OPINIÓN: Terremoto del 19-S, la tragedia en primera persona

El 19 de septiembre de 2017 vecinos del Multifamiliar Tlalpan, en Ciudad de México, vieron como un terremoto de 7.1 grados convertía sus hogares en escombros. Algunos no vivieron para contarlo y otros aún lucha por recobrar su patrimonio

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El Multifamiliar Tlalpan, en Ciudad
El Multifamiliar Tlalpan, en Ciudad de México fue una de las zonas donde el sismo dejó a decenas sin hogar (Foto: Cuartoscuro)

Por Héctor Toledo*

El 19 de septiembre de 2017, en el Multifamiliar Tlalpan se dio una batalla entre la vida y la muerte. El sismo de magnitud 7.1 proveniente de los límites de los estados de Morelos y Puebla, provocó, entre otros daños, el colapso del edificio 1C, de 40 departamentos, y afectaciones estructurales en otros 9 edificios que representan 460 departamentos, así las cosas, el sismo, tan solo en este conjunto habitacional afectó a 2,500 personas. Ese día, ocho vecinos fallecieron en los escombros del edificio colapsado y un trabajador de la Procuraduría Social que en esos momentos se encontraba laborando, cabe destacar que 18 vecinos más fueron rescatados con vida. Pero el desastre, lejos de terminar con los rescates, apenas comenzaba.

El Multifamiliar Tlalpan se construyó en el período de 1954 a 1957, por la entonces Dirección de Pensiones, una entidad que daría origen al Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado I.S.S.S.T.E. en 1959 y fue inaugurado en agosto, días después de aquel sismo de 1957. A diferencia de otros inmuebles, el Estado mexicano fue quien construyó dichos edificios, como lo fueron otros conjuntos habitacionales emblemáticos en la Ciudad de México y que han presentado problemas similares en los sismos de 1957, 1985 y 2017. Los impactos del sismo en el multifamiliar Tlalpan tienen su origen en el tipo de evento, su ubicación, intensidad, y tecnología de la época con la que se construyeron.

A dos años del sismo, en el Multifamiliar Tlalpan hemos registrado lamentablemente al menos 22 fallecimientos más de vecinos, si bien no es la causa directa, la condición de damnificado de los vecinos es un asunto no menor, pues ha sido un factor que desencadenó padecimientos y afectaciones severos a la salud física,  mental y emocional de nuestra población, a pesar de los esfuerzos de brindar la atención adecuada, que no siempre estuvo al alcance. Previo al sismo, el número de defunciones era del orden de dos o tres vecinos al año. De esa magnitud es el impacto en nuestra comunidad.

Pero, con el pesar de todo lo anterior, lo peor que podríamos haber hecho, es quedarnos de brazos cruzados, si bien existió un apoyo muy valioso por parte de voluntarios y rescatistas para atender la emergencia, cuya prioridad era el rescate de personas del colapso, todo el entorno al edificio 1C estaba también afectado en muchos sentidos, por lo que nos vimos en la necesidad de organizarnos rápidamente. Una vez que todos los vecinos tenían claro el problema, que habíamos sido desalojados de los edificios, que no fluía la información, y que nuestro patrimonio estaba en riesgo ante todo tipo de especulaciones, decidimos organizarnos. Así fue que cuatro vecinos del edificio 3C iniciamos la convocatoria por la mañana del día 20, convocamos para la tarde de ese día para que se fuera inicialmente pasando la voz, con la finalidad de realizar una Asamblea General el día 21. Fue así que con el apoyo de padres de familia de escuelas cercanas que nos proporcionaron cartulinas y plumones, los vecinos inmediatamente empezamos a colocarlos en zonas visibles de la zona, había mucho escepticismo, pero llegaron decenas a la reunión, ahí el acuerdo entre todos fue convocar masivamente y por todos los medios posibles a la primer Asamblea General, y funcionó.

 Cientos de vecinos llegaron, para ese momento ya de por sí  estábamos organizando los acopios, donaciones, campamentos; iniciamos la elaboración de censos emergentes por edificio, acordamos dos representantes por edificio y cuatro miembros para una coordinación general, nadie estaría por encima de nadie, todos aportarían lo que supieran hacer, la comunicación era fundamental. La interlocución organizada con los grupos de rescatistas fue facilitando las cosas y bajando los niveles de incertidumbre, días después conformamos las comisiones de prensa, técnica, jurídica, salud, etc. establecidas e integradas por vecinos y algunos voluntarios, se establecieron guardias rotativas, vigilancia, cordones de seguridad adicionales a los de voluntarios y policías, marinos y militares, teníamos que recuperar nuestro espacio, estábamos siendo cada vez más alejados de la zona sin saber qué sucedía.

