Tres años después de que lo torturaran el dolor todavía lo acosa. Los narcos le pegaron en la parte baja de la espalda con una tabla de madera, una técnica que puede causar hemorragias internas y dañar órganos. Juan nota el dolor cuando se sienta o hace movimientos bruscos.
A veces lo despierta por la noche. Pero el dolor también puede ser una fuente de fortaleza. Cuando lo nota, recuerda por qué quiere justicia.
Busca esa justicia llevando un chaleco antibalas y empuñando una AK-47. Lo torturaron gatilleros de los Caballeros Templarios porque Juan, un hombre que se dedicaba a cultivar limones en Michoacán, no pagó la extorsión de una cuota.
Lo llevaron a la sierra, lo secuestraron tres días, le pegaron y lo dejaron medio muerto. Ahora, es él quien vigila esas mismas colinas junto con cientos de civiles armados y son los sicarios quienes huyen para salvar sus vidas.
Los grupos autodefensas son uno de los movimientos más importantes que han surgido en México a lo largo de la última década. Actualmente existen 50 policías comunitarias que operan en municipios de Guerrero, Michoacán, Veracruz, Morelos, Tamaulipas y Tabasco.
La primer autodefensa surgió en 2013 en La Ruana, Michoacán, donde civiles armados, liderados por Hipólito Mora, se organizaron para defender sus tierras del cártel de los Caballeros Templarios.
Aunque cambiaron la dinámica de una guerra contra el narco, a menudo, las policías comunitarias son retratadas como un movimiento criminal. Antiguos sicarios se han sumado a las filas de las milicias, y dominan activamente puestos de control, detienen a sospechosos y registran casas. Incluso se ha dicho que el Cártel de Jalisco Nueva Generación apoya a algunos elementos de las autodefensas.
Por otro lado, algunos los ven como los héroes que México necesitaba tras años de abuso por parte de los criminales. Atraen a sectores conservadores, los campesinos y los hombres de negocios que defienden a sus familias.
En esta mezcla de opiniones, el gobierno mexicano ha eludido asumir una posición clara con respecto a las autodefensas.
Considerando los sufrimientos que ha padecido la población por crímenes violentos durante los últimos años, la mayoría de los funcionarios no condena abiertamente a los vigilantes armados que rompen la ley y amenazan el monopolio estatal de la violencia.
Del mismo modo, la administración de Andrés Manuel López Obrador ha dirigido una política confusa y cambiante. La última muestra ha sido la confusión generada sobre las conversaciones que el gobierno mantiene con una serie de grupos armados de varias entidades.
La secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero confirmó que existen tales conversaciones, para después matizar que no han hablado con delincuentes.
De la justicia al narcotráfico
Por regla general, la expresión policías comunitarias designa a milicias ciudadanas que basan su legitimidad en leyes de autodeterminación y la destrucción de los grupos criminales. Pero la línea entre esos grupos es borrosa. Muchas autodefensas se denominan policías comunitarias y tiene como miembros muchos criminales.
Las leyes sobre quién puede formar autodefensas y lo que pueden hacer se debaten fieramente.
Un ejemplo es el grupo la Columna Armada General Pedro José Méndez, bautizada así en honor al general oriundo del municipio de Hidalgo, Tamaulipas, fue constituida como una respuesta al infierno que pasaron sus habitantes cuando estalló la violencia en 2010.
Con la llegada de comandos de la muerte a la entidad, los habitantes vivieron una época de terror. Hombres armados los despojaron de sus vehículos, propiedades. Quien se resistía terminaba secuestrado o muerto.
En sólo unos meses el panorama era desolador. El poblado Tomaseño (Tamaulipas), que da acceso a la cabecera municipal de Hidalgo, lucía como una franca zona de guerra. Edificios destrozados y viviendas quemadas adornaban el paisaje, aterrorizando a los turistas que optaron por huir y a los jornaleros que dejaron sin pizcar naranjas. Los ranchos de la zona centro de Tamaulipas fueron dejados por sus propietarios y se convirtieron en campamentos de delincuentes.
Fue entonces que surgió la Columa Armada Pedro J. Méndez integrada por habitantes de Hidalgo, Villagrán y Mainero.
El colectivo liderado por Octavio Leal Moncada, camina entre la delgada línea de la legalidad y el narcotráfico.
Durante el sexenio de Egidio Torre (2011-2016), el titular de Comunicación Social del gobierno de Tamaulipas, Guillermo Martínez, negó sistemáticamente la existencia de autodefensas en el estado, a pesar de existir evidencias en grabaciones. Fue hasta finales de 2015 que en el programa En Punto, de Denise Maerker, se mostró la realidad.
"Este grupo surgió de la necesidad, de un problema latente (el narcotráfico). Las autoridades nos quieren tratar como criminales", aseguró el líder de Columna Armada.
A partir de la difusión del hecho, al grupo paramilitar se le vinculó con el Cártel del Golfo, organización rival de Los Zetas.
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Para 2016, el grupo de autodefensas tenía bajo su control a cinco municipios de Tamaulipas y como aliado al Partido Acción Nacional (PAN). Así, la Columna Pedro José Méndez pasó de ser un Estado dentro de otro estado, de manera informal.
De octubre de 2016 a la fecha, la Columna Armada se ha expandido, según el mismo colectivo, en siete municipios de la entidad. Pero además, se ha "divorciado" del PAN.