En este semana, cientos de mujeres tomaron las calles de la Ciudad de México. Llenas de enojo, y sobre todo dolor, alzaron la voz para exigir un cese a la violencia policial. Los últimos casos denunciados, en los que los agentes han sido señalados como los criminales, abrieron una vez más esa herida que toda mujer en México carga de manera silenciosa: la violencia de género.
La última denuncia de una joven que presuntamente fue violada por policías capitalinos terminó con la paciencia de las mujeres, que marcharon hacia la Secretaria de Seguridad Ciudadana (SSC) y hacia la Procuraduría General de Justicia (PGJ); fue en este último punto donde se apropiaron de lo que ahora es un símbolo de la lucha feminista: la diamantina rosa.
Todo comenzó cuando una nube de polvos púrpura cubrió al secretario de Seguridad Ciudadana, Jesús Orta Martínez. Quizá el hecho hubiera quedado en lo anecdótico si el funcionario no hubiera respondido resguardándose en las instalaciones, pero no fue así. En contraste, tomó el gesto como una provocación.
La jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, y la procuradora general de justicia, Ernestina Godoy, salieron en rueda de prensa a decir que la manifestación del 12 de agosto había sido un acto de provocación, y amenazaron con abrir carpetas de investigación contra todas las mujeres que "vandalizaron" las instalaciones gubernamentales y "agredieron" al funcionario.
La respuesta gubernamental reavivó el enfado de la comunidad, que en respuesta ha decido masificar el uso de la diamantina rosa. Mujeres de todo el país han empezado a hacer un llamado en redes sociales para salir a marchar y exigir justicia por los casos de violaciones cometidos por policías. La petición se repite una y otra vez: llevar un poco de ese polvo color rosa que tanto indignó a las autoridades.
El glitter se ha convertido así en la mayor arma de las mujeres que buscan reivindicar su lucha social; no sólo contra aquellos que cometen el crimen, sino contra quienes se encargan de dar seguimiento a sus denuncias.
"La diamantina se barre, las paredes se pintan, las cosas se reparan. La vida y la integridad de nuestros cuerpos no son cosas reparables. No te recuperas de una violación ni del miedo de saber que la policía viola", escribió la ilustradora Eréndira Derbez, a modo de simplificar el sentir de un sector que se siente ofendido por la respuesta del gobierno de la capital.
"Disculpen las molestias, pero nos están matando", se puede leer una y otra vez en redes sociales. "Porque estamos hartas de que les duela más un viddrio roto, una pared pintada y un traje sucio, que el hecho de que a diario nos avisen (sic), nos agreden, nos violenten cuando en realidad su trabajo es protegernos", añadió Marcela Torres.
La indignación social traspasó las redes. Este jueves, por segunda ocasión en la misma semana, mujeres salieron a marchar hasta llegar a las oficinas de la Procuraduría General de Justicia (PGJ), donde lanzaron diamantina rosa que llevaban consigo y rompieron vidrios. "Justicia, ni una más", escribieron en el piso, que también cubrieron con polvo rosa y azul.
Además aventaron billetes falsos, supuestamente para pagar la tintorería del traje del secretario de seguridad, Jesús Orta, y reponer los cristales que tumbaron en la manifestación del pasado lunes. Luego de "pagar" por los daños ocasionados a las dependencias, las mujeres exigieron que se declare alerta de género en toda la capital y que tanto la jefa de gobierno como la procuradora, se sienten a dialogar con ellas para escuchar sus peticiones.
Para mañana se tiene programada otra protesta, ésta a nivel nacional. Se espera que mujeres de diversos estados salgan a las calles para exigir un alto a la violencia de género, y que vayan armadas, por supuesto, con mucha diamantina rosa.