Manuel Bartlett Díaz, el político de 83 años y un largo recorrido por la escena nacional, se encuentra en el ojo del huracán una vez más: el actual director general de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) está acusado de no declarar todo su patrimonio y será investigado por la Secretaría de la Función Pública (SFP).
Pero Bartlett sabe lo que es estar en el centro de la tempestad. No es la primera vez que el experimentado político se enfrenta a las fuertes críticas de la oposición y de los medios de comunicación.
El hombre, nacido en Puebla en 1936, fue uno de los principales protagonistas de los últimos gobiernos del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en el siglo pasado: fue secretario general de la organización entre 1981 y 1982 y durante el sexenio del presidente Miguel de la Madrid (1982-1988) fue el poderoso Secretario de Gobernación, una especie de segundo al mando.
En aquel entonces, su dependencia regía la Comisión Federal Electoral, que se encargaba de realizar las elecciones en el país y que, en 1988, se volvería una pieza clave para definir uno de los comicios más controvertidos de la historia.
En aquel año, la oposición lucía más fuerte que nunca. El candidato del llamado Frente Democrático Nacional (FDN), Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, ex priista e hijo del legendario presidente Lázaro Cárdenas, aglutinaba todas las fuerzas de izquierda, que buscaban, después de varias décadas de gobierno del PRI, ganar por primera vez unas elecciones.
El PRI postuló al economista Carlos Salinas de Gortari. La elección fue muy cerrada y estuvo marcada por las acusaciones de fraude e ilegalidad. Aquel 6 de julio, día de las elecciones, Cárdenas lideraba con cierta comodidad a Salinas con poco más de la mitad de las casillas computadas.
Entonces ocurrió uno de los momentos más célebres e infaustos de las últimas décadas en la política mexicana: la caída del sistema del conteo dejó de informar minuto a minuto. Horas después, se restablecería el servicio, con el cambio en la tendencia: era Salinas, el candidato oficialista, quien se encontraba a la cabeza de los votos.
Bartlett pasó a la historia mexicana como el hombre que, encargado de las elecciones, declaró "la caída del sistema", como el que permitió a Salinas obtener la Presidencia. Sin embargo, siempre ha rechazado que hubiera sido el autor de la frase y ha negado su participación en un fraude.
El triunfo de Salinas generó, más allá de las decepciones en la oposición, que veía como su sueño de una alternancia democrática se desmoronaba, un par de cambios vitales para el futuro del país: el nacimiento de un Instituto Federal Electoral (IFE) independiente del gobierno en turno y el nacimiento del Partido de la Revolución Democrática (PRD), que encabezó Cárdenas, entre otras figuras.
El PRD fue el faro de la izquierda mexicana desde entonces y hasta 2012, cuando postuló por segunda ocasión a López Obrador a la Presidencia. Tras su derrota, el tabasqueño decidió separarse del partido y fundar su propio Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), con el que ganaría en 2018.
Bartlett, por su parte, se mantuvo en las altas esferas del poder. Bajo el gobierno de Salinas, fue Secretario de Educación Pública (SEP) entre 1988 y 1992, cuando dejó el gabinete para gobernar Puebla entre 1993 y 1999 y como senador entre 2000 y 2006, pero se mantuvo en el PRI oficialmente hasta el 2012.
Ahora, Bartlett se enfrenta a una investigación periodística que reveló supuestamente que la fortuna de Bartlett es 16 veces más grande de los 51 millones de pesos que el político declaró tener, y sería de hasta 800 millones de pesos.
De acuerdo con dicha investigación, Bartlett no sólo es dueño de dos edificios, tres locales y dos terrenos, como afirma en su declaración patrimonial, sino que posee un "imperio inmobiliario", con un total de 23 propiedades.
Supuestamente, Bartlett comenzó a poner sus inmuebles a nombre de familiares a partir de 2001, pues desde esa fecha Julia Elena Abdala Lemus, comenzó a registrar varios inmuebles, mismo caso observado en los hijos que cada uno tuvo con matrimonios anteriores, que nunca declaró como suyos.
El director de la CFE se defendió de las acusaciones en su momento. "Carlos Loret y su reportera Areli Quintero (los autores del reportaje) han montado un sainete en radio con mentiras y afirmaciones que rechazo categóricamente. Periodismo venal", señaló en sus redes sociales.
Incluso López Obrador ha señalado a Bartlett por corrupción. Ambos han sido figuras antagónicas: el primero ayudó a fundar el PRD y fue parte de las movilizaciones contra el supuesto fraude de 1988; el segundo era uno de los principales señalados por ello.
