El Barba Azul mantiene el ambiente con la música y los pasos de salsa en el centro de baile, y aunque el cabaret cumple 69 años en este mes de mayo, todavía mantiene su esplendor entre ficheras y ficheros.
Si, bailé con un "fichero" esa noche en el Barba Azul. Le entregué mi ficha a ese hombre que cobra veinte pesos por cada canción. Si, le pagué a un "fichero" y me sentí cómodo y acompañado.
Nada más sabía que existían las ficheras por el cine mexicano, ese supuesto trabajo que tenía la mujer en donde las denigran y es asociado a la prostitución. Se les consideraba de muy bajo nivel y pero en los setenta cambió por completo ese estigma.
Ahora, 69 años después el Barba Azul no solo tiene a ficheras, también se encarga de distribuir a sus mejores "Ficheros" que por veinte pesos uno puede bailar con ellos una canción, o dos, depende de la química que una/o tenga con el hombre.
Desde los años treinta las ficheras eran las acompañantes de todo hombre que se paraba en los cabarets de segunda. Ahora, en pleno siglo XXI se incluyeron los hombres para realizar este trabajo y acompañar a mujeres a la pista e incluso uno que otro hombre esperan su turno para bailar con alguno de estos "ficheros".
Si no fuera por las luces neón uno podría perderse entre las mesas que hay en el gran salón del Barba Azul: En un extremo los músicos; en el centro la pista está abierta para cualquier pie suelto mientras el ritmo de la noche se enciende al escuchar esa salsa aunque uno no sepa bailar.
"Por tu mal comportamiento te vas a arrepentir y entero tendrás que pagar todo mi sufrimiento", se escucha de fondo uno de los éxitos de Oscar D´León, mientras que mujeres y hombres respiran hondo y dan un trago a sus tarro para seguir en la ronda de baile que continua.
Nervioso, busqué a ese "Fichero"quien me diera vueltas entre la salsa y sus caderas que poco a poco bajan en esos minutos de baile y aunque uno puede llegar y darle "la ficha" no le hacen el feo. Hay veces que no lo entregan por miedo o que le digan "rarito", pero aquí nadie se expresa así de nadie. Todos respetan.
Las bolsas y las chamarras estorban, solo necesitas tu cuerpo para que en cada ton pueda sintonizarse con la salsa que va dejando rastro entre cada pisada, si das un mal paso puede hacer que la mujer o el hombre ya no tenga interés de bailar.
Adentro hace calor. Las mesas están ahí porque son una pausa para beber una cerveza fría. Algunos logran embriagarse con el alcohol que venden: si lo haces, seguro nada más visitas el lugar, si entraste y sudaste entonces pudiste aprovechar el lugar para mostrar esos pasos que a algunos les cuesta trabajo y a otros los tienen en su alma.
El precio de una cerveza, a diferencia de otros lugares, sale más barato que los lugares de moda. Aquí pagan poco para ingresar y si vienes en la noche de ficheros, las mujeres obtendrán una cortesía de la casa.
La idea de los "ficheros" es la misma que se tenía desde el siglo pasado con el término en femenino: para bailar y acompañar a los clientes.
"Por si un día me muero y tu lees este papel que sepas lo mucho que te quiero, aunque no te vuelva a ver. ¡Gitana, gitana!", Willie Colón empieza a cantar mientras el oído identifica con las pisadas ese "cumbión" que te espera en la pista.
Para darme valor le di un trago a la cerveza oscura y caminé dirección a la pista de baile. Aquí, si no te apuras te ganan a todos los "ficheros". Cuando caminé al centro ya todos estaban ocupados, había mujeres que se aferraban y claro, entiendo por qué, hasta a mí me hubiera gustado que me sacudieran en medio de todos.
"No tiene talento pero muy buena mosa, no tiene talento pero echa pa´lante…tiene un buen cuerpo razón poderosa", seguía la voz de Willie Colón volvía a resonar en el cabaret, mientras esperaba a mi "fichero" de la noche.
El lugar no estaba lleno, pero tampoco vacío. La noche era perfecta para estar acompañado de alguien, aunque sea en una canción.
Término de "Ficheras"
El cine mexicano cambió el concepto de las ficheras, desde los setenta ya eran reconocidas aquellas actrices que bailaban y realizaban espectáculos en los cabarets. Antes eran vistas como objetos sexuales y estaban asociadas a la prostitución, hoy en día no se les denigra, al contrario, su oficio es respetado.
Es así como una de las ficheras que trabaja desde hace mucho para el Barba Azul comentó que todo lo ha obtenido trabajando en el lugar. Al momento de decir eso, sus manos recorrieron parte de su cuerpo: "Me va bastante bien", reconoció la mujer de vestido rojo.
Antes, las manifestaciones de este oficio se representaba como el cenit de la denigración de la mujer y su fracaso ante la sociedad, ligados al sufrimiento y la tragedia. Razón por la cual muchas de las canciones llevan a un amor imposible, a alcanzar el éxito o dirigidos a una despedida por los celos de uno.
Aunque los valores ligados a la condición de mujeres sigue siendo el mismo.
Los estrenos del cine de rumberas, el cabaret, la vida nocturna y el vedettismo se ven más, gracias a las producciones en el cine, obras de teatro e incluso musicales que ya empiezan a resurgir.
"Gotas de lluvia, no es el rocío. Lagrimas que vienen del corazón. Gotas de lluvia, no es el rocío. Lagrimas que brotan porque ya no hay amor", la música de Grupo Niche resuena en la sala y una que otra pareja se desintegra de la pista para sentarse.
Gracias a la canción un "fichero" se queda libre, veo su cuerpo y voy hacia él. Sin ninguna explicación su mano agarró mi cintura y me llevó (como se dice en el argot de las salsas).
Ese baile no fue el último y esa noche todavía no terminaba. Una canción puede durar menos de cinco minutos, pero para quien disfruta de los "cumbiones" y de la salsa puede parecer que la noche, en el Barba Azul, nunca termina.
"Pasa y siéntate. Tranquilízate. Al fin ya estás aquí, ¿Qué más te da? Imagínate, que yo no soy yo, que soy el otro hombre que esperabas ver: un desconocido que te ha escrito un verso y te envía a la luna en un trozo de papel…", recitaba Gali Galeano mientras que yo bailaba con el segundo "fichero" de la noche.
Esta noche, aún no termina…