A donde quiera que voltees puedes encontrar un tesoro. Lo mismo un autorretrato doble de Frida Kahlo o el imponente rostro de David Alfaro Siqueiros, más allá una pintura de Juan O'Gorman y en otros muros, el festín de color y criaturas surrealistas de Remedios Varo y Leonora Carrington.
El Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México es un espectáculo de formas y colores que no se limita sólo a las paredes. Entre el pasto y la tierra que lo rodean se alzan esculturas de caprichoso aspecto o figuras geométricas.
Ubicado en el Bosque de Chapultepec, sobre Paseo de la Reforma, el recinto abrió sus puertas por primera vez el 20 de septiembre de 1964.
Eran los últimos meses del mandato presidencial de Adolfo López Mateos y uno de sus objetivos era hacer de la cultura una institución y así encarrilar a México en el camino de la modernización.
Con ese propósito se crearon museos como el de Antropología, la Pinacoteca Virreinal, el Museo de Historia Natural y el de Arte Moderno.
El recinto se convirtió en hogar de destacadas piezas del arte mexicano, con nombres consagrados como los de Frida Kahlo, David Alfaro Siqueiros, Raúl Anguiano, José Clemente Orozco y Rufino Tamayo. Diego Rivera y María Izquierdo.
Y aunque no nacieron en México, el país las adoptó como propias y su obra es un legado ya del arte nacional: Leonora Carrington y Remedios Varo.
De hecho, el Museo de Arte Moderno resguarda la mayor parte de las obras creadas por la pintora española y a finales del año pasado le dedicó una gran exposición con parte de su archivo personal, que permitía tener un acercamiento más íntimo a la artista.
La mente detrás del diseño del edificio
Los arquitectos Pedro Ramírez Vázquez y Rafael Mijares diseñaron el inmueble que hoy resguarda el museo. Querían hacer un proyecto abierto, con diversas posibilidades de uso y áreas de exhibición.
A la par de los tiempos que atestiguaban el surgimiento de novedosas expresiones artísticas, los arquitectos deseaban dar cabida a esas nuevas generaciones y también al arte que ya tenía cierto prestigio en la época.
"La creatividad arquitectónica no es un fin en sí mismo; sólo se justifica cuando se propician nuevas y mejores formas de vida más acorde con las aspiraciones y posibilidades del país", declaró en alguna ocasión Ramírez Vázquez.
A diferencia de otros museos, para el de Arte Moderno no se usó alguna construcción antigua. Se trató de un edificio completamente nuevo, para el que se emplearon materiales industrializados.
De acuerdo con el capítulo "Museos para la Modernización", del libro Desafíos a la Estabilidad. Procesos artísticos en México 1952 – 1967:
"La arquitectura del museo se basó en una fórmula distinta a la del Museo de enfrente; en vez de custodiar los tesoros y reliquias prehispánicos en un nuevo templo, era una envolvente ultra moderna que aún no tenía nada que albergar. Un museo que sin colección apostaba por ser un contenedor audaz que experimentara de la misma manera y con la misma fuerza que el arte de su interior".
La primera exposición en el museo fue dedicada a Rufino Tamayo, lo que evidenciaba su afán por ir a la par de los nuevos tiempos.
Algunos tesoros del museo
Sin duda una de las piezas más famosas del Museo de Arte Moderno es "Las Dos Fridas", la obra de Frida Kahlo en la que reflejaba el dolor por su separación de Diego Rivera.
En esta dualidad, las dos Fridas tienen sus corazones expuestos y conectados. La de la izquierda sostiene en una de sus manos un retrato de Diego Rivera cuando era niño, la del otro lado tiene sangre en su zona púbica.
Otra obra emblemática del museo es "La Espina", la pintura de Raúl Anguiano que incluso ha sido usada en la portada de un libro de texto gratuito en México.
Piezas de Orozco, retratos de O'Gorman y Siqueiros forman parte de la importante colección del recinto que este viernes llega a los 55 años.