Las etiquetas en los alimentos y bebidas, de ahora en adelante, no serán los mismos, pues los senadores de la República aprobaron un dictamen con el fin de reformar la Ley General de Salud y así modificar las señalizaciones con las cuales se alerta sobre el nivel de grasa, azúcar y calorías en los productos alimenticios y bebidas no alcohólicas que se comercializan en tiendas y supermercados.
El dictamen se aprobó en lo general con 114 votos a favor y únicamente dos abstenciones, mientras que los artículos reservados avanzaron con 80 votos a favor, 28 en contra y cuatro abstenciones. Cabe decir que la legislación fue promovida para combatir la obesidad, pues si bien antes había advertencias, estaban escritas con letras pequeñas y lenguaje confuso o demasiado especializado.
Es por eso que las alertas deberán estar en la parte frontal de los productos previamente envasados y contendrán avisos acerca de su composición nutricional, además del contenido energético, sodio, azúcares o grasas saturadas. También deberán dejar en claro cuando los productos tengan cantidades superiores a las establecidas por la Secretaría de Salud.
De acuerdo con un pronunciamiento del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF, por sus siglas en inglés) sobre el tema, el etiquetado frontal de advertencia “clara, veraz y de fácil comprensión” permitirá que la población pueda hacer “elecciones informadas de alimentos” para lograr cambios en los patrones de consumo.
Los elementos se destacarán a partir del uso de un símbolo octagonal, el cual tendrá un fondo completamente negro con un perímetro blanco. Dentro de la figura, y también con letras blancas para generar mayor contraste, se encontrará la leyenda “Alto en”, seguida del contenido que corresponda: grasas saturadas, sodio, azúcares o calorías.
Según Barry Popkin, un profesor de la UNC Gillings School of Global Public Health, en Carolina del Norte, la advertencia frontal mediante octágonos negros es la única que funciona para aminorar la ingesta de alimentos chatarra, pues ningún otro influye en la compra de estos alimentos, ni siquiera el etiquetado de semáforo, el cual no es tan poderoso en términos visuales.
Además de esto, cada uno de los productos deberán especificar si contienen ingredientes que puedan representar un factor de riesgo para enfermedades crónicas como la diabetes o la hipertensión. Cabe decir que esos componentes serán determinados por la propia Secretaría de Salud.
A inicios de mes, la Cámara de Diputados aprobó la reforma a la Ley y ahora, con la aprobación por parte de los Senadores, únicamente falta que el dictamen sea turnado al presidente Andrés Manuel López Obrador, quien ha reconocido la gravedad de la mala alimentación en México, para que se publique en el Diario Oficial de la Federación.
“Estas enfermedades (diabetes e hipertensión) se originan o se precipitan, se agravan por la mala alimentación, por no tener una alimentación sana. Entonces estamos obligados todos a que haya un programa de orientación nutricional”, comentó el mandatario al ser cuestionado sobre la iniciativa del etiquetado claro de los productos.
La situación respecto a los hábitos alimenticios de los mexicanos es relevante, pues desde 2016 se vive en un estado de emergencia de tallas epidemiológicas a causa de los altos índices de obesidad y diabetes. Un ejemplo de ello es que, según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición, siete de cada 10 adultos viven con sobrepeso en el el territorio nacional.
Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) indicó que en el país, el 58 y el 85% de los niños y adolescentes tiene un consumo excesivo de azúcares añadidas, mientras que entre el 67 y 92% del mismo sector de la población come demasiadas grasas saturadas.
Desde la UNICEF reportan que estos problemas se han incrementado debido a que “los hábitos alimenticios de los mexicanos están cambiando, antes incluía más productos frescos y ahora hay más alimentos procesados, productos que en general son altos azúcares añadidas, grasas saturadas y en calorías”.
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