Estefany no puede contener las lágrimas, el recuerdo es tan brutal como la crudeza de su presente. Hace dos años esperaba a su bebé, tenía la ilusión de que creciera en la misma casa donde ella pasó su infancia, pero el terremoto del 19 de septiembre lo cambió todo de una vez y para siempre.
"No es fácil caminar con tus hijos y pasar por donde vivían, y no saber cómo explicarles que no sabes si algún día volverán", acepta.
La joven es una de las 250.000 personas que sobrevivieron al sismo, pero que perdieron su hogar.
Han pasado dos años desde que el movimiento telúrico de 7.1 grados sacudió el corazón de México, y sus efectos se siguen percibiendo a pesar de que se aparentemente se ha recuperado la cotidianidad y el ritmo frenético de localidades como la Ciudad de México.
Para cientos de personas, el temblor se llevó una parte de ellos, incluido el lugar al que llamaban hogar.
Estas son sus historias.
La tierra cimbró. Bastaron solo tres minutos para que las ondas del temblor afectaran desde Puebla, su origen, hasta Morelos y la Ciudad de México. No fueron más de 180 segundos los que bastaron para que personas vieran caer ante sus ojos el patrimonio que habían tardado toda su vida en construir, que habían heredado de sus seres más queridos o que con ilusión acababan de estrenar.
Tres minutos para que un fenómeno de la naturaleza provocara colapsos que le quitaron la vida a 370 personas y dejara a 250.000 personas en la calle. Frente a ellos el 19 de septiembre del 2017 a las 13:14, los edificios colapsaron; los muros se quebraron y los cristales estallaron.
En ese momento dejaron de ser beneficiarios del derecho a un techo y vivienda digna. Desde ese día olvidaron la seguridad de tener un sitio en donde dormir, en donde criar a sus hijos y a dónde llegar cuando todo va mal. Dos años después del terremoto, con lágrimas en los ojos muchos de los damnificados del terremoto cuentan que no han podido volver a sus hogares.
Continúan rolándose entre departamentos de amigos familiares, rentando junto a varias personas un lugar porque a uno solo no le alcanza para el alquiler. Incluso viviendo en casas de campaña, soportando la lluvia, el polvo y el viento, en espera de algún día poder volver al lugar al que le llamaban hogar.
Todos los casos son distintos y los procesos de reconstrucción, además de la percepción que se tiene del gobierno. Mientras algunos damnificados agradecen la ayuda brindada por las autoridades, otros más señalan irregularidades y trabas para que sus viviendas puedan ser reparadas o edificadas.
En total hubieron en la Ciudad de México 5.765 viviendas dañadas; 2.723 fueron pérdidas totales y el resto sufrieron estragos parciales. Según la página de reconstrucción del gobierno capitalino, hasta septiembre del 2019 han sido rehabilitadas 175 viviendas unifamilares, 2 multifamiliares, y reconstruidas 18 unifamiliares y 1 multifamiliar.
Pacífico 223
Estefany Garzón estaba embarazada cuando ocurrió el terremoto. Vivía en Pacífico 223 en la alcaldía Coyoacán, uno de los edificios que sufrió daños irreparables por el movimiento telúrico. Al recordar el momento y ver cómo el lugar en el que vivía ya no está (fue demolido el año pasado), agradece estar viva, pero llora. A dos años de haber perdido su patrimonio aún le duele.
"Era la única casa donde yo viví con mis padres. Mi padre falleció cuando yo era una bebé, entonces para mí era mi papá representado en muros. Y ese fue mi último adiós a esa persona". dijo en entrevista con Infobae México.
Para ella no volver a estar resguardada por esas paredes que miró toda su vida hasta hace dos años, no sólo significa perder la protección y el lugar en donde planeaba criar a su bebé, en donde lo había soñado despertar y verlo crecer. Representó perder lo último que la acercaba a una de las personas que más amó. Y, a pesar de que nuevos muros se levantan en Pacífico 223, ella sabe que nunca será igual.
"No es fácil caminar con tus hijos y pasar por donde vivían, y no saber cómo explicarles que no sabes si algún día volverán", agregó.
La inocencia e incertidumbre de los niños también fue afectada. Ellos igualmente habitaban los edificios en donde perdieron sus juguetes, ropa y los recuerdos de sus primeros años. Los nietos de Ricardo García eran de los más de 100 vecinos que vivían en Pacífico 223. Él le había heredado el departamento a su hija. Lo pagó durante toda su vida y creyó que era la donación ideal que le podía hacer para que ella estuviera protegida y pudiera ver crecer a sus hijos tranquila.
Ellos estudian la primaria en el Colegio Charles Chaplin que está casi enfrente de su antiguo hogar. "Imagínate estar estudiando enfrente y ver su edificio y decir ya extraño mi cuarto. Y ya nada más le decimos 'ya ahí va'. Y ya están contando el tiempo, ya esá la cuenta regresiva para que puedan regresar", contó Ricardo a Infobae México.
Desde el terremoto del 19 de septiembre del 2017 la preocupación ha cambiado pero no se ha ido. En los primeros meses los damnificados recibieron toneladas de ayuda de personas que no habían visto jamás en su vida.
En el caso de quienes se quedaron sin casa por el daño al condominio de Pacífico 223, los primeros días no lograban comprender qué sucedía. Su edificio lucía bien en la fachada, y todo el daño del que les hablaban y que les impedía volver a ver, parecía imperceptible.
Guillermo, el administrador del edificio, horas después del temblor entró en compañía de dos personas más para cerciorarse del daño. Grabó cómo conforme subía los pisos, la estructura se veía más afectada y el edificio lucía debilidad. Fue su acto el que le dio la primer certeza a los habitantes: si ingresaban al condominio su vida corría riesgo.
