Alba Álvarez aún extraña profundamente a Pit, el perro que la acompañó desde su infancia.
Los recuerdos felices quedaron atrás por la muerte del pitbull. No sólo porque Alba debió “dormirlo” para evitarle más sufrimientos, el perro tenía cáncer en el estómago, los pulmones y el corazón.
Alba acompañó a PIt hasta su última morada, estuvo con él en el doloroso momento del sacrificio. En casa se despidió de él, lloró y lo abrazó mil veces. Entraba y salía de su casa, indecisa. Sabía que Pit no merecía sufrir más, pero el corazón se le rompía sólo de pensar en que cerraría los ojos para siempre.
Fue el veterinario de confianza, quien le propuso llevar a Pit a un servicio de cremación, para siempre mantener sus cenizas cerca. Y señaló decidido la opción de “Safari”. La dolorosa pérdida de la mascota se convirtió en indignación.
En sus redes sociales Alba relató que no pudo acompañarlo a la cremación, le faltó valor. Así es que esperó a Pit en el estacionamiento de “Safari”, la empresa donde pagó los servicios de cremación. Al final del proceso le entregaron una urna que parecía una azucarera.
Días después consiguió un par de relicarios donde colocaría parte de las cenizas. Le ilusionaba pensar que siempre llevaría junto al corazón a su hermoso pitbull. Abrió la urna y se encontró con una triste sorpresa: No había cenizas. Había piedras grandes y sólidas, de varios colores.
Indignada acudió con el veterinario, quien confirmó que en la urna había un mínimo de cenizas. Supusieron que las piedras correspondían a los restos del horno utilizado para la cremación. Es decir, no eran las cenizas de Pit, sino las piedras caídas de un horno en mal estado.
Llamó a los teléfonos de atención al público de la empresa ubicada en Naucalpan, Estado de México. Ahí le dijeron que se trataba de restos de varios animales cremados al mismo tiempo.
Alba les recordó que pagó por un servicio individual, jamás por un servicio de cremación colectivo. Sabía que no tenía caso continuar con la llamada telefónica y fue hasta entonces cuando revisó antecedentes de la empresa.
Halló denuncias sorprendentemente parecidas a su caso. Urnas sin cenizas, llenas de piedras y dudas sobre las condiciones de la cremación de las mascotas.
Incluso, descubrió que la empresa migra constantemente de páginas de Facebook, para evitar las denuncias y comentarios negativos.
Hoy se pregunta cuál habrá sido el destino real de Pit y el de cientos de gatos, perros, aves y todas las mascotas que sus familias humanas decidieron llevar a “Safari”.
Veterinarios y cuidadores de animales de compañía conocen el mercado. Hay empresas que aseguran entregarte las cenizas sólo de tu mascota al dividirlas por charolas durante la cremación. Es decir, el cliente paga por un servicio individual pero en realidad son engañados porque no hay manera de distinguir ni separar las cenizas de las mascotas que fueron colocadas en la misma charola.
En otros casos, las empresas llevan los cuerpos a tiraderos de basura. Cobran por un servicio de cremación que no realizan porque se deshicieron de la mascota. Los dueños humanos, en su dolor por la pérdida, no se dan cuenta de lo que hay dentro de las urnas. Generalmente son cenizas muy finas, con aspecto de talco, y son falsas. El color de las cenizas suele ser grisáceo medio u oscuro, mientras que el olor es parecido a la arena de construcción.
Recomendaciones
- Cuando muera tu mascota, pon atención en los servicios funerarios que solicites.
- Asegúrate de la calidad del servicio, solicitando referencias a clientes anteriores.
- Pide acceso a las instalaciones para verificar que realmente cuentan con el equipo necesario.
- Verifica el cuidado y la ética con la que tratan a los animales de compañía de otras personas.
Proceso de cremación
El proceso de la cremación tiene lugar en el llamado crematorio, donde usan un horno industrial capaz de alcanzar altas temperaturas, con modificaciones especiales para asegurar la eficiente desintegración del cuerpo. Los modernos crematorios suelen ser controlados por un ordenador o computadora y están dotados de sistemas de seguridad. Además de la cremación de humanos, también son utilizados en la actualidad para incinerar animales de compañía.
La caja que contiene el cuerpo es incinerada a la temperatura de 760 a 1150 °C. Durante el proceso, una gran parte del cuerpo (especialmente los órganos) y otros tejidos suaves son vaporizados y oxidados debido al calor y los gases son descargados en el sistema de escape. El proceso completo toma al menos dos horas.
Todo lo que queda después de que la cremación concluye son las cenizas y algunos fragmentos de hueso. Debido a que el tamaño de los fragmentos de hueso secos están estrechamente conectados a la masa esquelética, su tamaño es variable. Cuando la incineración del cadáver ha concluido, los fragmentos de hueso son depositados en un pulverizador para que adquieran la consistencia de granos de arena.
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