Las celdas que hasta hace poco lucían hacinadas de presos, finalmente quedaron vacías con el cierre oficial del Penal de Topo Chico.
Los últimos 150 internos fueron trasladados al Centro de Reinsercción Social Apodaca, por lo que se le puso el candado de clausura al centro penitenciario, tras casi 76 años de operación y ser escenario de autogobiernos, masacres y múltiples motines.
En una ceremonia realizada en la cancha que fue testigo de una masacre de 49 internos en febrero de 2016, la mayor ocurrida en una cárcel en México, el gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez, anunció una inversión de 50,000,000 de pesos para construir un parque en este predio.
Agregó que mientras inician los trabajos, las instalaciones estarán abiertas al público durante aproximadamente un mes y medio. Sin embargo, no preciso cuándo arrancarán las visitas.
Altares, capillas de la Santa Muerte y muchas otras imágenes de santos y narcotraficantes como el colombiano, Pablo Escobar, adornan una de los penales más temibles del país.
Este lunes, el gobernador Nuevo Léon dio el cerrojazo a una historia negra de 76 años y con la promesa de que no habrá más autogobiernos en las cárceles de la entidad.
Aunque el penal cerró sus puertas, dejó en la memoria colectiva historias de masacres y venganzas así como las dudas sobre la posible existencia de fosas clandestinas dentro de él.
Al respecto, la diputada local, Claudia Tapia, aseguró que antes de convertirlo en un parque, el penal de Topo Chico debe ser inspeccionado por la Fiscalía General del Estado, la Comisión Estatal de Búsqueda de Personas y los familiares de desaparecidos de la entidad.
"Existen indicios y el temor profundo de que existen fosas clandestinas, ésto luego de que que durante 76 años el penal fue sede de innumerables actos de atrocidad humana, en dónde imperó el autogobierno de presos y control total del sistema penitenciario.
Sobre este planteamiento, la legisladora lo presentó el en la sesión ordinaria del lunes en el Congreso local.
Tapia afirmó que Nuevo León es la quinta entidad donde más se presentan casos de desaparición forzada, por lo que es importante revisar el penal desde donde se han cometido masacres e ilícitos en años anteriores.
El temible centro penitenciario
La prisión de Topo Chico, en Monterrey, Nuevo León, recreó en miniatura la guerra entre cárteles de la droga que puso en jaque al estado norteño. En 2010 y 2011, la que hasta entonces era reconocida como la entidad más industrial del país, sede de pujantes multinacionales, comenzó a sufrir los estragos del crimen: asesinatos y narcobloqueos.
Las organizaciones criminales predominantes, Los Zetas y el Cártel del Golfo, se peleaban por la plaza, al tiempo que la cacería contra los sicarios iba en aumento.
En Topo Chico, los sentenciados, hombres y mujeres, se mezclaban. Hasta 2018 tenía autogestión y autogobierno, donde quien mandaba eran miembros de la célula delictiva Los Zetas.
Sus celdas ubicadas en el ambulatorio "E", eran uno de los rincones más privilegiados dentro del penal: estaban acondicionadas con pantallas planas, sillones de lujo, un jacuzzi y el mapa donde el cártel tenía presencia.
En febrero de 2016, dos facciones relacionadas con Los Zetas que se disputaban el control de esta prisión, se enfrentaron con palos, piedras, botellas, varillas y remedos de puñales. Desde el exterior, hubo testigos que aseguraron haber oído disparos.
La reyerta que duró entre dos y tres horas, se saldó con la muerte de 49 internos. Las autoridades encontraron los cadáveres golpeados con saña, linchados, cinco de ellos calcinados en un incendio avivado con los colchones. El gobierno tenía ante sus ojos, el motín carcelario más sangriento de la historia de México.