“Es una relación amor-odio”: en la piel de un repartidor de aplicación de comida a domicilio en la frenética Ciudad de México

Las aplicaciones han creado un nuevo ejército en las calles: trabajan más de 12 horas, recorren largas distancias por 27 pesos y no es exagerar decir que arriesgan la vida

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Video: Juan Vicente Manrique/Infobae.

Paco mira insistentemente su celular. Llegó a las once de la mañana a su “base”, frente a un supermercado de la colonia Condesa. Ya pasaron dos horas y aún no recibe ningún pedido. Él es repartidor de aplicación y cuenta a Infobae México que pesar de colocarse en un área de alta demanda por los usuarios, la saturación de trabajadores hace cada vez más difícil que haya algún encargo para él. Hace un año cuando ingresó había aproximadamente 50,000 trabajadores, ahora esa cifra se ha duplicado.

Vuelve a ver la pantalla y actualiza el sistema. Aún no llega el primer viaje que realizará por 27 pesos. Antes ganaba más, pero sin avisar, la plataforma en la que trabaja bajó el pago “De un tiempo para la fecha empezaron a bajar el costo de domicilio, ya no te salían pedidos de 30 pesos, sino de 29. Tú decías ‘¿qué pasó?, nadie me avisó’. Luego de 29 pesos a 28 y los otros dos pesos qué, luego a 27. Estás en tres horas sin pedido y luego te caía uno de 27 por tres km”, explicó Paco.

Son muchas las quejas que Paco tiene de la manera en la que se trabaja como repartidor, pero no renuncia “Es como una relación de amor-odio”, dice. A pesar de que tiene dificultades y la situación laboral empeora, es de este trabajo del que obtiene los recursos para mantenerse a él, su esposa, dos hijas, un perro y un gato.

Después de que pasara una hora más, por fin le llegó un pedido. Tenía que ir a comprar un mezcal en una licorería y después llevarlo a una vivienda de la misma colonia. Salió montado en su bicicleta de piñón fijo que no cuenta con frenos ni velocidades. Le gusta porque, aunque es peligrosa, también es liviana. Paco cree que para manejar en la Ciudad de México hay que estar loco. “Nada ganas con ir todo temeroso. Empiezas a perder el miedo, a desafiar a los carros. La verdad es que no me da miedo”, cuenta.

Con una cadena colgada en la cintura, a bordo de su vehículo desaparece rápidamente en las calles de la famosa colonia. Siempre con la incertidumbre de si regresará. Según datos del colectivo #NiUnRepartidorMenos, en el mes de septiembre hubieron 364 accidentes de repartidores. Dos personas no sobrevivieron. Uno de ellos era un policía que después de terminar su turno trabajaba en aplicación para completar sus gastos.

José Luis Ávila fue uno de los repartidores que se sumó a la cifra de eventualidades hace siete meses. Fue atropellado por un automóvil que se dio a la fuga en la alcaldía Benito Juárez. Ese día aprendió tres cosas: hay poca educación vial en la Ciudad de México, el sistema de salud público es deficiente y la empresa en la que trabaja no lo apoya.

Tiene 48 años y es repartidor de distintas aplicaciones desde hace dos años. Una noche cuando terminó su jornada y se dirigía a su casa, un coche lo arrojó frente a Pabellón Cuauhtémoc. Perdió la consciencia y cuando despertó estaba solo. Avisó a un grupo de WhatsApp que tiene con colegas y llegaron a ayudarlo en diez minutos.

Después de ocho horas fue atendido. Se lastimó un pómulo e hirió las rodillas. Estuvo en recuperación semanas completas en las que no generaba dinero. Se puso en contacto con uno de los gerentes de plataforma para contarle del accidente pero no lo ayudaron “Les pregunté qué apoyo puedo tener de la empresa, y sólo se oyeron grillitos… no hubo respuesta”, contó a Infobae México.

Sin embargo, volvió a trabajar en lo mismo. “Regreso principalmente porque eres el dueño de tu tiempo, de tu horario, tú puedes salir a trabajar el tiempo que quieras. No estás obligado. Eso me gusta porque soy viudo desde hace cuatro años, viven mis hijas conmigo entonces me da tiempo de estar con ellas”, explicó.

Los beneficios como la flexibilidad de tiempo, las ganancias y la comunidad que se ha creado con otros repartidores de aplicación provoca que, a pesar de los riesgos y el precario trato laboral que dan las empresas, continúen con su empleo.

José Manuel tiene 40 años y piensa igual. Desde hace un año renunció a su interior trabajo porque sus ganancias no le alcanzaban para mantener a su familia. Investigó y se dio cuenta de que como repartidor podría trabajar en las jornadas que él quisiera, y ganar dinero dependiendo de las horas en las que laborara.

Su percepción cambió cuando comenzó a repartir, se dio cuenta de que hay muy poca cultura vial y mucha inseguridad. También ha sufrido discriminación y acoso, pero planea continuar hasta que su cuerpo soporte. “La unión entre compañeros lo hace poquito más livianito. Saber que uno no está solo”, explicó como otro de los factores que lo hacen decidir, todos los días, subirse a la moto y repartir por toda la ciudad.

Video: Juan Vicente Manrique/Infobae.

El colectivo

Ante las pobres condiciones que los repartidores de aplicación dicen tener, y el alto número de accidentes, algunos de ellos se organizaron y formaron #NiUnRepartidorMenos. Colectivo del que Saúl Hernández es vocero.

Él trabajó durante tres años en las plataformas, hasta que hace unos días fue deshabilitado. Se puso en contacto con personas de Uber y le dijeron que había violado Términos y Condiciones. Solicitó que revisaron su estado y le dijeron que había sido una equivocación.

(Foto: Twitter)
(Foto: Twitter)

Dos semanas después le enviaron otro correo en donde decían que su suspensión era permanente. En esta ocasión no hubo explicaciones. Para Saúl este es un acto de represión por haber hablado con medios de comunicación sobre la ausencia de las empresas en los accidentes de los repartidores.

Pero dice que si no hubieran desactivado su cuenta seguiría trabajando a pesar de los problemas “Haces comunidad. Comienzas a relacionarte con más gente, compañeros que tienen la misma onda. Generas lazos de amistad” explicó.

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