En un libro publicado en 1995 bajo el subtítulo "El imperio de la corrupción", el ahora presidente mexicano explicó que "durante el gobierno de Mario Trujillo García (1970-1976), comenzaron los negocios de la urbanización de Villahermosa. Por ejemplo, cuando se proyectó la construcción del periférico, una elevada proporción de los terrenos baldíos comprendidos en el nuevo trazo de la ciudad, pasaron a ser propiedad de los más encumbrados funcionarios públicos", de acuerdo a los fragmentos reproducidos por la revista Proceso en aquel año, que pueden consultarse en línea.
"En ese sexenio, por hablar sólo de un negocio, los terrenos de Manuel Bartlett Díaz, que había heredado de su padre, Manuel Bartlett Bautista, fueron urbanizados de una peculiar manera. Bartlett hijo se asoció con el yerno de Trujillo, Ignacio Cobos, y ambos acordaron que éste se encargaría de introducir todos los servicios públicos (pavimento, agua, drenaje y energía eléctrica) y una vez concluido el trabajo se dividirían por mitad el nuevo fraccionamiento residencial Framboyanes. Así ocurrió, pero claro está que todas las obras de infraestructura se hicieron con cargo al erario", contó López Obrador.
Sin embargo, la relación de Bartlett y López Obrador cambiaría con el paso de las décadas.
De rivales a aliados
La relación entre ambos políticos no surgió de manera espontánea. Diversos gestos a lo largo de los años y la identificación en causas específicas los llevaron al tabasqueño y al poblano a unirse en una de las alianzas más inesperadas, dado los antecedentes divergentes.
El primer acercamiento, no físico, pero sí político, ocurrió en las elecciones presidenciales de 2006. En aquel momento, el gran favorito era López Obrador, que había gobernado la Ciudad de México el lustro pasado, pero Felipe Calderón, del PAN, le recortaba distancias y cada vez estaba más cerca en las encuestas.
Fue Bartlett, en ese momento todavía con el PRI, que llamó a la ciudadanía a votar por López Obrador, argumentando un "voto útil" para evitar la continuidad del PAN en el poder y con el candidato de su partido, Roberto Madrazo, en un distante tercer puesto.
Pero la relación creció en 2008. El presidente Calderón, que había asumido dos años antes después en una elección contenciosa, promovió una reforma energética para "liberalizar" Petróleos Mexicanos (Pemex) del dominio absoluto del estado.
Sin embargo, a pesar de que se aprobó en el Congreso mexicano, la ley tuvo cambios vitales que acotaron las propuestas de Calderón. Esto ocurrió en parte por la oposición, encabezada por el PRI y el PRD. Bartlett, en ese momento fue uno de los líderes que defendió la "soberanía" nacional de Pemex, que conectó con las ideas de López Obrador sobre la paraestatal.
La relación comenzó a ser más fluida y, para las elecciones de 2012, el actual director de la CFE fue candidato a senador por parte del Partido del Trabajo (PT), que participaba en la coalición que lanzó a López Obrador a la presidencia, junto al Movimiento Ciudadano y al PRD.
Bartlett, ya en el senado, también encabezó una parte de la oposición cuando Enrique Peña Nieto, presidente entre 2012 y 2018, a través del llamado Pacto por México, aprobó una Reforma Energética más parecida a la que proponía Calderón, pero a diferencia de entonces, consiguió el apoyo prácticamente unánime de la oposición.
Pero la relación entre Bartlett y López Obrador sólo se fortaleció en aquellos años, a pesar de las constantes quejas de una parte de la izquierda mexicana, que ve a Bartlett como parte seminal de los regímenes priistas de finales del Siglo XX y una figura que contrasta con las supuestas políticas que el tabasqueño predica.
Por ello, el mandatario de 65 años eligió a Bartlett para encabezar la CFE cuando ganó las elecciones en julio de 2018, un movimiento que incluso Tatiana Clouthier, que había sido su jefa de campaña, criticó, al señalar que "había mejores candidatos".
Su última defensa ocurrió en estos últimos días. Tras las acusaciones contra Bartlett, López Obrador, que ya lo había calificado como una persona a quien le tenía confianza.
"Es un intento de desprestigio, de manchar al nuevo gobierno", aseguró el presidente sobre el reportaje donde se acusa a Bartlett de corrupción. "Entonces por eso los ataques a Manuel Bartlett, pero nosotros tenemos una visión distinta, a mí me ayuda mucho el que esté a cargo de la CFE porque había que recuperarla".