Después de conocer el estado de la construcción los vecinos se reunieron en el parque Jardín de las Rosas que está justo al frente de Pacífico 223. Esa junta fue determinante para los siguientes dos años, en los que han tenido que ponerse de acuerdo de manera constante para tomar decisiones que beneficien a la mayoría y poder lograr reconstruir su patrimonio.
Juntos, también determinaron que su portero, quien vivía con su familia en el edificio, continuara con ellos. A pesar del dolor que vivían ellos, quisieron ayudarlo. Lo contrataron para vigilar el edificio y que no fuera saqueado. Ahora es el encargado de la seguridad de la obra.
Amanda Sucar y Guillermo Rentería han sido los voceros del grupo y quienes más se han coordinado con el gobierno de la ciudad para poder recibir la ayuda prometida.
Hoy la incertidumbre poco a poco ha sido borrada. Los cimientos de su próximo hogar están siendo edificados y los departamentos se les entregarán en junio del próximo año. Para ellos las horas invertidas en la organización, las guardias nocturnas, las semanas sin un hogar fijo, horas en las filas para obtener los cheques de ayuda y en el dinero que han tenido que poner por su propia bolsa por fin han valido la pena.
En total, los gastos más grandes cuantificados desde el día del terremoto ya suman medio millón de pesos que han invertido todos los vecinos. Para acelerar la reconstrucción han puesto de su bolsa parte de la demolición, el proyecto ejecutivo de los nuevos edificios del suelo hacia abajo y algunos materiales que utilizaron para apuntalar la antigua estructura dañada. Sin considerar lo que perdieron por abandono.
La figura que el gobierno utilizó para reconstruir su edificio fue de redensificación. Harán más departamentos que después venderán para que las autoridades puedan recuperar una parte del departamento invertido.
Los habitantes de Pacífico 223 pudieron sacar sus cosas del edificio dañado tres meses después. Muchos perdieron refrigeradores y electrodomésticos. El resto de los muebles tuvieron que ser vendidos en un bazar que estuvo frente al predio, ya que la mayoría de los habitantes vivían en departamentos que no eran suyos y no tenían en donde dejar sus pertenencias.
A pesar de todo, hoy están más tranquilos al ver cómo el gobierno reconstruye lo que es suyo. Agradecen a las autoridades e involucrados en las obras por la atención y esperan volver el septiembre del siguiente año a sus hogares.
Pero la situación no es la misma para todos. Hay damnificados que, al contrario, reportan ausencia por parte del gobierno de la Ciudad de México e incluso reportan corrupción entre las empresas encargadas de la reconsutrcción y el gobierno.
Multifamiliar Tlalpan
"En el terremoto murieron nueve personas. Pero en estos dos años siguientes, en los que no hemos podido regresar a nuestros hogares, han fallecido 20. Se fueron sin volver a estar en su hogar, enfermos de preocupaciones por no ver para cuándo el gobierno los iba a ayudar", dijo Juan Carlos Miranda, damnificado del Multifamiliar Tlalpan e integrante de Damnificados Unidos, que se creó para coordinarse sobre las acciones que debían realizar después del terremoto.
Él señala que cientos de damnificados están descontentos con el gobierno ya que se han atrasado en fechas de entrega y no han hecho caso a sus peticiones. Cuenta que algunos departamentos han sido entregados, pero al revisar los documentos con los que facturó la empresa constructora se dieron cuenta de que había sobre precios.
Los excusados y lavabos que anotaron como un gasto de 8.000 pesos, a ellos se los cotizaron en 1.000. Canceles para cada departamento que dice que encontraron en tiendas en 10.000 pesos, la compañía los apuntó con costos de hasta 130.000 pesos.
"Nos afecta porque el recurso público que se dio no es de nosotros es de un dinero que es de todo el pueblo de México que pagamos impuestos y nos afecta porque vemos que se están robando el dinero de quien se quedó sin casa y ese dinero podría servir a otros predios que también se quedaron sin casa, en vez de engrandecer los bolsillos de una empresa ratera que con esa insensibilidad se roba el dinero" dijo Juan Carlos.
Para reclamar por la ayuda y esclarecimiento de las reconstrucciones, han tenido que asistir semana con semana a reuniones con las autoridades de la Ciudad de México. Todos los miércoles se juntan en el Palacio de Gobierno de la capital, de donde no salen hasta después de las 11 de la noche por pasar horas discutiendo sobre la falta de soluciones a sus problemas.
Esto no sólo les ha provocado desgaste emocional. También ha provocado que pierdan tiempo, dinero y hasta sus empleos. Juan Carlos era periodista, pero por buscar reclamar una manera de volver a su hogar, tuvo que descuidar su empleo y finalmente lo perdió. "Nosotros no somos manifestantes profesionales, nosotros somos ciudadanos como tú y como cualquier otro ciudadano. Y me tuve que meter a esta lucha porque no me quedó de otra", contó.
Ahora vive en un departamento con otras personas para que juntos puedan cubrir la renta. El gobierno les da 4 mil pesos para el alquiler, por lo que no le alcanza para vivir solo en ningún departamento de la zona en donde antes del terremoto residía.
Diez edificios del Multifamiliar Tlalpan tenían fecha de entrega para el 10 de julio, pero el avance de la obra no fue suficiente. Se reprogramó al 31 del mismo mes pero tampoco se logró. La jefa de gobierno Claudia Sheinbaum visitó personalmente la zona y se comprometió a que los vecinos pudieran estar en su casa el 31 de agosto, pero tampoco sucedió.
Ahora la fecha tentativa de regreso a sus hogares es en octubre, pero Damnificados Unidos duda que suceda. Así como tampoco confían en que las empresas de las irregularidades, las cuales aceptó el gobierno, sean castigadas de alguna forma.