El 22 de mayo de 2015, ocurrió la masacre de 42 civiles en el rancho El Sol en Tanhuato, Michoacán, durante un supuesto enfrentamiento entre elementos de la policía federal y presuntos integrantes del Cartel Jalisco Nueva Generación. Durante la balacera un agente muró, otro resultó herido y fueron detenidos tres civiles.
Todo comenzó el 21 de mayo de 2015 cuando la administradora del rancho denunció que el 17 de ese mismo mes un grupo armado de entre 25 y 30 sujetos habían roto el candado de acceso e ingresaron al inmueble.
Esto derivó en que el ministerio público requiriera a elementos del Operativo Jalisco de la Policía Federal para la investigación de los hechos.
Entre las 6:20 y las 7:30 horas del 22 de mayo, sobre la carretera Nogales-México, en el tramo Guadalajara-Ecuandureo kilómetro 371, elementos de la Policía Federal realizaban actividades de patrullaje cuando civiles armados les dispararon a bordo de una camioneta Toyota blanca.
Los elementos repelieron el fuego y comenzó una persecución que terminó hasta el rancho El Sol, donde una camioneta blanca se impactó contra un árbol, lo que dio inicio a la balacera en el rancho.
Cuando comenzó, la mayoría de los supuestos criminales aún estaban dormidos luego de una fiesta, esto, según exámenes toxicológicos practicados a los cadáveres y al hecho de que 17 de ellos murieron descalzos, incluso uno de ellos apenas portaban ropa interior.
El rancho El Sol se convirtió en un campo de batalla, en donde se encontraron más de 6,600 casquillos percutidos y un lanzacohetes quedó sin detonar.
En un inicio llegaron al lugar 41 elementos de la policía federal, pero luego de que un agente muriera y otro fuera herido, mandos policiacos solicitaron refuerzos, por lo que llegaron otros 54 agentes de la policía federal y un helicóptero artillado. La balacera duró al menos dos horas.

En una parcela quedaron muertos dos presuntos sicarios, en el camino principal que lleva a las instalaciones del rancho quedaron otros 16 y dentro de la casa, un almacén y los patios otros 24 cadáveres.
Debido a la manera en que se encontraron los cuerpos y los exámenes de balística, 15 de los muertos tenían a sus atacantes de frente, sin que se pueda saber las circunstancias de cómo murieron.
Según concluyó la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), 13 de los muertos estaban de espaldas a sus victimarios, en una posición de vulnerabilidad. De estos, ocho fueron asesinados mientras cruzaban una parcela, como si intentaran huir. Varios de ellos presentaron disparos en la cabeza.
Otros 5 fueron ejecutados con balas que fueron en trayectoria descendente, presuntamente ultimados por las balas del helicóptero artillado. Uno más fue quemado mientras aún estaba con vida. Otro presentaba lesiones propias de un atropellamiento.

Dentro de la casa dos más fueron ejecutados mientras estaban en cuclillas y a otro le dispararon en la cabeza y la pierna. Otros dos murieron mientras se escondían detrás de una palmera.
Uno más, que estaba escondido en una bodega, murió calcinado, luego de que el artillero del helicóptero disparó hacia la estructura 4 mil proyectiles, lo que inició un incendio.
La procuraduría de justicia del estado de Michoacán tardó más de cuatro horas en llegar al rancho tiempo en que, según la CNDH, los elementos de la Policía Federal utilizaron para manipular la escena del enfrentamiento y sembrar armas en 16 cadáveres y mover de su lugar a siete víctimas.
También ese tiempo fue utilizado por los agentes para torturar a los tres detenidos, a quienes obligaron a presenciar la ejecución de los tres sicarios dentro de la casa.
El gobierno del entonces presidente Enrique Peña Nieto defendió la versión oficial de que se trató de un enfrentamiento en el que la Policía Federal resultó ser a tal grado superior en armamento y letalidad que logró un saldo a su favor de 42 contra 1.
De acuerdo con el presidente de la CNDH, Luis Raùl González Pérez, la Policía Federal hizo “uso excesivo de la fuerza, manipuló evidencia y trató de manera indigna a algunos de los cadáveres”. La PF torturó a civiles, sembró armas y cartuchos, manipuló la posición de los cuerpos y posiblemente quemó algunos. Sobre todo, ejecutó por lo menos a 22 personas, mientras que cuatro más fallecieron por el ya citado uso excesivo de la fuerza, y el motivo del fallecimiento de 15 más no pudo ser determinado. Después de la batalla 8 vehículos fueron asegurados, 6 de ellos quedaron calcinados.

En enero de 2015, policías federales mataron a nueve personas en Apatzingán, Michoacán. Al menos una de ellas fue ejecutada extrajudicialmente. Por estos hechos a mediados de agosto de este año fueron detenidos seis elementos a quienes se juzgará por homicidio calificado y homicidio en grado de tentativa.
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