La Romería de Zapopan: la festividad de la virgen que rescata lagos y termina con guerras

Cada 12 de octubre los habitantes de la Zona Metropolitana de Guadalajara y visitantes de otros países, participan en un recorrido de más de 9 kilómetros para recordar a la Virgen de Zapopan

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Este año participarán en la peregrinación más de 2 millones de personas (Foto: Cuartoscuro)

Después de la Virgen de Guadalaupe, la de Zapopan es la segunda festividad religiosa más importante de México. Año con año, millones de personas se reúnen el 12 de octubre en Guadalajara, la capital de Jalisco, para llevar a la imagen de regreso a su santuario.

La festividad se conoce como la Romería de Zapopan. una de las peregrinaciones más grandes de Latinoamérica y desde 2018 Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Este año espera más de 2 millones de visitantes.

El nombre es retomado de la antigua tradición de los viajes a pie hacia Roma para conocer la Capilla Sixtina y los templos a sus alrededores, denominados romería. Las personas que emprendían esa misión eran conocidos como romeros.

La Virgen de Zapopan tiene una notable presencia en la historia de Jalisco. Fabián Acosta Rico, del Centro de Estudios de Religión y Sociedad de la Universidad de Guadalajara, contó a Infobae México que a la virgen peregrina se le atribuye el fin de las la guerra del Miztón, una serie de enfrentamiento bélicos entre el ejército español e indígenas de la Nueva Galicia, actuales Nayarit, Aguascalientes y Jalisco. Por eso se le conoce como “La Pacificadora”.

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 La Virgen, mejor conocida como la Generala, regresa cada año a su recinto, La Basílica de Zapopan (Foto: Cuartoscuro)

La imagen también fue utilizada por algunos insurgentes durante la guerra de Independencia, sobre todo en el occidente de México. La virgen fue nombrada de manera honorífica Generala del Ejército Trigarante en 1821 y fue ratificada por el general José María Blancarte en 1852.

Por estas razones, “en Jalisco más que guadalupanos, somos zapopanos” comenta el doctor Acosta Rico. El culto a “La Generala” es una tradición muy arraigada en los jaliscienses. Para los devotos, la virgen los ha salvado de las sequía del lago de Chapala, el principal vaso lacustre de la zona metropolitana del estado, de epidemias y tempestades. “Es cercana al fervor popular, muchos jaliciences han recibido o amparado a la virgen de Zapopan”, dijo.

La virgen sale de su Basílica de Zapopan en mayo para visitar los templos de Guadalajara, este ciclo es conocido como “La llevada de la Virgen”. La intención de la romería es llevar de vuelta a su santuario a la virgen peregrina, como también se le conoce. El último lugar en visitar es la Catedral Metropolitana, ahí pasa la noche del 11 de octubre y a la mañana siguiente le realizan una misa previa a su partida.

El 12 de octubre sale acompañada millones de peregrinos, según cifras de la UNESCO. Fieles, danzantes y otras cofradías organizadas en torno al culto de la Virgen de Zapopan caminan 9.2 kilómetros hasta la Basílica de Nuestra Señora de Zapopan, donde la reciben con una misa.

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A la virgen se le atribuye el rescate del Lago de Chapala (Foto. Cuartoscuro)

La Romería conjuga un ambiente festivo y a la vez solemne. En la peregrinación hay música, danza, familias, personas que van en penitencia porque se sienten en deuda con la virgen. Los últimos kilómetros algunos los recorren de rodillas por la fatiga o como expiación.

En la preparación y realización participan numerosos grupos religiosos, principalmente la orden franciscana, quienes custodian la imagen desde el siglo XVI. La Arquidiocésis de Guadalajara, las parroquias de la zona metropolitana, también colaboran.

Otras agrupaciones relevantes son la Guardia de Honor, que escoltan a la virgen en todos sus recorridos, se distingue por su uniforme azul marino con blanco. También hay bandas de guerra, que aportan el aire marcial a la festividad, danzantes concheros y orquestas.

El investigador explicó que la imagen de la Virgen fue traída a la Nueva Galicia, actualmente Jalisco, Aguascalientes y Nayarit, por el evangelizador franciscano Antonio de Segovia desde Pátzcuaro, Michoacán.

Una pequeña imagen acompañó al padre Segovia durante su misión evangelizadora que duró 10 años y fue depositada en una ermita de adobe y techo de paja. Los frailes franciscanos le construyeron una capilla, pero se derrumbó en 1609. Las crónicas de la época dicen que de ese accidente, la Virgen salió ilesa. En 1730, se terminó la construcción de la actual Basílica, que tiene anexo un convento franciscano.

El obispo Juan Ruiz de Cabañas, entregó a los franciscanos la custodia de la imagen que cargó Antonio de Segovia el 13 de noviembre de 1819. Desde entonces es resguardada en la Basílica.

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