Miles de migrantes caribeños y centroamericanos atiborraron los albergues de Reynosa durante los últimos cuatro meses, por lo que se han visto obligados a instalarse en los pasillos y patios de estos inmuebles, soportando altas temperaturas, con tal de resguardarse de los abusos policiales y amenazas del crimen organizado.
En el albergue Senda de Vida, la Casa del Migrante Nuestra Señora de Guadalupe y el recién habilitado Auditorio Municipal de Reynosa, los indocumentados deciden entre pasar su estancia en hacinamiento o arriesgarse a cruzar ilegalmente a Estados Unidos por el Río Bravo, con el peligro de ser detenidos y deportados o incluso perder la vida.
A 1.7 kilómetros del Puente Internacional Reynosa–Hidalgo se ubica el albergue Senda de Vida, a cargo del pastor Héctor Silva.
En el último mes, este sitio presentó un sobrecupo del 450%, pues cuenta con una capacidad de atender a 400 personas, pero en sus cuartos, patio y pasillos se instalaron 1.800 migrantes, durmiendo en carpas y casas de campaña, donde tienen que aguantar las lluvias y temperaturas de hasta 38 grados.
Además, en las inmediaciones del inmueble, en hoteles y casas rentadas, otros 2.000 migrantes, principalmente venezolanos y cubanos, esperan ser llamados por las autoridades migratorias de Estados Unidos para iniciar formalmente su petición de asilo. Un gran porcentaje de los migrantes instalados en Senda de Vida son niños entre 1 y 15 años de edad.
Por esta situación, el refugio se ha visto obligado a cerrar sus puertas en más de una ocasión. Con cartulinas anuncian que el lugar se encuentra lleno: "No tenemos capacidad. No tenemos espacios. Saturados", por lo que los migrantes acampan en las inmediaciones mientras se abre un lugar.
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El director del albergue, Héctor Silva, declaró a diversos medios de comunicación locales que los migrantes llegan sin dinero o pertenencias al lugar, pues desde que arriban a Reynosa por la central camionera son extorsionados por policías federales, quienes les exigen USD 100 para no detenerlos.
También denunció que personal del Instituto Nacional de Migración (INM) cobra entre USD 1.200 y 1.500 para agilizar los trámites de asilo.
Migrantes de Centroamérica, el Caribe, Europa y África aceptan las condiciones de hacinamiento para no exponerse a las amenazas de grupos del crimen organizado que hay en la ciudad, por lo que la Guardia Nacional llegó para resguardar el albergue Senda de Vida.
Sin embargo, quien no está dispuesto a soportar las condiciones del albergue y las extorsiones de las autoridades opta por buscar el cruce ilegal a Estados Unidos. En este mes, unos 300 migrantes abandonaron por voluntad propia el refugio.
No obstante, el arribo masivo de indocumentados a esta ciudad fronteriza continúa rebasando la capacidad de los albergues y la respuesta de las autoridades. El 17 de julio pasado se habilitó como refugio temporal el Auditorio Municipal de Reynosa para atender a migrantes indocumentados que fueron asegurados en diferentes partes del estado.
En un primer hecho, sobre el kilómetro 110 de la autopista Cadereyta–Reynosa, fueron rescatados 220 indocumentados de origen centroamericano. Luego, 250 migrantes de Honduras, Guatemala y El Salvador fueron detectados en los municipios de Gustavo Díaz Ordaz y Miguel Alemán.
De este grupo, 109 eran menores de edad que fueron transferidos al Centro de Atención a Menores Migrantes Fronterizos (CAMEF) para atenderlos; los 141 restantes permanecen en el Auditorio Municipal.
Luego del inicio de redadas en Estados Unidos contra migrantes indocumentados, los albergues de Reynosa se preparan para atender a más migrantes, incluyendo un alto porcentaje de mexicanos que son repatriados.
Catalina Carmona Librado, directora la Casa del Migrante Nuestra Señora de Guadalupe, ubicada en la colonia Aquiles Serdán, informó a medios locales que en lo que va del 2019 atendió a 2.386 migrantes mexicanos deportados, originarios de los estados de Guerrero, Chiapas, Michoacán, Veracruz y Oaxaca.
Aseguró que están preparados para recibir a las personas deportadas y aquellas que tengan la intención de llegar a Estados Unidos, por lo que invitó a la población a donar ropa y víveres para mantener el albergue.