitivas y una rica jerga de la calle, los narcocorridos forman parte de la cultura popular de México. En entrevista con Infobae México, la Dra. Ainhoa Vásquez Mejías, académica de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y miembro del Sistema Nacional de Investigadores Mexicanos, relató que la fuerza de las letras de éste subgénero ponen música a la realidad diaria de una sociedad que vive en la brecha entre sus gobernantes y el poder de los narcos.

“Los narcocorridos no nacen como los conocemos hoy, sino con una función moralizante. Según el investigador, Juan Carlos Ramírez-Pimienta, la idea original era hacer un llamado a la población para que no se involucrara en este tipo de hechos delictivos. El personaje que narraba su historia estaba en la cárcel y se lamentaba de haberse inmiscuido en la industria. Hoy, gran parte de los narcocorridos, al contrario, ensalzan la imagen de los narcos y cuentan sus asesinatos como si fueran hazañas. No olvidemos que muchos cantantes son pagados por los mismos narcos para que registren sus vidas. Se ha perdido el sentido original de dejar una lección ética y ahora se mueven más por asuntos meramente económicos. Se hacen porque se venden, a los narcos y al público que los escucha", enfatizó Vásquez Mejías.

En junio de 2010, las historias de sus canciones pasaron a ser de la vida real. El cantante Sergio Vega, también conocido como Shaka, fue asesinado por unos sicarios en Sinaloa. Ambas ráfagas de disparos guardan las mismas sombras que persiguen a México desde hace tiempo. ¿Hasta dónde llega el poder de los narcos? De acuerdo a la Dra. Vásquez, la violencia que generan los sicarios no está relacionada con la apología del crimen de los narcocorridos.

Dos de los narcocorridos que aparecieron tras el operativo fallido en Culiacán  (Foto: Infobae)
Dos de los narcocorridos que aparecieron tras el operativo fallido en Culiacán (Foto: Infobae)

“Esta es una falacia Post hoc ergo propter hoc, que se ha extendido bastante pero, insisto, es una falacia. No hay forma de comprobar que escuchar narcocorridos o consumir cualquier otro producto de la narcocultura ocasione violencia, no hay una estructura de causa-consecuencia".

"Al contrario, un estudio realizado por Ferdinando Armenta para la revista Mitologías revela que la gente rescata, en cambio, contenidos positivos como la valentía, las ganas de luchar y la ilusión de escapar de una vida de miseria, pero que ello no se traduce en conductas violentas o antisociales. Escucharlos, más bien, constituye una vía de escape, una cierta catarsis a lo que se vive, soñar con que se puede estar mejor, pero no es que esto lleve a realizarlo a través del crimen”.

Por decreto, el ex gobernador de Sinaloa, Mario López Valdez decidió que durante su gestión (2006-2010), en su tierra no se podían interpretar ni difundir narcocorridos en bares, cantinas ni ningún otro tipo de establecimiento. Férreamente apoyado por el expresidente, Felipe Calderón (2006-2012) la polémica no se hizo esperar.

Al respecto, la especialista apunta: “Creo que la censura siempre es negativa porque es subestimar al público. La gente tiene derecho a decidir sus gustos y afinidades. Nada hace concluir que exponerlos a un tipo de ficción los hará cambiar"

Continuó: “Sin embargo, considero que el debate en torno a la prohibición sí es bastante benéfico, en términos generales, porque pone en discusión pública el modo de enfrentarnos a estos productos. Si éstos no existieran tal vez no hablaríamos de la realidad del narcotráfico, la violencia que ocasiona, los muertos que ha dejado. No creo que sean una forma de que nos enteremos de lo que pasa, porque ahí nuevamente confundiríamos ficción y realidad, pero sí de discutir y reflexionar sobre lo que pasa y vivimos”.

A manera expresa de porqué razón los traficantes están interesados en tener un narcocorrido, Vásquez Mejías aseveró: “es una forma de sobrevivir. Los narcos están expuestos, cada minuto, a morir violentamente. Necesitan asegurar la inmortalidad, por eso las tumbas de súper lujo, por eso los narcocorridos. Es una forma de aferrarse a la vida, la ilusión de que van a sobrevivir aunque sea de esa manera”.

Miguel Gastelum, originario de la tierra del Chapo, fabrica hits histográficos desde su restaurante (Video YouTube)

Los corridos a la dinastía Guzmán

“Estado de Sinaloa es cuna de los Guzmán, el gobierno imprudente al niño fue a despertar, aprovechando que el Jefe se encuentra en otro lugar. Ahora ya lo despertaron y ya no saben qué hacer, porque el niño tiene amigos que van a jugar con él, aquí quedó demostrado lo grande de su poder”. Este pasaje pertenece a otra de las canciones que se mofa de la debilidad del gobierno y destaca el poder del heredero de una de las mayores organizaciones criminales de México.

El corrido está escrito por Miguel Gastelum, un emigrante de Sinaloa, y experto en fabricar hist histográficos desde el salón de su restaurante en California, EEUU.

Hace poco más de una semana, a Ovidio Guzmán, de 29 años, lo estaba esperando la Guardia Nacional, pero a ellos los aguardaba la gente del Cártel de Sinaloa.

El operativo terminó en un fuego cruzado entre uniformados y sicarios en varios puntos de Cualiacán, Sinaloa. Según las autoridades, el más chico de los Chapitos tiene una orden de extradición a EEUU por el delito de narcotráfico.

“La plebada bajaba de todos lados, el apoyo se miraba pa’ los hijos del señor. De la peni de Aguaruto se fugaban, ese día era todo o nada para pelear con honor. Los wuachos no sabían dónde les llegaban, las ráfagas de metralla y chingazos del tostón”, narra uno de los narcocorridos inspirados en el operativo en Culiacán.

Los componentes de la liberación de Ovidio Guzmán, el pasado 17 de octubre, se convirtieron de inmediato en carne de narcocorrido, (Video: YouTube)

La prohibición

Los peores años de la guerra contra el narco motivaron la prohibición de los narcocorridos en algunos estados mexicanos. La medida no los detuvo, ni tampoco la particular empatía que despiertan figuras como “El Chapo”, de quien su origen humilde, aspecto robusto y bigotón de mexicano medio y su condición de guardián de los viejos códigos del hampa, han ayudado a construir una inquietante imagen de leyenda.

“Culiacán se convirtió en zona de guerra, torearon a una fiera, el gobierno se equivocó. No sabía con quienes se topa, la ciudad estaba sitiada y sembraban el temor. Con los radios reportaban los güeritos que le soltaran a Ovidio, que era la orden del patrón", canta otro narcocorrido.

Los narcos son los protagonistas de muchos de los corridos mexicanos que hacen apología de su figura. En Culiacán, Sinaloa, donde recientemente el gobierno perdió una batalla, se encuentra la capilla principal de Jesús Malverde. Ahí, junto a imágenes de La Virgen de Guadalupe, se rinde oración a los narcos y a la figura de Malverde, quien robaba a los ricos para dárselo a los pobres.

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