El ex líder de los autodefensas de La Ruana, en Michoacán, Hipólito Mora, no duda un minuto cuando se le pide su opinión sobre la situación actual en el estado, después de que el jueves aparecieran en el municipio de Uruapan 18 personas colgadas de un puente, asesinadas por el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
"Estamos hablando de que los cárteles ya rebasaron los extremos, que ya le perdieron el miedo a las autoridades. Estamos a lo que cárteles quieran hacer con los ciudadanía", dijo en entrevista vía telefónica con Infobae México.
Justo fue en Uruapan, Michoacán, donde el 11 de diciembre de 2006 inició la llamado "guerra contra las drogas" que se mantuvo hasta el 30 de enero de este año, cuando el actual presidente Andrés Manuel López Obrador señaló que era momento de transitar hacia la paz.
Pero 13 años después, Hipólito Mora señala que ni la "guerra" emprendida por el presidente Felipe Calderón Hinojosa, que dejó más de 100,000 muertos, ni la paz de AMLO han evitado que la entidad deje de ser un territorio tomado por los cárteles de la droga.
"Tenemos 15 o 20 años que las autoridades lo han permitido, han dejado que crezca el crimen organizado y precisamente por eso tenemos estos problemas tan serios y ya se extendió en varias partes de la República", expresó el ex líder de los autodefensas.
El llamado "Operativo Conjunto Michoacán" desplegó 6,500 soldados cuyo objetivo era terminar con el dominio del desaparecido Cártel de la Familia Michoacana que había sembrado el terror entre habitantes de distintas zonas en las que irrumpía y expulsaba a la gente de sus casas o ranchos para apropiarse de sus tierras.
Aunque se logró atrapar o abatir a importantes cabezas del grupo criminal, al punto de su desintegración, de sus remanentes nació el Cártel de los Caballeros Templarios, todavía más sangriento con sus antecesores y con tintes de una especie de fanatismo religioso que los llevó a nombrar "santo" a uno de sus fundadores, Nazario Moreno "El Loco".
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Como respuesta a la violencia narco que no podían controlar las autoridades surgieron a principios de 2013 los llamados grupos de autodefensas, integrados por civiles armados dispuestos a enfrentarse a las organizaciones criminales para defender sus propiedades y frenar la violencia.
Algunos de sus líderes como José Manuel Mireles y el mismo Hipólito Mora fueron encarcelados y liberados por falta de pruebas.
"El movimiento quedó en que casi una gran parte de las personas que participaron ahí eran delincuentes, pero para protegerse se pusieron las playeras de autodefensas y se infiltraron gracias a algunos 'líderes'", dijo Mora.
En un intento por integrar a los autodefensas a las labores de seguridad que realizaban las fuerzas del Estados, se formó la llamada Fuerza Rural, además de recibir un pago y uniformes, los enlistados también recibieron rifles de asalto AR-15 y pistolas de calibre 9 mm.
El cuerpo civil desapareció en 2016 y fue integrado a la Policía Michoacán. Mora asegura que en el periodo de transición se perdieron 2,000 armas que no ha podido recuperar el gobierno mexicano y que se podrían estar usando en este momento por grupos criminales.
"Esto no le cae a las autoridades que se diga, pero yo tengo entendido que después que se formó la Fuerza Rural, el gobierno quiso recoger las armas de todos los que se dieron y baja y nunca pudo recuperar un promedio de 2,000, no las volvió a ver el gobierno", expresó
Aseguró que a un día después de que aparecieron los 19 colgados, algo calificado como inédito, la gente de Uruapan está "muy asustada" y aunque en municipios más alejados de la capital, Morelia, desde hace días no se observan convoys de personas armadas -algo común- también existe el temor de que en algún momento pueda llegar alguna organización criminal a sembrar el terror.
Aunque la violencia generada por el narcotráfico en México no es exclusiva de Michoacán, Mora consideró que los cárteles buscan permanecer en este territorio porque "es un estado rico que tiene de todo" -conexiones marítimas, terrestres, zonas serranas, minas.
Señaló que lo paradójico es que la guerra contra las drogas inició para exterminar a un cártel y ahora son tres los que se reparten la plaza.