El cortometraje “Estoy bien”, auspiciado por el gobierno de Perú explotó en las redes sociales con un éxito inusitado. Además de los millones de descargas y visualizaciones, las plataformas de Facebook, Twitter y YouTube registran una ola de solicitudes de ayuda, compañía y comprensión de personas que se declararon suicidas potenciales.
El video muestra Félix, un joven de 26 años, quien parece llevar una vida común y corriente. Tiene un techo donde dormir, un empleo y compañeros alrededor. Incluso, festeja un cumpleaños. Se le nota angustiado, frustrado, solo. La gente alrededor está físicamente cerca, pero no va más allá de una interacción distante, superficial. El reloj suena cada mañana a la misma hora para iniciar la rutina del día, siempre la misma: los lugares son iguales, la indiferencia de los personajes también.
Hay un momento que parece fatal Parecería que Félix tomó una decisión y está a punto de grabar un un mensaje frente a su cámara de video como si fuera una despedida, quizás una explicación. En el último momento, Andrés insiste en buscarlo; después de llamadas perdidas y mensajes sin atender, Andrés toca a su puerta.
-Estoy bien, asegura Félix enfático
-No, no estás bien, responde Andrés
Andrés le impide cerrar la puerta y lo atrapa en un abrazo. Félix se resiste momentáneamente, es su instinto el que parece hacerlo reaccionar. Acepta el abrazo y se rinde en una confidencia ante la mirada atenta y comprensiva de un amigo que llegó -y actuó- en el momento oportuno.
El video concluye con una numeralia del suicidio y un teléfono de emergencias, para que los posibles suicidas encuentren ayuda, empatía y orientación.
Las redes sociales
La campaña que difunde el gobierno de Perú alcanzó casi 171.000 visualizaciones. Los seguidores de Facebook y Twitter inundaron las plataformas de recados alarmantes. Miles de mujeres y hombres expusieron detalles sobre su depresión, soledad, hartazgo y frustración.
“Nadie ha atendido mis gritos de ayuda”, “Yo no he tenido jamás una novia, o alguien que se interese por mi persona”, “Me ha pasado cien veces y nadie ha tocado mi puerta, he salido adelante solo pero cansa demasiado. No sé si pueda con otra situación igual”.
Quejas y llamados de auxilio, pero también empatía, consejos y atención sincera: “Concéntrate en las actividades de tu agrado, busca grupos de apoyo, pero también busca maneras de ayudar a otros, siempre hay alguien que NECESITA DE TI”
¿Qué nos ha llevado a pensar que el suicidio es la solución a nuestros problemas?
Los suicidios se cobran un costo alto. Más de 800. 000 personas mueren cada año por suicidio. Es la segunda causa de muerte entre personas de 15 a 29 años de edad.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), estima que por cada adulto que se suicidó, posiblemente hay otros 20 que intentaron suicidarse y no tuvieron éxito.
Los especialistas señalan que el suicidio es consecuencia de la desesperación, casi siempre relacionada con alguna enfermedad física o una enfermedad mental —como la depresión, el trastorno bipolar, la esquizofrenia o el trastorno límite de la personalidad, el alcoholismo o el consumo de enervantes. Sin embargo, advierten que el factor de riesgo más grave, es el antecedente de un intento de suicidio no consumado
Los métodos de suicidio son diferentes en cada país. La OMS reconoce, como los más comunes, el ahorcamiento, el envenenamiento con plaguicidas y la manipulación de armas de fuego.
Sólo en el año 2016, 817.000 personas se quitaron la vida. Se trata de un aumento exponencial, si consideramos que en 1990, el número de suicidios fue de 712.000 muertes.
Aunque es la décima causa de muerte a nivel mundial, se convierte en la segunda causa cuando se trata del deceso de jóvenes entre 15 y 29 años.
Es más común que se suiciden hombres que mujeres. Probablemente, el género femenino cuenta con un círculo de apoyo que los hombres no han logrado consolidar. Lo cierto es que los hombres tienen entre tres y cuatro veces más probabilidades de suicidarse, aunque los suicidios no consumados son más comunes entre jóvenes y mujeres.
Pecado o delito
Las discusiones en torno al suicidio están generalmente marcados por la religión y el honor.
La religiones lo consideran un pecado, porque consideran que la vida es sagrada.
Sin embargo, durante la época de los samuráis en Japón, el harakiri (abrirse el vientre con una arma blanca), fue considerado una cuestión de honor, una forma de protesta o la manera de resarcir un fracaso.
Aunque en la mayoría de los países, el suicidio es considerado un delito pero no es punible. En México, por ejemplo, sólo se castiga a aquella persona que induce y auxilia a otra a suicidarse.
Desde el siglo pasado, la inmolación ha sido utilizada como una forma de protesta, pero también como una técnica militar y terrorista.