La jornada laboral en un autolavado de Santa Ana en Campeche transcurría de manera normal. Dos jóvenes trabajadores platicaban y jugaban mientras lavaban los automóviles; tenían 13 y 17 años.
Cuando de pronto, un estallido perturbó la tranquilidad que había en el negocio. El personal se asustó y de inmediato llamó a emergencias, creyeron que algún compresor había estallado, pero la realidad era diferente. El niño menor asesinó a su amigo con un disparo en el pecho.
Cuando las autoridades llegaron al lugar, el joven trabajador aún tenía el arma en la mano. Se encontraba estupefacto, dicen testigos. El balazo había sido un accidente.
Después de llevárselo detenido y de declarar el fallecimiento de su compañero adolescente, las autoridades conocieron la historia de lo sucedido.
Al establecimiento llamado Drive Car, que se encuentra sólo a unos metros del mercado municipal de San Francisco de Campeche entre la calle Coahuila y la avenida República, llegó el sábado 21 de septiembre un auto modelo Jetta color negro para que fuera lavado. El dueño, con toda confianza, dejó su vehículo y dijo que regresaría cuando estuviera listo.
Los dos jóvenes se hicieron cargo de él. Entre risas y jugueteos, como trabajaban habitualmente, se dieron cuenta de que en el interior del automóvil, bajo el asiento, había una maleta que contenía una pistola 9 milímetros.
El niño de 13 años, identificado después con las iniciales J.J.M.R., tomó el arma y bromeó con ella. Un adulto que se encontraba acompañándolos los dejó por un momento para ir a la tienda. Mientras tanto, él y su compañero pasaban un buen momento sin percatarse del peligro que representaba la situación.
En un instante el escenario cambió. A las 10:00 horas la pistola se disparó y dio directamente en el pecho del joven de 17 años. Falleció casi al instante.
Ninguna de las personas que estaban en el sitio se movió de su lugar para evitar salir lastimados por la explosión que creían que había sucedido.
Con la misma hipótesis en mente avisaron a las autoridades, quienes enviaron a bomberos. Ellos se dieron cuenta de la situación y llamaron a la policía y servicios médicos.
Momentos después llegó la familia y seres queridos del adolescente quienes lloraron por la sorpresiva muerte del joven.
El dueño del automóvil y del arma regresó después. Fue investigado y certificó que tenía permiso de portación. La Fiscalía estatal no dio más detalles sobre si el sujeto tendría algún tipo de responsabilidad en el asesinato.
Disparos accidentales
En 2005, último año del que se tiene registro, 75 niños de hasta 14 años de edad fallecieron por disparos accidentales, según la asociación Stanford Childrens.
La mayoría de los balazos que provocaron muertes fueron realizados en zonas rurales y en temporadas como verano y fines de semana, cuando los menores de edad no son vigilados de manera constante por los adultos.
De todos los casos por lo menos 80% corresponden a hombres menores de 14 años. Ellos tienen más probabilidades de ser víctimas de este tipo de accidentes, en comparación con las mujeres.
La organización informó que desde los 3 años los niños ya tienen fuerza para apretar un gatillo, por lo que tener un arma cargada cerca de un infante, es un riesgo real.