En todo este tiempo las autoridades estuvieron ausentes. Nueve días sin que ninguna autoridad de los tres niveles de gobierno con capacidad de tomar decisiones se hiciera presente, entonces, una vez concluidos los rescates dimos la primer conferencia de prensa, con lo cual se dio a conocer nuestra situación como damnificados, sabíamos que no éramos los únicos, pero sí un número importante de personas que necesitaban atención en las necesidades básicas, habíamos quedado literalmente en la calle.   

Llegaron entonces los gobiernos, local y de la Ciudad de México, a condicionar los apoyos, a someternos a las directrices del mercado inmobiliario, a ofrecer créditos y redensificación. Dijimos NO,  ya de por sí habíamos acordado como Asamblea que nuestro predio no estaría en venta, ya que la especulación inmobiliaria sobre nuestro terreno no es nueva, han sido varios los intentos por quitar de la zona ese conjunto habitacional de interés social.

Comenzamos el diálogo con autoridades, mismo diálogo que continua hoy en día después de cientos de reuniones, decenas de asambleas, recordemos que durante mes y medio, estas fueron diarias, y siguen siendo puntuales, públicas y abiertas para todos, muchas veces en la iglesia de la comunidad que nos abrió sus puertas para efectuar nuestras asambleas ante las inclemencias del tiempo. Para ese momento, fue importantísima la participación de los vecinos organizados, de 200 a 300 vecinos, dispuestos para el momento que fuera en la actividad que fuera, día o noche.

Pasamos después a la movilización, con una estructura organizativa sólida, con las necesidades básicas siendo ya cubiertas en su mayoría por una cantidad inmensa de personas y grupos solidarios que nos fuero abasteciendo de víveres, de fuerza y de ejemplo.

Fueron semanas durante las cuales de otros predios acudieron a nuestra Asamblea a pedir apoyo, orientación, y determinamos entre todos unirnos y organizarnos porque sabíamos que este problema no era solo nuestro, y que el problema del otro damnificado era exactamente el mismo y que solo así podríamos transformar nuestra realidad en la que nos encontrábamos, subimos entonces el nivel de exigencia, ya no solo por nosotros sino junto con otros: regresar a nuestros hogares. Han sido meses de gestiones, de cambios, pero de mucha organización hasta llegar al día de hoy en que vemos materializada nuestra lucha, la reconstrucción y rehabilitación de nuestros inmuebles, que cabe decir, se lo debemos a la sociedad, es un triunfo social. No ha sido un proceso fácil, tan solo el hecho de desocupar el 100% de los 460 departamentos para rehabilitarse fue una tarea ardua, desprenderse de los bienes materiales convertidos en desechos por falta de recursos para su traslado,  objetos útiles la mayoría de ellos, trasladarse a vivir a otro sitio, con las implicaciones de los traslados, cambio de centros laborales sumado a la pérdida de empleo para muchos, con enfermedades a cuestas, familias enteras en exilio temporal o definitivo, con mascotas y recuerdos, pero con la convicción firme de regresar a algo mejor, vale la pena. 

Fue un proceso en que nada podría salir mal, no habría marcha atrás al desocupar las pertenencias de los edificios, si algo saliera mal, quedaríamos en una situación de vulnerabilidad peor que en el sismo, ahora si ya no tendríamos nada, y lo logramos. A dos años, podemos decir con satisfacción sí lo logramos, que sí fue posible, faltan aún temas por resolver, pero la evidencia ahí está, desde la Calzada de Tlalpan se aprecia ya la etapa final de los trabajos de rehabilitación y reconstrucción, que además logramos conseguir que también los servicios básicos como agua potable, alcantarillado, gas y energía eléctrica se rehabilitaran, pues fueron afectados también por el sismo. Todo ello con recurso público, pues también el damnificado paga impuestos y contribuye a generar la riqueza de esta nación.

Nuestra lucha, además de enfocarse en regresar a nuestros hogares y recuperar nuestro patrimonio, ha buscado desde un inicio, transformar la política pública ante desastres pues hay muchas cosas que deben cambiar.

Falta aún por hacer, y en eso estamos, resolviendo colectivamente cada tema, los vecinos directamente con la actual Comisión para la Reconstrucción, que dicho sea de paso, han habido tres comisiones y un mismo Multifamiliar. Estamos próximos a regresar, y aun después, seguiremos organizados. Gracias a todos por todo.

*Vecino del edificio 3C. Multifamiliar Tlalpan

Lo publicado aquí es responsabilidad del autor y no representa la postura editorial de este medio 

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